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Bucaramanga
Viernes 26 de febrero de 2021 - 12:00 PM

Arqueóloga santandereana recibe máxima distinción académica en Universidad de Colonia, Alemania

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Foto: Caterina Mantilla Oliveros/VANGUARDIA
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Foto: Caterina Mantilla Oliveros/VANGUARDIA

Mientras sus padres estudiaban en Odessa, Ucrania, a 10 mil 471 kilómetros de distancia de Bucaramanga, atravesando el Océano Atlántico, la arqueóloga e investigadora Johana Caterina Mantilla Oliveros daba sus primeros respiros en el mundo.

En 1979, entre Colombia y la Unión Soviética se firmó un convenio para la cooperación económica, científica y técnica y muchos colombianos viajaron a estudiar allí.

Pero apenas unos meses después del nacimiento de Caterina, a principios de los años ochenta, su familia regresó a Santander y se asentó en Barrancabermeja.

La arqueóloga creció en medio del olor a bocachico frito, a petróleo y a orillas del río Magdalena. El puerto vivía entonces un conflicto armado generado por la hegemonía de las guerrillas y más tarde, por la presencia de los grupos paramilitares.

Pero si hay un sinónimo para Barrancabermeja, este es resistencia. Las mujeres, los trabajadores, las comunidades se unen, no claudican y luchan armados con el arte, con la música que llega como el viento desde el norte de Colombia.

Son estos elementos los que alimentaron la infancia de Caterina Mantilla, y despertaron desde muy joven su interés por la historia de las resistencias. Precisamente, la arqueología le ha permitido acercarse de una manera innovadora a las luchas de los africanos y afroamericanos esclavizados del período colonial. Parte de aquellos Cimarrones, como se conocía a los esclavizados huidos, se asentaron en los contrafuertes de los Montes de María. Allí surgieron varias comunidades, siendo la más conocida en la actualidad, la de San Basilio de Palenque.

La investigadora también perseveró en su empeño por comprender el legado de este pueblo. Su tesis “Articulaciones del cimarronaje y la libertad. Arqueología histórica en las tierras colectivas de San Basilio de Palenque y la Bonga, 1650-1782” recibió en días pasados la máxima distinción académica Summa Cum Laude, otorgada por la Universidad de Colonia, en Alemania.

Su investigación recibió una beca del Colegio de Graduados (a.r.t.e.s) de la Universidad de Colonia (Alemania) en el 2015 y del Instituto Colombiano de Antropología e Historia en el 2017, en el área de “Fomento a la Investigación”. Su investigación es la primera en Colombia y una de las pocas en América Latina que desarrolla este tema desde la arqueología.

“Es un tema nuevo en el país, es el primer trabajo que se hace en un contexto asociado a la historia de Los Cimarrones: aquellos africanos y afroamericanos esclavizados que huían de la esclavitud. La historia de San Basilio de Palenque y de otras comunidades de los Montes de María se conecta con esa historia del cimarronaje”, explica Mantilla Oliveros.

Vanguardia habló con ella para conocer más sobre su historia.

Caterina Mantilla Oliveros y su familia: su hermano Juan David, su mamá Helda María y su papá Fernando José.

¿Cómo nace el interés en la arqueología?

“Tenía desde siempre una pasión por la arqueología y desde muy temprano empecé a preguntarme cómo los arqueólogos trabajan la historia de la población afrodescendiente en las Américas. Y, además, de alguna manera siento que a nivel muy personal también está esa búsqueda por comprender cómo las personas en un momento específico de la historia, siendo esclavizados, perseguidos, logran no solamente huir y liberarse de la esclavitud, si no tener acceso a la tierra y sostener un control a lo largo del tiempo a pesar de todos los embates militares que hubo en la época para recapturarlos”.

¿Y cómo se conecta Cataerina Mantilla con esta historia?

“Crecer en el Magdalena Medio, al menos en la época que a mí me tocó crecer, lo pone a uno en una situación muy temprana de reflexión frente a la vida, frente a lo que pasa, frente a lo que no pasa.

“Nosotros dejamos Barrancabermeja en un momento muy complicado, a finales de los noventa y principios del 2000, por la presencia de grupos armados al margen de la ley, específicamente paramilitares, y ahí mis padres se fueron a Bucaramanga.

“Cuando estoy estudiando en Los Andes (la universidad) antropología, me conecto por primera vez con la clase de historia afrocolombiana y allí encuentro un nicho que me conecta con parte de lo visto, de lo vivido y de lo que es el Magdalena Medio, pero también desde una perspectiva mucho más amplia de la importancia y la centralidad de las luchas tanto actuales como históricas de la población afrocolombiana o de la población afrodescendiente del país”.

¿Cómo llega esta idea y este deseo de visibilizar esta historia hasta Alemania?

“Estando en la Universidad del Magdalena recibo unas amenazas de las que, finalmente, no se determina ningún autor. No fui la única, otros profesores y estudiantes también recibieron amenazas por aquel entonces.

Pierdo mi trabajo y es entonces cuando decido tomar otro rumbo. Decido aprender alemán porque siempre me había gustado y entonces me voy a Berlín. Estuve inicialmente aprendiendo el idioma y haciendo diferentes trabajos, como ser profesora de español para niños. Finalmente decidí reconectarme con la academia y comencé la búsqueda de un director que guiara mi investigación.

En Alemania es lo primero que hay que conseguir si se quiere hacer un doctorado. Finalmente lo encontré en la Universidad de Colonia y así comencé”.

¿Por qué es importante conocer la historia afro descendiente?

“Una de las múltiples razones es que nos permite cambiar imaginarios; cuando miramos hacia atrás, la única relación que tenemos en la escuela con África es la historia de que llegaron los esclavos. Entonces se crea una idea muy específica de que africanos es igual a esclavos. Esa idea se transmite también a su descendencia. Este tipo de trabajos son relevantes porque nos abren la puerta para ver con otros ojos sus historias y comprender cómo lograron trascender esa situación tan difícil como fue la esclavitud, entre otras, creando espacios múltiples de libertad.

Mi trabajo es un pequeñísimo granito de arena para poder entender esa complejidad de la vida de los hombres y mujeres africanos y afroamericanos. Siempre hemos estado muy en deuda con la población afrodescendiente, tanto en el pasado como en el presente”.

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Publicado por Paola Esteban

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