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Bucaramanga
Domingo 14 de febrero de 2021 - 12:00 PM

Así se rompen las reglas en las plazas de mercado

A través de un recorrido realizado a cinco plazas de mercado del área metropolitana de Bucaramanga, Vanguardia le cuenta cuál es el movimiento de estos lugares en plena pandemia.

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El consumo de bebidas y productos es la excusa de muchos, al interior de las plazas, para despojarse del tapabocas.  (Foto: Jaime Moreno / VANGUARDIA)
El consumo de bebidas y productos es la excusa de muchos, al interior de las plazas, para despojarse del tapabocas. (Foto: Jaime Moreno / VANGUARDIA)

El consumo de bebidas y productos es la excusa de muchos, al interior de las plazas, para despojarse del tapabocas. (Foto: Jaime Moreno / VANGUARDIA)

El caos es total en la Plaza de Mercado de Piedecuesta, lo que eleva los niveles de inseguridad. (Foto: Jaime Moreno / VANGUARDIA)
El caos es total en la Plaza de Mercado de Piedecuesta, lo que eleva los niveles de inseguridad. (Foto: Jaime Moreno / VANGUARDIA)

El caos es total en la Plaza de Mercado de Piedecuesta, lo que eleva los niveles de inseguridad. (Foto: Jaime Moreno / VANGUARDIA)

En ninguna de las plazas de mercado recorridas se encontró un orden impecable, pero los colores vivos de las frutas y las verduras hacen cambiar un poco el panorama al interior. (Foto: Jaime Moreno / VANGUARDIA)
En ninguna de las plazas de mercado recorridas se encontró un orden impecable, pero los colores vivos de las frutas y las verduras hacen cambiar un poco el panorama al interior. (Foto: Jaime Moreno / VANGUARDIA)

En ninguna de las plazas de mercado recorridas se encontró un orden impecable, pero los colores vivos de las frutas y las verduras hacen cambiar un poco el panorama al interior. (Foto: Jaime Moreno / VANGUARDIA)

El caos generado por los vehículos mal parqueados, por improvisados ‘terminalitos’ del transporte informal, por las ventas ambulantes invadiendo el espacio público y por la mala disposición de residuos sólidos, persiste en los alrededores de las plazas de mercado de los diferentes municipios del área.

Pero a ese problema que se ha prolongado por años ante la falta de autoridad, ahora se suma el incumplimiento de las directrices impartidas para la contención de la COVID-19.

Por lo anterior, esta redacción decidió visitar dichos lugares, una vez más, y poner en evidencia las situaciones anteriormente enunciadas. La pandemia no acaba y, como lo han venido repitiendo los expertos, no es tiempo de bajar la guardia.

San Francisco, Central de Bucaramanga, Central de Floridablanca, Central de Piedecuesta y La Cumbre fueron los centros de acopio a los que se llegó, encontrándose allí que en las horas más tempranas de la mañana hay un movimiento incontrolable por parte de quienes se encargan de hacer llegar los productos hasta los puestos; pero, mientras todo se va terminando de acomodar, van apareciendo los compradores que madrugan para llevarse la mejor variedad.

El acceso en algunas de estas viejas edificaciones es controlado por vigilantes o personas que decidieron pararse por horas en una puerta para tomar la temperatura y suministrar gel o alcohol para la desinfección de manos, asimismo verificar que se lleve el tapabocas. Literal, este trabajo se volvió una forma de subsistir para muchos, tras quedarse sin empleo.

Pero, a decir verdad, en ninguno de estos centros hay control de aforo, es como si ya no importara. Cada quien entra y sale, por lo que a ciertas horas se vuelve imposible mantener el distanciamiento social.

“Al principio de la pandemia uno venía y le pedían cédula, solo podía entrar por una puerta y salir por otra, después de lavarse las manos con agua y jabón, y tomarse la temperatura; ahora no hay control de nada”, señaló una usuaria de la Plaza de Mercado Central de Bucaramanga.

“Aquí usted ve que la gente entra y sale como si nada. Muchas andan con el tapabocas en el cuello. Aquí si hay desorden, pero yo vengo porque aquí todo es más económico, entonces ni modo”, manifestó un usuario de la Plaza de Mercado de Piedecuesta.

José Hilario Padilla Serrano, presidente de la Asociación de Vendedores de la Plaza San Francisco, por su parte, aseguró que mantener estos protocolos de bioseguridad se ha vuelto un verdadero dolor de cabeza.

En el caso de esta plaza, que es pública, dice Padilla Serrano, les ha tocado recoger dinero para mantener los controles en las ocho puertas que abren diariamente. Al menos $8 millones mensuales es el costo promedio de mantener este servicio.

“La Alcaldía de Bucaramanga, quien es la que administra aquí tiene la obligación de asumir esa responsabilidad, pero si no tenemos a alguien que vigile la puerta, no podemos abrir. Actualmente tenemos ocho puertas abiertas, de 17. Nosotros pagamos ese personal, así como la compra de los termómetros, geles y alcohol”, manifestó.

En general hay críticas de los inquilinos de estas plazas porque además de presentarse problemas serios en las infraestructuras, hay poco apoyo para hacer lavados periódicos y desinfección general.

Plazas de mercado visitadas

Plaza de Central de Floridablanca: Cuenta con cerca de 194 puestos, tiene la entrada por la carrera 8, justo al frente del parque principal de Floridablanca. Para acceder hay control de temperatura, uso de tapabocas y desinfección de manos. Sin embargo, hay ciudadanos que no se preocupan por tener el tapabocas bien puesto.

Plaza Central de Bucaramanga: No es pública, pero es una de las más importantes de la capital santandereana. Aquí tampoco hay control para el acceso de las personas, pese a la vigilancia privada que tiene el lugar. Con las vallas de control del espacio público se han controlado las ventas ambulantes en los alrededores, pero los mototaxistas se las han ingeniado para permanecer sobre la carrera 16 entre calles 33 y 34.

Plaza de Piedecuesta: Es la más desordenada y sucia de todas, ubicada en pleno centro de Piedecuesta, con cerca de 460 puestos internos y 13 externos. No hay cumplimiento de ninguna medida de bioseguridad y cada quien hace lo que quiere.

Se accede sin ningún tipo de control y gran parte de vendedores y consumidores mantienen con el tapabocas en el cuello.

En los alrededores es imposible caminar y guardar el distanciamiento porque las ventas ambulantes están amontonadas, sin ganas ceder ni un milímetro de espacio público.

Plaza de Mercado La Cumbre: Este centro de acopio, ubicado sobre la calle 30N con carrera 10E, tiene unos 50 inquilinos. En los alrededores, varios informales han acondicionado puestos de venta que obstaculizan el libre tránsito de peatones y vehículos, además hay incumplimiento en la normativa para manipulación de alimentos, en el uso del tapabocas y demás disposiciones que evitarían la propagación del COVID-19.

El acceso al centro de acopio es libre y sin ningún control, por lo menos cuando accedimos fue así.

Plaza San Francisco: En los alrededores de esta plaza, una de las más grandes de Bucaramanga con 650 inquilinos y 942 puestos, impera el desorden por la congestión vehicular, disposición final de residuos, invasión parqueaderos y andenes, inseguridad y gallinazos.

En contraste con lo que sucede afuera, adentro el panorama es diferente, desde que se accede hay que superar algunos controles.

DATO: 3 plazas de mercado fueron cerradas el año pasado por prevención ante presunta existencia de casos de COVID-19.

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Publicado por Ingrid Paola Albis Pérez

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