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Bucaramanga
Sábado 19 de noviembre de 2022 - 12:00 PM

Drogas sintéticas se toman las calles de Bucaramanga Informe especial

A las sustancias ilegales conocidas marihuana y cocaína, desde hace varios años le pisan los talones otras sustancias psicoactivas, que ganan popularidad en todas las edades, especialmente entre los más jóvenes del área metropolitana de Bucaramanga.

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Banco de Imágenes / VANGUARDIA
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‘Tusi’, ‘MDMA’, ‘LSD’, ‘Popper’ hasta ‘Ketamina’ y el temido ‘Fentanilo’, un opioide sintético que genera efectos 50 veces más potentes que la morfina en el cuerpo humano, son apenas algunas de las drogas que se distribuyen y consumen en el área metropolitana de Bucaramanga.

Producto del alcance cada vez mayor de este mercado de drogas sintéticas en la región, el pasado domingo 13 de noviembre, un joven de 20 años falleció, al parecer, luego de una sobredosis por el consumo de ‘MDMA’, una droga estimulante popularmente conocida como éxtasis, que suele comercializarse en cristales o pastillas. Este hecho es materia de investigación por parte de las autoridades judiciales.

Para tener una dimensión del negocio de las drogas sintéticas en Bucaramanga, en lo corrido de este año han sido incautadas 37 mil 500 pastillas de drogas sintéticas por la Policía Metropolitana, es decir, unas 115 dosis, en promedio, son incautas a diario.

Toda esta droga sintética tendría un valor aproximado de $500 millones en las calles de la ciudad.

‘La calidad es lo difícil’

Juan*, María* y Daniel* son tres bumangueses entre los 20 y 30 años de edad, consumidores habituales de este tipo de sustancias sintéticas, que decidieron hablar con Vanguardia sobre sus experiencias con estas drogas.

Conseguir un gramo o dosis de cualquier sustancia en el área metropolitana de Bucaramanga, afirman, “es una tarea sencilla”.

Basta acercarse a un lugar concurrido de rumba, un evento de música, un parque o más fácil aún: un simple mensaje de Whatsapp para conseguir a través de un distribuidor la dosis de lo que se apetezca. Lo difícil, coinciden los consumidores, es “obtener calidad” en estas drogas sintéticas.

Por eso, afirman, el método más habitual es el contacto con un comercializador (conocido como ‘dealer’, que en inglés significa distribuidor) con quien se crea un vínculo de confianza, en el que ambos ‘firman’ un ‘cheque en blanco’. El consumidor espera recibir la sustancia que pretende ingerir y el ‘dealer’ en que el consumidor guarde la reserva de su actividad; es una transacción en la que el ‘dealer’ siempre tiene una ligera ventaja.

Esa figura del distribuidor no es una persona con mal aspecto. “Puede ser cualquiera, el que menos uno se imagina...”, asegura Daniel*, de 24 años de edad, quien suele consumir ‘MDMA’ con su grupo de amigos. El valor de esa droga suele estar por encima de los $90 mil el gramo, que al dosificarse puede alcanzar para grupos de 8 a 10 personas. “Entre todos hacemos el punto (un gramo) para la fiesta”, añade Daniel*, quien es empleado.

Dependiendo el grado de confianza y la cantidad solicitada, puede ser el mismo ‘dealer’ quien acuda a entregar la droga. O, la más recurrente, pagar un domicilio y recibirlo en el lugar solicitado, luego de hacer el pago a través de aplicaciones móviles.

Pasados los meses cada consumidor va creando una baraja de ‘dealers’, que tendrá a la mano por si alguno falla. “Cuando uno está amurado (desesperado por el consumo), tiene que recurrir a otros distribuidores, no hay de otra”, explica Daniel* y agrega: “Eso sí, uno busca a quien le puede vender lo mejor, pero eso tiene un precio. Acá todo se puede conseguir, es cuestión de contactos”.

‘No se va a detener’

Curiosidad, zafarse de los problemas por un momento, experimentar sensaciones de euforia, son apenas un puñado de razones que tienen los consumidores de las sintéticas en la ciudad. Asociar el consumo a una sola causa e incluso a un género musical, como se suele comentar, es apresurado.

A sus 18 años, María* sentía curiosidad por experimentar las sensaciones que sus amigos le contaban producía el éxtasis. Ese primer “subidón” de euforia se volvió un recuerdo difuso que quiso probar una y otra vez. “¿Qué más hace uno en esta ciudad (risas)?”, se pregunta en voz alta María*, hoy con 22 años y estudiante universitaria.

Pese a los riesgos que traen consigo esas drogas sintéticas por los componentes químicos y las consecuencias físicas y psicológicas, sus consumidores habituales explican que no dejarán de hacerlo, al menos por ahora. “Es una realidad, el consumo no se va a detener y menos en esta ciudad”, explica Juan*, de 30 años, quien inició a los 16 años con el consumo de marihuana y fue probando otras drogas: “Uno sabe que (las drogas) son dañinas. Lo que pasa es que hay que informarse”, insiste el joven empleado.

Los excesos en cada una de esas celebraciones varían, por eso el cuidado entre el grupo de amigos es fundamental. “Al principio yo no sabía nada, me creía inmortal. Incluso llegué a desmayarme varias veces”, cuenta Daniel*, admitiendo que suele recurrir a estas drogas para el disfrute de largas jornadas de festivales musicales y fiestas organizadas en fincas, ubicadas a las afueras de la ciudad.

La falta de información, señalan los tres consumidores entrevistados por aparte, es una de las mayores ‘lagunas’ en la ciudad. Ante esa situación muchos acuden al portal web ‘Échele Cabeza’, una iniciativa de la Corporación Acción Técnica Social que busca generar y difundir información sobre sustancias psicoactivas, con la intención de “reducir riesgos y daños, orientado a promover y fortalecer la capacidad de decisión y respuesta” de los jóvenes frente al consumo.

Un comité que requiere renovación

La Alcaldía de Bucaramanga cuenta, desde el 2013, con un Comité Municipal de Prevención y Control de Drogas, que vincula a diferentes secretarías e institutos del orden local. Cada año se reúnen cuatro veces para discutir lo que ocurre en la ciudad. Sin embargo, gran parte de las actividades son desarrolladas por separado.

En ese sentido, algunos de sus integrantes consideran que llegó la hora de actualizar esa norma que los rige y buscar una articulación conjunta para una mayor efectividad. “Las dinámicas de consumo han cambiado, es necesario que el comité también lo haga para aumentar las medidas de prevención frente al consumo”, indicó una de las participantes de ese comité a Vanguardia.

Aunque el aumento en el consumo de estas sustancias hace parte de una realidad nacional, en la ciudad esa situación “ha tenido un giro”, admite la psicóloga Sandra Milena Serrano, referente de salud mental de la Secretaría de Salud de Bucaramanga. El consumo de marihuana, nicotina y alcohol, era el escenario habitual en cuanto a sustancias psicoactivas. “Hoy la ciudad está teniendo una dinámica de consumo más compleja, se han articulado muchas modalidades que hacen menos detectable ese consumo. Eso hace más difícil la atención”, añade Serrano.

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Publicado por Redaccción Metropolitana

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