Luego del fuerte sismo que despertó a Bucaramanga en la madrugada del pasado 10 de marzo, y de las fuertes lluvias que cayeron durante esa semana, los habitantes de la calle 24 con carrera 2 del barrio La Feria de Bucaramanga notaron que las paredes y pisos de sus viviendas registraban grietas.
Las primeras viviendas afectadas fueron las de la parte alta del talud. Esos inmuebles literalmente ‘se partieron en dos’. Fueron por lo menos cuatro casas en las que las paredes se llenaron de grietas, los pisos se hundieron y la parte trasera de su infraestructura se fue montaña abajo.
El salón comunal del barrio, que inicialmente fue acondicionado como albergue temporal para varias familias afectadas, tuvo que ser desocupado porque algunas de sus paredes se inclinaron. En la actualidad están en peligro de irse al abismo.
En la parte baja de La Feria, en el callejón que comunica con los barrios Cuyanita y Camilo Torres, un pantalla anclada que se construyó para estabilizar el talud se resquebrajó. Ahora amenaza con desplomarse.
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Por su parte, las viviendas de tabla y teja de zinc que se levantan al fondo de la cañada, en los sectores de Camilo Torres y Cuyanita, sufren y viven con miedo permanente porque les cae todo el material que se desprende de la escarpa. Algunas de ellas ya se fueron al piso. El pasado martes, la cifra de casas derrumbadas superaba las 10 estructuras.
Aunque los habitantes de las zonas afectadas atribuyen este fenómeno a los constantes sismos y a la cantidad de agua que la presente ola invernal, aún no se sabe a ciencia cierta por qué la tierra está cediendo.
Los rostros de la tragedia

Orfilia Buitrago es la líder comunal del asentamiento humano La Cuyanita. Llegó a Bucaramanga en 2009 desplazada por la violencia. La mujer y su familia arribaron a Bucaramanga sin nada más que lo que cargaban en las manos y tuvieron que acomodarse en un albergue que les sirvió como vivienda.
Pasados algunos meses, Buitrago y sus tres hijos llegaron a La Cuyanita recomendados por una persona que les dijo que allí el arriendo era económico. Ella se fue ganando su lugar como líder comunitaria hasta que “un señor” le regaló un pequeño lote en el que levantó su casa propia. Las jornadas para construir la vivienda se extendían de 6:00 a.m. hasta las 3:00 p.m., pues como la zona no tiene acceso vehicular, el transporte de materiales se hace a hombro.
Sin embargo, esta semana tuvo que abandonar lo que con tanto esfuerzo construyó porque las grietas invadieron las paredes y el piso. Asimismo, varios de los ranchos, que se encuentran ubicados más arriba de su hogar están en riesgo de colapso, por lo que, en caso de que se derrumben, caerían sobre el sueño hecho ladrillos de Orfilia Buitrago.
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“Abandonamos nuestra casa el pasado martes. Es muy difícil quedarse en un lugar donde uno siente miedo. Sé que es quedarse sin nada, antes por el conflicto y ahora por este fenómeno de la naturaleza”, manifestó.
En la vivienda de Orfilia vivían cinco personas, pero asegura que hay otras en las que habitan hasta 10 personas debido a que esta es una zona de extrema pobreza.
Otro de los sectores que está en alto riesgo es la peatonal ubicada en la calle 25 con carrera 1A de La Feria. En este callejón habitan cerca de 35 familias. Ellos están en alerta porque los terrenos en los que están construidas sus casas se están socavando.
“Lo que afectó a las viviendas desalojadas por la parte de arriba a nosotros nos afecta por debajo. Las grietas van profundas y por eso no nos han declarado como damnificados. Aquí no ha venido nadie a revisar, pero el terreno se está desmoronando”, explicó Marleny Mayorga, habitante de la peatonal.
Mayorga Chacón confesó que desde que la tierra se abrió no han tenido descanso. “Estamos con los nervios ‘de punta’. Aquí hay muchos adultos mayores y niños. La noche es el peor momento, nos turnamos para dormir y unos cuidamos el sueño de los otros. A veces suenan las tejas y los muros y estamos con el miedo constante de que esto colapse”, indicó.
Este sector peatonal fue construido hace más de 45 años y sus habitantes aseguraron que es la primera vez que un deslizamiento los afecta de esta manera.
El drama de los reubicados

Según versiones de la comunidad, las familias que tuvieron que salir de sus casas superan las 120. Ellas tuvieron que ser reubicadas en albergues temporales ubicados en la cancha del barrio La Feria, la del barrio Gaitán y otras en un espacio dispuesto en el barrio Nápoles.
Mujeres, niños, hombres, y adultos mayores tienen que pasar día y noche en pequeñas carpas de color verde militar y en uno de los albergues el lugar fue cubierto con plásticos negros, que cuando calienta el sol se convierten en verdaderos hornos. Esta comunidad solicita ayuda de comunidad y autoridades para que se les faciliten polisombras para cubrir las canchas de La Feria y el barrio Nápoles.
En tal sentido, Carolina Uribe, líder del barrio Camilo Torres, dijo que “desde el miércoles 15 de marzo comenzamos con el desalojo. Nos acomodaron temporalmente en el salón comunal. Sin embargo, por las constantes lluvias este comenzó a ceder y tuvimos que salir corriendo durante la madrugada del martes de esta semana. Con lo poco que habíamos sacado salimos bajo la lluvia hacia la cancha de La Feria”.
Uribe dijo que para el tema de aseo personas y sus necesidades fisiológicas tuvieron que recurrir a los vecinos de la zona, ya que no se les había dotado de baños portátiles. “El señor Enrique Martínez de la lechonería Karen Celis fue el que nos prestó baño y ducha 24 horas para todos nosotros”, narró la mujer.
La líder afirmó que la Oficina de Gestión de Riesgo de Bucaramanga les llevó 16 cajas de mercado para que fuera armada una olla comunitaria. Además, los comerciantes de la lechona les facilitaron desde ollas hasta platos y cubiertos para servirlo.
Un drama adicional les tocó a las personas que tuvieron que salir de sus casas y llevar consigo a sus mascotas. Esta situación la afrontó Martha Silva quien abandonó su casa con rumbo al albergue a donde llevó a sus siete perros y ocho gatos.
“Mi casa se inclinó y salí con mis mascotas. Son perros y gatos que fueron abandonados y yo les di un techo. De mi bolsillo saco para que ellos no aguanten hambre, a veces dejo de comer para repartirles a ellos que también son seres que merecen que se les respete la vida”, enfatizó Silva Patiño.
La mujer solicitó además que la Alcaldía de Bucaramanga desplace a veterinarios para que se les brinde atención médica y de desparasitación mientras logran reacomodarse en un nuevo hogar.
Por su parte, el secretario del Interior de Bucaramanga, Manuel Vásquez, informó que a los damnificados que están en las canchas se les otorgarán subsidios para que puedan pagar un arriendo.