El suelo en Santander no deja de moverse. Tan solo entre enero y julio de este 2022 se han registrado 6.248 temblores, algunos de estos ni siquiera han sido percibidos por los ciudadanos, debido a que la mayoría son de una magnitud baja.
Carlos Fernando Lozano, director del Observatorio Sismológico del Nororiente Colombiano, informó que entre el 1 de enero y el 31 de julio de 2022, se registraron 21 temblores de magnitud mayor o igual a 4, de los cuales solo uno tuvo una magnitud de 5.
Se trató de un movimiento telúrico registrado el 7 de marzo con epicentro en Los Santos, a 154 kilómetros de profundidad. Si bien este año se han presentado algunos sismos superficiales, han sido de baja magnitud.
El más reciente temblor que fue percibido por la ciudadanía ocurrió el pasado sábado 13 de agosto, a las 8:02 a.m. Igualmente, su epicentro fue en Los Santos con una magnitud de 4.6 y una profundidad de 153 kilómetros. La intensidad máxima del movimiento fue clasificada como Ligera.
Con base en el registro histórico que maneja el Observatorio, durante 2021, la cifra de eventos sísmicos en el departamento llegó a 11 mil.
“La sismicidad en Santander está dominada por lo que se conoce como el nido sísmico de Bucaramanga. Allí ocurren entre 12 y 20 sismos diariamente”, indicó Lozano.
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Tal y como ya lo ha informado Vanguardia, el Observatorio Sismológico del Nororiente Colombiano es un proyecto en conjunto entre la Universidad de Santander, la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga y el Servicio Geológico Colombiano.
Desde allí se adelantan investigaciones para conocer el comportamiento de los suelos ante la ocurrencia de eventos sísmicos y el impacto en las edificaciones e infraestructura de la región ante este fenómeno. De hecho, los resultados de cuatro investigaciones se presentarán en el Congreso Latinoamericano de Sismología, que se realizará en octubre próximo en Ecuador.
Con respecto al riesgo sísmico que se ha convertido en uno de los mayores temores de la ciudadanía, Lozano comunicó que está relacionado principalmente con el estado estructural de las edificaciones, los tipos de suelo y la topografía existente en la región, así como de las fuentes que originan los sismos que son fallas geológicas activas y el nido sísmico. Es decir, los suelos de la meseta de Bucaramanga pueden tener un comportamiento diferente si se registran sismos superficiales y cercanos a la ciudad.
En consecuencia, dependiendo de dónde se origina el sismo se tendrá una respuesta de los suelos diferente.
“Los trabajos de investigación futuros deben enfocarse a la evaluación de escenarios hipotéticos de posibles sismos que se pueden presentar y definir qué zonas de la ciudad pueden ser más afectadas ante la ocurrencia de un evento sísmico fuerte”, consideró.
Lozano insistió en que no es posible predecir sismos, pese a que se puede determinar cuáles son las zonas en las que se han presentado y se pueden generar eventos sísmicos fuertes. No obstante, desestimó creencias populares como que los temblores están relacionados con las altas temperaturas.
“Es un mito, es completamente falso, la temperatura en la superficie de la Tierra no afecta los procesos internos del planeta. No hay ninguna relación, si llega a ocurrir, sería una coincidencia”, aseguró.