El más reciente caso de intolerancia en Bucaramanga, esta vez con consecuencias fatales, ocurrió el pasado 5 de diciembre en las calles de Cabecera del Llano. Un motociclista de 25 años perdió la vida y una mujer que lo acompañaba de parrillera sufrió lesiones, tras sostener una fuerte discusión con el conductor de un vehículo particular.
Los protagonistas de esta luctuosa historia, al parecer se insultaron y mantuvieron ‘sobre ruedas’ una confrontación que tuvo el fatal desenlace. El conductor del automóvil persiguió al motociclista para continuar con la pelea a toda velocidad, al punto que se lo llevó por delante. Tras chocar con un árbol y caer abruptamente, el motociclista falleció y su acompañante resultó herida.
Dos casos de intolerancia más se evidenciaron hace algunas semanas. Dos conductores, armadas con una cruceta y con destornillador atacaron a busetas, en casos distintos en Bucaramanga y en Girón.
Es más, durante la pasada ‘Noche de Velitas’, según la Policía Metropolitana de Bucaramanga, se impusieron 106 ‘comparendos’ a igual número de personas por comportamientos contrarios a la convivencia, principalmente por las riñas y el consumo de bebidas embriagantes en sitios prohibidos.
Los anteriores son solo algunos de los centenares de altercados entre ciudadanos que terminan en violencia.
De hecho, en Bucaramanga se registran 181 lesiones por cada 100.000 habitantes, tras peleas. La ciudad se encuentra por encima de la tasa nacional que para 2021 se ubicó en 128 lesiones por la misma cantidad de personas.
Para 2021 se presentaron 2.327 lesiones de este tipo en el área metropolitana y esto muestra que todavía faltan medidas y estrategias que les posibiliten a los bumangueses manejar relaciones más pacíficas y resolver los conflictos a través del diálogo o las instituciones de justicia dispuestas para ello.
Según las estadísticas de la Policía Metropolitana, los barrios del norte de Bucaramanga, de manera específica las Comunas 1 y 2, son los sectores de Bucaramanga con mayor índice de intolerancia entre vecinos.

¡Vamos mal!
Para Johanna Cárdenas Acevedo, directora del Programa Bucaramanga Metropolitana Cómo Vamos, “parte de las causas de la intolerancia está relacionada con la incapacidad de diálogo y logro de acuerdos entre la ciudadanía”.
“Las anteriores son habilidades que debemos aprender a desarrollar, por lo que las familias y los colegios adquieren un rol fundamental en las transformaciones culturales que en este sentido requiere el área metropolitana de Bucaramanga”, añadió.
“Otra razón frente a la intolerancia puede estar relacionada con la respuesta institucional frente a situaciones de conflicto. Nosotros lanzamos el programa ‘Justicia Cómo Vamos’. Se trata de un análisis que evidencia que la mayoría de ciudadanos, ante la presencia de conflictos, prefieren no acudir a entidades de justicia, sino resolverlos por su propia cuenta. ¿Las razones? en su opinión, estas instituciones se demoran mucho, no confían en ellas o tienen muchos trámites”, señaló.
Finalmente, Yany León, experta en cultura ciudadana y asesora del Centro de Investigación en Cultura y Sociedad de la UIS, señaló: “Nuestros diagnósticos locales demuestran que hay circunstancias que propician malestar, desagrado y violencia en Bucaramanga. Problemas urbanos como la congestión, la corrupción y el poco civismo son tres de ellos”.
“Además, estamos inmersos en una cultura en la que el estereotipo de la violencia está muy marcada y tal vez por eso es común que existan muchas mentes volátiles que consideran que la fuerza es la solución para todos los conflictos”, precisó.
