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Bucaramanga
Viernes 26 de noviembre de 2021 - 12:00 PM

Las excusas de los santandereanos para no vacunarse contra el COVID-19

Falta de tiempo y efectos adversos son los pretextos más frecuentes de las personas para evitar la aplicación de la primera o la tercera dosis.

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El Ministerio de Salud y Protección Social fijó una nueva meta en el Plan Nacional de Vacunación. En diciembre, el 90% de la población colombiana debe estar vacunada con al menos una dosis. (Foto: Marco Valencia / VANGUARDIA)
El Ministerio de Salud y Protección Social fijó una nueva meta en el Plan Nacional de Vacunación. En diciembre, el 90% de la población colombiana debe estar vacunada con al menos una dosis. (Foto: Marco Valencia / VANGUARDIA)

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El Ministerio de Salud y Protección Social fijó una nueva meta en el Plan Nacional de Vacunación. En diciembre, el 90% de la población colombiana debe estar vacunada con al menos una dosis. (Foto: Marco Valencia / VANGUARDIA)

Con base en los últimos resultados de la encuesta Pulso Social del Dane, la mayoría de personas afirman que, pese a tener la intención de vacunarse contra el COVID-19, no lo han hecho porque no han tenido tiempo o porque estuvieron contagiados recientemente.

Entre tanto, quienes dicen que no están interesados en vacunarse alegan su decisión con que la vacuna puede ser insegura debido a los potenciales efectos adversos y con que el hecho de no creer que la vacuna pueda ser lo suficientemente efectiva.

En Bucaramanga y su área metropolitana, por ejemplo, entre este grupo que no está interesado en inmunizarse, el 45,5% cree que la vacuna puede ser insegura debido a los potenciales efectos adversos; mientras que el 31,1% no cree que la vacuna pueda ser lo suficientemente efectiva.

Lo anterior respalda, de alguna manera, lo que precisamente señala Luis Felipe González, gerente COVID-19 en Santander, cuando hace referencia a los motivos por los cuales los santandereanos no han accedido a la vacuna.

De acuerdo con sus consideraciones, la primera razón es la baja percepción del riesgo y, la segunda, la falsa sensación de seguridad.

“Si a la persona nunca le han diagnosticado COVID-19 o ningún cercano se ha visto afectado, se siente confiada y segura que la enfermedad no puede llegar a ella o enfermarla gravemente. Esto es un error porque este tipo de virus respiratorios pueden afectar cuando se relajan las medidas básicas de autocuidado y además como están compuestos por material genético pueden comprometer a la población en cualquier rango de edad causando síntomas y problemas multisistémicos”, aseveró.

La tercera razón, para González, son los mitos infundados en la falsa información.

“Las vacunas no producen la enfermedad porque no están hechas del virus vivo; las vacunas no contienen microchips para rastrear a las personas; las vacunas no producen las variantes, por el contrario las previenen; las vacunas sí pueden generar reacciones secundarias luego de la aplicación pero son leves y pasajeras. Las vacunas salvan vidas (reducen los contagios, previenen que la enfermedad se exprese severamente y disminuyen la mortalidad)”, acotó.

A corte del 25 de noviembre, Santander reportaba 2.699.056 dosis suministradas, lo que ha permitido que 1.453.162 personas hayan recibido la primera vacuna, 1.172.644 la segunda vacuna y la unidosis, y 73.250 la tercera dosis.

En el departamento hay dispuestas 134 IPS vacunadoras intramurales y 110 extramurales esperando a toda la población con los distintos biológicos para acceder masivamente a ella y continuar con el buen ritmo que ha destacado al departamento a nivel nacional. Actualmente hay suficiente disponibilidad de biológicos para ofertar la primera y tercera dosis.

En los últimos cinco días, según la Secretaría de Salud de Santander, se han aplicado aproximadamente 90 mil dosis contra el SARS-CoV-2 y el promedio de las dosis administradas por día se acerca a los 20 mil, entre primeras, segundas y terceras dosis.

Si bien la situación epidemiológica se mantiene estable, de cara a un cuarto pico de la pandemia, las autoridades sanitarias recomiendan la vacunación.

El director de Epidemiología y Demografía del Ministerio de Salud y Protección Social, Julián Fernández, manifestó que es importante reconocer que las vacunas tienen la potencialidad de lograr que los nuevos ascensos de casos no se traduzcan -al menos no significativamente- en incrementos de hospitalizaciones y muertes. “Es posible que tengamos ascenso de casos, pero definitivamente lo que queremos es evitar las muertes y hospitalizaciones”, dijo.

Ruth Arali Martínez Vega, médica, magíster en Epidemiología, doctora en Ciencias de la Salud Pública con área de concentración en enfermedades infecciosas, considera que se deben sumar todos los esfuerzos posibles para vacunar a los adultos que aún no han accedido a la primera dosis y ofertar la tercera dosis.

“Probablemente un gran porcentaje de las personas que no se han vacunado, no lo han hecho porque dicen que ya se infectaron, pero la infección natural produce menos cantidad de respuesta inmune que la producida por las vacunas. La vacunación se recomienda así se hayan infectado de COVID-19. Los beneficios de la vacunación son mucho más, que los riesgos”, indicó.

Frente a las personas que dicen tener miedo de aplicarse el refuerzo, la epidemióloga no descarta que esto pueda estar influenciado por lo que se ha dicho de los efectos adversos.

“Hay un reporte del CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) donde se observa que la frecuencia de los efectos secundarios de la tercera dosis fueron muy similares a los que se presentaron para la segunda dosis. Con la poca información que se tiene hasta ahora, no parece que haya un aumento de los efectos adversos con la tercera dosis”, anotó.

Frente a los adultos mayores que, de alguna manera han mostrado resistencia a reforzar su esquema de vacunación, Martínez Vega expresó que se ha demostrado, a través de diferentes estudios, que las personas mayores de 60 años disminuyen los anticuerpos a los seis meses y, por eso, fue la población que se priorizó inicialmente para aplicar terceras dosis.

Actualmente, la tercera dosis se está aplicando, seis meses después de completar esquema, a las personas entre 18 y 49 años que fueron priorizadas en etapas 1 y 2; y, cuatro meses después de completar esquemas a los mayores de 50 años.

Frente a este interrogante, que viene repitiéndose entre la población, tras los últimos cambios efectuados en el Plan Nacional de Vacunación contra el COVID-19, por parte del Ministerio de Salud y Protección Social la epidemiología aseguró que no hay información suficiente para darle respuesta.

“Tenemos que estar muy pendientes de los estudios que vayan saliendo. En la medida que vaya pasando el tiempo, podremos saber si realmente vamos a requerir más refuerzos. Dependiendo de la vacuna se puede tener aplicación anual, una vez en la vida, o tres dosis y luego se refuerzan a los 5, 10 ó 12 años. Entonces realmente todo lo que se diga frente a este tema es especulativo porque vamos a tener que seguir haciendo los estudios y evaluar el comportamiento de la infección”, concluyó.

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Publicado por Ingrid Paola Albis Pérez

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