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Bucaramanga
Sábado 10 de septiembre de 2022 - 12:00 PM

Operación Berlín: En un mar de huesos, madres buscan a sus hijos

La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas recuperó 12 cuerpos no identificados, que podrían corresponder a personas que murieron durante la denominada Operación Berlín. Una crónica que cuenta una versión distinta a la que históricamente se narra de esta acción militar en Santander.

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El martillo rompe la loza del sepulcro. Al instante, trozos de cemento caen al suelo. Los primeros ladrillos, ubicados al frente de la tumba, se quiebran sin mayor resistencia. Los otros se remueven de forma más sencilla con la mano. Se depositan con cuidado en el suelo. La tumba ahora tiene su boca abierta. El fondo permanece en tibias tinieblas. El hombre enciende una luz. El haz de la linterna se mueve a tientas como un tentáculo alargado en la profundidad de la bóveda mortuoria, repleta de bolsas con huesos.

Algunos de esos envoltorios contienen una especie de harina gris, de lo que alguna vez fueron huesos humanos. Vestigio de los difuntos. En una única bóveda fueron sepultados hasta cuatro cuerpos. Llevan más de dos décadas pudriéndose. Apocalíptica escena, capaz de helar la sangre. Ha de saberse que nadie viene de visita a este panteón de muertos sin identificar. Mordaza fría del olvido hecha tumba.

Al remolque del sol que cae antes del mediodía en Bucaramanga, atrapado bajo cielos azulados, un alargado gancho de metal, que pareciera oxidado, se utiliza para retirar las bolsas del fondo. Este panteón es acuchillado por manchas oscuras producto de una especie de humedad acumulada por años en sus paredes grises. Suciedad que convierte algunos ladrillos en una suerte de piel de un lagarto prehistórico. No sopla ni una pizca de viento, cuando los hombres vestidos de blanco buscan a los desaparecidos de la llamada Operación Berlín.

Se retiran las primeras bolsas. Los olores putrefactos encerrados por años en este sepulcro se le echan encima a Carlos Andrés Ariza Castillo, antropólogo forense de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas. A sus 42 años, lleva los últimos 16 en la identificación de fosas con restos esqueléticos humanos. La gélida oscuridad exhala una niebla de polvo, que apenas se percibe en el Cementerio Municipal de Bucaramanga.

Por la boca de la sorda caverna siguen saliendo huesos. Tres personas más también tienen un traje completamente blanco de cabeza a pies, para evitar así cualquier tipo de contaminación en el proceso de exhumación. A pesar de ser blanco, el sudor rancio de la muerte se queda enganchado pertinaz en las prendas. Los huesos se esparcen sobre una mesa que tiene de fondo una especie de tela negra. Se inicia el proceso para reconstruir en detalle el esqueleto. Es muy probable que varias de esas talegas transparentes contengan los huesos de varias personas.

Cadáveres putrefactos son tocados por el sol, otra vez.Algunos afirman, que la palabra cadáver proviene del latín “caro data vermibus”, que significa carne dada a los gusanos. Se dice que los romanos inscribían esta frase, pero en miles de registros romanos no hay antecedentes de esta inscripción. Otros señalan que la realidad es que cadáver viene de la raíz ‘cado’, que refiere a caer o caído.

Según San Isidoro (religioso español, 560-536 d.C.), cuando uno está sepultado ya no es un cadáver.Precisamente en el país se busca a más de 121.768 personas dadas por desaparecidas, en el marco del conflicto armado de los últimos 50 años. En los últimos 15 años se han identificado cerca de seis mil fosas clandestinas, donde se han recuperado cerca de 7.500 cuerpos. Esta es una más de ellas. Una acción humanitaria.

La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto armado, encargada de la exhumación e identificación de los restos humanos de personas que habrían sido sepultadas en este camposanto en el marco de la Operación Berlín, es un mecanismo extrajudicial y humanitario, autónomo e independiente dentro del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición.

Su creación se estableció mediante el Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, firmado por el Estado y las Farc-Ep el 24 de noviembre de 2016, en respuesta a la solicitud de los familiares de las personas desaparecidas y las organizaciones civiles que participaron en los diálogos de paz en La Habana, Cuba. Su mandato es por 20 años.

El Cementerio Municipal de Bucaramanga data de 1943, cuando la ciudad no se había expandido al occidente, en lo que hoy se conoce como los barrios Campo Hermoso o Quinta Estrella. Esta era una zona de potreros, cultivos y establos. El nuevo camposanto buscó tener otra opción para recibir cadáveres, pues la ciudad contaba solo con el Cementerio Católico Arquidiócesano de Bucaramanga, que funcionaba desde 1700 con la administración de sacerdotes.

Hace 22 años, el alcalde Luis Fernando Cote Peña decidió convertir un amplio sector del Cementerio Municipal en un parque y se estima que sobre algunas tumbas que no fueron exhumadas se habría construido el llamado Parque de la Vida. La otra parte del camposanto sigue recibiendo, principalmente del Instituto Nacional de Medicina Legal, cuerpos no identificados mediante una orden judicial, o abandonados sin dolientes.

Hace unos meses se detectó que una parte de una de las bóvedas más antiguas registraba fallas estructurales. Ocho filas de tumbas, con decenas de cadáveres, registraban amenaza de colapso, por lo que se ordenó el traslado de los restos humanos contenidos allí.

El panteón, además, tuvo que ser reforzado con unos pilotes metálicos contra el suelo. En este contexto se le notificó a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas para realizar las exhumaciones, aprovechando la contingencia. Con cirujana delicadeza, el antropólogo forense abre la primera bolsa de huesos. En un silencio cerrado se aprecia la atrocidad de la guerra en su paso por el cuerpo humano. La violencia de este país es una especie de hoyo negro que se traga todo. El hombre ordena los huesos por tamaños y ubicación. Poco a poco los acomoda en orden anatómico.

En minutos surge, de una pila gris de polvo y huesos grisáceos, una figura humana. Se trata de una mujer. Muy joven. La textura de los huesos así lo relata. Además de una pelvis más ancha, el cadáver esquelético registra varias lesiones por “alta energía”, presumiblemente provocadas por un proyectil de arma de fuego o una explosión.

- En los arcos costales, que no se han deteriorado aún, se ven claramente los rastros de la energía que los rompió en su momento... - Dice el antropólogo forense Carlos Andrés Ariza Castillo, al tiempo que consigna en el informe un hallazgo que valida la hipótesis de que ese cuerpo corresponde a una mujer muy joven.- Es una ‘T’ de cobre... – Añade el profesional, que entiende que los muertos nunca son mudos. Se trata de un dispositivo intrauterino, que tiene una capacidad de protección anticonceptiva de hasta 12 años.

Dentro de los crímenes por violencia sexual cometidos por las Farc, la Jurisdicción Especial para la Paz ha documentado, por citar un ejemplo, que en las filas de esta guerrilla se cometían cerca de mil abortos por año. Esta investigación consigna además que a las mujeres, especialmente las menores de edad, se le obligaba a utilizar la ‘T’ de cobre como método anticonceptivo, bajo la amenaza de muerte por los jefes guerrilleros, principales señalados de cometer abusos sexuales.

- Tenemos unos indicios importantes... - Responde el antropólogo forense Carlos Andrés Ariza Castillo, sobre la presunción de identificar los 12 cuerpos exhumados, luego de revisar 16 bóvedas, que contenían más de 40 cadáveres, que podrían corresponder a personas que murieron durante la denominada Operación Berlín contra la columna móvil Arturo Ruiz de las Farc, que salió de San Vicente del Caguán, Caquetá, hasta Santander.

Esta columna estaba conformada por 362 combatientes, de los cuales, según diversas fuentes documentales por la Comisión de la Verdad, se registraban 141 menores de edad. El esqueleto ubicado sobre la mesa correspondería a uno de esos menores de edad, llevados a la fuerza a la guerra, dentro del reclutamiento ilícito de niños y adolescentes que cometió este grupo armado ilegal. Una de las familias que busca a estos niños y jóvenes desaparecidos en combate está en el Cementerio Municipal de Bucaramanga. Presencia una exhumación en particular. Es la tercera semana de agosto. Una mujer y una adolescente de 17 años de edad observan la labor de los forenses.

Ellas llegaron del Meta y creen que sobre esa mesa están los restos humanos de su hija y hermana, reclutada ilegalmente por las Farc hace dos décadas. Tiempo en el que han sido sometidas a las atrocidades de la desesperanza y su tufo extraño de maldad. La miran a ella, quebradas ante la incertidumbre, apoyadas, digamos en el anhelo de que por fin saldrán del infierno frío de las dudas. Ella, en la mesa, está con sus huesos esperando ser identificada. Presumen que ella, como todos los menores de edad, llegó a la zona de páramo en Santander, sin experiencia militar.

Cuando el Ejército Nacional lanzó su operación, de seguro esta joven sintió de cerca los silbidos de las balas y los estallidos de mortero. Debió intentar escapar, de una guerra que no era suya, porque antes vivía en paz en su casa en el Meta. Ella no pudo escapar. No debía tener más de 17 años cuando el impacto dio en el blanco en su cuerpo. Sintió el dolor del proyectil abriendo la carne. Mientras la sangre corría, a la sombra del viento gélido del páramo, soltó su último aliento. El páramo se tiñó de un rojo salvaje. El denso silencio de la montaña, impregnado de pólvora, se adueñó de su posición.

Cuando el último de los soldados dejó de disparar, recogieron su cadáver, lo montaron en un helicóptero, lo mostraron a los medios de comunicación y lo sepultaron aquí. Como ella se cree que fueron traídos 70 cuerpos más, que siguen sin identificar. Tarea compleja debido a un grave problema con las necropsias.

Operación Berlín

Según un informe de la Comisión de la Verdad, la Operación Berlín, que se desarrolló entre noviembre del 2000 y enero del 2001 por el Ejército Nacional, es “uno de los casos emblemáticos en el tema de niñez y conflicto armado.

Se trató de jóvenes, muchos de ellos menores de edad, quienes fueron conducidos desde el sur del país por las Farc hacia el nororiente colombiano, y que murieron como resultado de la operación de la Fuerza Pública”.La operación tuvo lugar en Santander y Norte de Santander, específicamente en los municipios de Suratá, El Playón, Matanza, Rionegro, Floridablanca, Molagavita y Arboledas.

En ese entonces, la columna móvil Arturo Ruiz estaba conformada por 362 integrantes, de los cuales, como se anotó arriba, según diversas fuentes documentales, 141 eran menores de edad.El Ejército Nacional considera la Operación Berlín como una “acción histórica” que logró desintegrar toda una columna de las Farc, que en ese entonces se encontraba concentrada en la zona de distención en medio de los diálogos de paz. “Logró desarticular dos frentes de las Farc. En el desarrollo de esta operación se capturaron 118 subversivos y se neutralizaron 62 más. Es un ejemplo de las operaciones exitosas del Ejército Nacional”, advierte un informe oficial.

El entonces presidente Andrés Pastrana, el 13 de febrero de 2001, condecoró a más de 2.000 militares por el éxito de la acción militar, coordinada por el comandante de la Quinta Brigada del Ejército, brigadier general Martín Orlando Carreño.

No obstante, un informe de la Comisión de la Verdad destaca primero la crueldad y degradación de la guerra por parte de las Farc al reclutar y utilizar menores de edad, con tan solo tres meses de entrenamiento militar en combates.

“En lo que respecta a la Fuerza Pública, la Operación Berlín se desarrolló con pleno conocimiento de los riesgos existentes para las niñas, niños y adolescentes reclutados por las Farc. El Ejército sabía que al menos 141 menores integrantes de la columna tenían entre 14 y 17 años, información que obtuvieron tras interrogar a alias ‘Robinson’, un adolescente que logró escapar de las Farc en Arauca” y se entregó a las autoridades. Además, un informe de inteligencia elaborado el 26 de octubre del 2000, por la Décima Octava Brigada del Ejército, también lo reseñaba.La Comisión de la Verdad señala que “durante la operación, el Ejército dio muerte a niños, niñas y adolescentes luego de haberse entregado o alzar la mano en señal de rendición...”.

En este informe se consigna el testimonio de Juanita, una menor de edad reclutada en 1998 en Mesetas, Meta: “El Ejército los mató directamente. Les pusieron el fusil en la cabeza y los mataron. De esto también fue testigo Yuliana, quien además de resultar herida presenció la muerte de varios compañeros también adolescentes”.

La Jurisdicción Especial para la Paz recibió hace más de un año el testimonio de una mujer, en ese entonces menor de edad, que señaló que: “nos dijeron ‘corran, salgan tres, párense tres y corran hacia arriba sin mirar atrás y corran que el helicóptero los está esperando en la parte de arriba’. Nosotros si escuchábamos un helicóptero. Entonces, mis compañeros, tres de ellos, no me acuerdo los nombres, corrieron y yo escuché cuando empezaron a disparar, eran como las 5:30 de la tarde cuando eso (...) cuando yo salí a la carretera, yo sí me di la vuelta, y había cinco militares tendidos en el piso boca abajo apuntándonos, entonces un soldado me dijo que ‘no mire hacia atrás’ hijue no sé qué. Entonces yo me volteé, pero yo ya sabía que nos iban a disparar porque era lo que había pasado con los otros muchachos...”.

Este proceso en la JEP continúa. Uno de los investigadores de la Comisión de la Verdad, que analizó el tema de la Operación Berlín, aseguró que los menores reclutados ilegalmente por las Farc provenían de Guaviare, Meta y Putumayo, que no conocían el terreno, por lo que cuando ocurren los bombardeos del Ejército se disgregan por toda la zona de páramo. El dato exacto de menores muertos es una duda no resuelta.

- Es allí donde está el lío. No lo sabemos. Se habla oficialmente que de los 62 muertos, 26 fueron menores de edad. Pero, según la Comisión de la Verdad, los niños y adolescentes desaparecidos o muertos estarían entre 26 y 72. No tenemos certeza dónde están. Si están vivos, si murieron en el páramo en combates y sus cadáveres nunca fueron recuperados. Si fueron fusilados por las Farc y luego abandonados, o si lograron escapar y llegar a Bucaramanga. Es una incógnita. –Indicó el investigador a Vanguardia.

Volverán al cementerio

Estas 72 personas, dadas presuntamente como desaparecidas en el marco de la Operación Berlín y que habrían sido sepultadas en el Cementerio Municipal de Bucaramanga, son quienes trata de localizar la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas. El asunto es localizarlos en el camposanto.

El Cementerio Municipal de Bucaramanga fue administrado hasta el 2013 por el Instituto de Salud de Bucaramanga, quien tuvo responsabilidad desde 1989. En los últimos nueve años, la Secretaria de Salud de Bucaramanga asumió su manejo, por lo que funcionarios de la Administración Municipal aseguraron que no se tiene claridad de la ubicación o responsabilidad de los procesos o los archivos de décadas pasadas.

Para ubicar los mil cuerpos que denunció como desaparecidos la Unidad de Búsqueda, lo más lógico sería recurrir a los expedientes oficiales. El secretario de Salud de Bucaramanga, Juan José Rey, afirmó que esos documentos se quemaron el primero de junio de 2002, cuando un incendio destruyó los pisos 3, 4, 5 y 6 del inmueble donde funcionaba la Administración Municipal, en el mandato de Iván Moreno Rojas.

Sin embargo, existe un registro de necropsias a los que tuvieron acceso los funcionarios de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas.- De ese grupo de cerca de 72 cuerpos que debieron ser dispuesto en este cementerio de la Operación Berlín seleccionamos 12 inicialmente, que tenían protocolos de necropsia médica legal. Cuando uno saca el cuerpo, descubre que ha sido alterado. Le quitaron las prendas, lo echaron en una bolsa y lo introdujeron al fondo de la bóveda. Allí existe una humedad tremenda, que erosiona los huesos.

Esto representa un reto para nosotros los forenses, ya que es difícil encontrar señales de muerte violenta en huesos deteriorados. - Dijo el antropólogo forense Carlos Andrés Ariza Castillo.Pero quizás el mayor reto para localizar los cuerpos radica en que el Cementerio Municipal de Bucaramanga registra múltiples tipo de nomenclaturas para ubicar los cadáveres.

- Un ejemplo, un protocolo de necropsia nos dice que el cuerpo, en el 2000, fue enterrado en la bóveda número 10. Cuando vamos a la bóveda 10 nos encontramos que, cinco años después, le cambiaron la nomenclatura. La registraron como la bóveda 25. El problema es que años después le volvieron a cambiar el número. Finalmente hoy aparece como la número 14. Hemos detectado casos donde una bóveda tiene al menos cuatro números diferentes. Esta circunstancia hace que el trabajo sea muy complejo para rastrear esos cambios. Ahora, cuando finalmente encontramos la bóveda, la abrimos, nos encontramos con cuatro cadáveres esqueletizados, con lesiones y edades similares a las que buscamos, esto nos obliga a recuperar todos para poder identificar el que estamos buscando...

El viernes, luego de cinco días, los forenses se marchan. Faltan más tumbas por abrir. Faltan más cadáveres a quienes examinar sus huesos. Faltan más seres queridos por ubicar. Faltan miles de sepelios dignos. Llega un momento en la vida en que ningún recuerdo, de quien se ama, está a salvo. El infierno de la soledad nunca descansa para las familias. Ellos, especialmente las madres, los esperan. Para ellas la memoria de su voz, en ese último día que los vieron, canta una triste canción, que no se extingue con el paso lento y amargo de los años.

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Publicado por Juan Carlos Gutiérrez

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