Ubíquese en el andén de la carrera 12 con calle 35 esquina: una caja de conexión de redes públicas está ‘al aire libre’, tras el robo de la cubierta que la protegía. El hurto ocurrió hace solo cuatro días y, desde entonces, 16 peatones han tropezado allí; es más, uno de ellos sufrió heridas de consideración en su pierna derecha.
Tales robos se traducen, hoy en día en Bucaramanga, en un problema de protección civil. ¿La razón? Los huecos que quedan cuando las rejillas de los contadores de agua o las del alcantarillado, entre otras, son retiradas de manera ilegal, causan accidentes automovilísticos y, por supuesto, son un riesgo tanto para peatones como para ciclistas.

Al menos 137 tapas de redes de servicio públicos del área metropolitana de Bucaramanga han sido robadas en lo que va corrido de 2023. De igual forma, según las estadísticas del año 2022, en total se robaron 2.845 de estas cubiertas.
Obviamente esa cifra se queda pequeña, pues no todos los hurtos son reportados. Además, las autoridades han alertado de las cuantiosas pérdidas que estas acciones ilícitas dejan.
Además del riesgo que representa una alcantarilla sin tapa (vehículos, motociclistas, ciclistas y peatones han caído en estos huecos generando muertes, lesiones y daños materiales), Bucaramanga debe desembolsar cantidades millonarias para reponer los accesorios faltantes de las redes de drenaje, de alcantarillado, del agua potable y las de telecomunicaciones.
Algunas entidades de servicios públicos se han visto obligadas a remplazar las tapas actuales por tapas de alta seguridad, que necesitan de una llave especial para abrirlas.
Sin embargo, los delincuentes, además de robarse las tapas, hurtan los medidores de agua y en ese caso son los propietarios de las viviendas los que tienen que responder por ellos.
Hace algunos años, en el barrio Malpaso de Bucaramanga, situado al sur de la meseta, la compañía del acueducto instaló tapas de alta seguridad; pese a ello, la estrategia no ha podido frenar este flagelo.
De manera desafortunada la más perjudicada con este problema es la ciudadanía, pues el dinero que se gasta en remplazar las tapas robadas sale del presupuesto de reposición de redes, utilizado para el mantenimiento.