Para recibir una vacuna o atención urgente por una herida profunda, una emergencia por una broncoaspiración, una quemadura por accidente casero o incluso un preinfarto, los habitantes del barrios El Refugio y Paseo del Puente II, así como de las veredas San Isidro, Umpalá, Planadas y La Esperanza, en Piedecuesta, deben recorrer largos trayectos que pueden tardar minutos o hasta horas.
El tiempo, donde está en juego la vida, depende de los trancones, de la facilidad de tomar un servicio de transporte público y del estado de las vías. Seguramente, el panorama no sería tan complejo si en cada uno de estos sectores ya estuviera en servicio ese centro de salud que les prometieron.
Hace seis años, el alcalde de turno de Piedecuesta, Ángel de Jesús Becerra, se encargó de cerrar su periodo de mandato dejando seis infraestructuras listas para la atención básica en salud en estos dos sectores urbanos y cuatro rurales. Se construyeron y se dotaron para ponerse en servicio, pero hasta la fecha esto no ha sido posible. Tanto ha pasado que es imposible no catalogar estas obras, que se contrataron en un mismo proyecto, como ‘elefantes blancos’.
Lea también: Plan para transformar el Centro de Bucaramanga con diseño y urbanismo

Graves problemas
En el barrio Paseo del Puente II, donde ayer estuvo Vanguardia, en la zona del parqueadero de la ambulancia, dicen los mismos vecinos, se convirtió en guarida de consumidores de drogas. Los fines de semana llegan allí grupos de amigos a consumir bebidas embriagantes y estupefacientes, arman desórdenes que acaban con la calma.
Su acceso es destapado y en los alrededores hay bultos de residuos de material vegetal y basura. El área está tan abandonada que hasta allí llevan los animales para que hagan sus necesidades fisiológicas.
Los problemas de humedad han afectado los inmuebles que permanecen bajo llave pero con vigilancia privada, contratada por la Alcaldía de Piedecuesta, para evitar que los delincuentes se lleven el mobiliario. La pintura se ha empezado caer. En el sector rural, las afectaciones locativas son más grandes, se evidencian desprendimientos del friso de los muros, goteras, manchas y hongos, incluso en uno de estos centros está pendiente la adecuación del pozo séptico.
La construcción del Centro de Salud de Planadas costó $341 millones y $150 millones su dotación; la de San Isidro $413 millones y $150 millones su dotación; la de Umpalá $386 millones y $151 millones su dotación; la de La Esperanza $176 millones y $150 millones su dotación; la del Paseo del Puente II $442 millones y $248 millones su dotación; y la de El Refugio $461 millones y $258 su dotación.
Esto quiere decir que, en total, se invirtieron $4 mil millones. Los recursos salieron de un giro que, en 2015, el Ministerio de Salud y Protección Social le hizo a la Alcaldía de Piedecuesta, producto de un saldo de cuentas maestras del régimen subsidiado.

Yuly Sulay Núñez Lancheros, secretaría de Salud de Piedecuesta, confirmó que cuando el alcalde Mario José Carvajal inició su mandato no se encontró papelería que les permitiera avanzar en el proceso para la adopción de estas seis infraestructuras, a través de una IPS.
“Así que nosotros iniciamos el proceso para encontrar una IPS que cumpliera con los requisitos y la idoneidad y esta IPS es la Clínica Piedecuesta. Ya se firmó el convenio de asociación y el acta de inicio”, aclaró la funcionaria.
De acuerdo con Núñez Lancheros, la Clínica Piedecuesta S.A. recibirá estos centros de salud hará los arreglos y adecuaciones a las que haya lugar para ponerlos en servicio de la comunidad.
Dentro de los compromisos establecidos está la prestación de servicios en medicina general, toma de muestras de laboratorio clínico, toma de muestras de citología, odontología general, enfermería y vacunación.
Se desarrollarán programas relacionados con crecimiento y desarrollo, riesgo cardiovascular, control prenatal, planificación familia y agudeza visual, entre otros.
Jaime Rogerio Báez Rangel, secretario General y de las TIC de Piedecuesta, por su parte, dijo que pese a que se intentó de todas las maneras posibles para que la E.S.E. Hospital Local de Piedecuesta se encargara de su operación, esto no fue posible. Lo anterior, buscando honrar los compromisos firmados en 2014 y respetando el proyecto como fue concebido y comprometido desde el inicio.
“Desde 2020, la administración municipal empezó diálogos con el Hospital, incluso le ofreció aportes por cerca de $400 millones para vigilancia, conectividad, servicios públicos, mantenimiento y aseo. El Hospital Local de Piedecuesta dijo que solo recibía los dos centros de salud urbanos, pero no fue aceptable porque dejaba por fuera los cuatro rurales; entonces, por eso, se inicia un proceso de convocatoria pública”.
El pasado 23 de febrero se seleccionó la oferta presentada por la Clínica Piedecuesta S.A. y el 3 de marzo se firmó el acta de inicio. El convenio de asociación tiene vigencia de hasta cinco años, pero se hará una revisión anual donde la Alcaldía determinará si continúa o no, con base en los hallazgos y evidencias.

Los centros de salud fueron construidos con Certificaciones de Viabilidad Técnica expedidas por la Oficina de Desarrollo Vigilancia y Control de la Secretaría de Salud de Santander, pero se incumplieron parámetros fijados por el Ministerio de Salud y Protección Social.
Los centros de salud no se inscribieron en el Registro Especial de Prestadores de Servicios de Salud de la E.S.E. Hospital Local de Piedecuesta.
La Contraloría General de la República determinó daño patrimonial en cuantía de $2.999 millones, debido a una “gestión fiscal ineficaz, deficiente e inoportuna en el manejo de los recursos provenientes del Sistema General de Participaciones”.
La Contraloría General de la República determinó daño patrimonial en cuantía de $1.098 millones por no evidenciarse la entrega física ni el respectivo ingreso al inventario de almacén del Municipio, de la dotación.
