De día y de noche, el centro de Bucaramanga registra un continuo caos vehicular, sobre todo en las denominadas ‘horas pico’.
Las calles 33, 34 y 36, así como los tramos que conducen a la Diagonal 15 y al Viaducto Alejandro Galvis Ramírez, entre otros, se vuelven intransitables para quienes intentan ingresar o salir de estos puntos de la capital santandereana.
Vanguardia, en su tradicional ‘Top Urbano’, recorrió estas arterias vehiculares y constató que la congestión es mayúscula.
Además del atraso en infraestructura vial, superior a los 20 años; la poca planificación con miras al aumento del parque automotor; el deterioro del pavimento; el pésimo estado de la red semafórica y la evidente falta de alféreces; de la mano de los conductores identificamos otras cinco causas que contribuyen a aumentar la congestión vehicular en esta parte de la capital santandereana.
Nos encontramos con ventas ambulantes tomándose hasta un carril con sus puntos de expendio; obras de infraestructura, las cuales se ejecutan sin un debido plan de contingencia; un completo desorden en el paso de taxis y buses a lo largo de la carrera 15; los conductores que se atraviesan con sus automotores en las intersecciones viales e incluso la proliferación de las estaciones satélites del mototaxismo.
Todos los días se ven carros estacionados a ambos lados de las calles; buses que se detienen en donde se les antoja para recoger pasajeros; motocicletas ilícitas que circulan ‘a la caza’ de pasajeros; carriles enteros invadidos por taxistas mal parqueados, en fin...
Las anteriores razones y otras más se convierten en los ingredientes de un amargo ‘cóctel de situaciones’, el cual explica el por qué pasar por el centro de Bucaramanga es un ‘viacrucis’.
Esta realidad no escapa a conductores y pasajeros de buses, taxis, motos o carros particulares.
Una ‘vieja’ problemática
Los problemas en la movilidad durante los últimos siete años han adquirido mayor severidad, tanto en el centro como en otras partes de Bucaramanga y su área metropolitana.
El aumento de la demanda de transporte y del tránsito vial han traído como consecuencia, particularmente en la zona centro, incrementos en la congestión, demoras, accidentes y problemas ambientales, bastante mayores que los considerados aceptables por los ciudadanos.
Al costo de la congestión en términos de pérdida de eficiencia económica, hay que sumarle sus consecuencias negativas para la ciudadanía que cada día se refunde más en el estrés que representa la movilizarse.
Este fenómeno afecta no sólo a los conductores, sino también a los usuarios del transporte colectivo, pues aumenta sus tiempos de viaje y finalmente ellos son los que terminan ‘pagando los platos rotos’ de este enorme caos vial.
Los cinco ‘lunares’ negros

1. Ventas ambulantes: Los denominados ‘expendios informales’ han optado por habilitar sus ‘sombrillas’ sobre las calles. En zonas como las calles 34 y 36 han llegado a invadir todo un carril.

2. Las obras: Los trabajos de ejecución del ‘Plan Centro’, que nada más en sectores como la calle 37 y la carrera 12 completan más de seis meses, le están quitando vías a la movilidad en el centro de la ciudad.

3. Caos en la carrera 15: El ‘revolcón’ que vive la carrera 15, con la entrada de las rutas convencionales de buses y de taxis, ha hecho más frenético el paso por la denominada ‘espina dorsal’ de la ciudad.

4. Sin ‘inteligencia vial’: Que fea costumbre la de los conductores de algunos buses y de otros carros quienes, sin prever los cambios de luces del semáforo, quedan atravesados en intersecciones viales, generando más caos.

5. La ‘piratería’: Las improvisadas estaciones ‘satélites’ del mototaxismo también contribuyen a las congestiones que se presentan en áreas como las calle 34 y 36 y la Avenida Quebradaseca.
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