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Bucaramanga
Sábado 06 de junio de 2020 - 12:00 PM

Vida en medio de la pandemia: durante la crisis por el coronavirus se han realizado cuatro trasplantes de órganos en Santander

Cada 6 de junio la Organización Mundial de la Salud, OMS, celebra el día mundial de los pacientes trasplantados, una fecha para fomentar la cultura de la donación de órganos. En Santander, en medio de la pandemia generada por el COVID-19, cuatro pacientes han encontrado una nueva oportunidad de vivir.

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A pesar de que, por donde se mire, las consecuencias del coronavirus han sido negativas, para cuatro personas que llevaban años esperando por un órgano, la pandemia parece haberles traído suerte. Durante la grave emergencia sanitaria, que puso a prueba al mundo, la vida los sorprendió con una segunda oportunidad.

Si antes del coronavirus era difícil acceder a un trasplante debido a la escasez de donantes, con la llegada del Sars-CoV-2 la donación se redujo de manera sustancial, sin contar con que los pacientes que necesitan un órgano son considerados de máximo riesgo.

Pero contra todo pronóstico, y teniendo siempre las precauciones del caso, en la Fundación Cardiovascular de Colombia, FCV, cuatro pacientes que estuvieron por largos períodos a la espera de un trasplante, cumplieron el sueño que tanto anhelaban: encontrar un donante y una oportunidad de seguir viviendo.

La tercera es la vencida

Siete meses en proceso de diálisis y tres más en lista de espera por un riñón duró la batalla de Mayra Alejandra Rodríguez, quien desde el 2017 enfrentaba una falla renal que amenazaba con quitarle la vida.

Entre minuciosos exámenes, visitas al médico y bolsas colgando fuera de su cuerpo, Mayra pasaba los días, agradecida por seguir en pie y al mismo tiempo agotada porque su vida ya no era la misma.

“A pesar de que me hacía las diálisis en la casa con ayuda de una hermana, la vida cambia totalmente, hay cosas que ya no puedes hacer y hay que tener cuidados extremos. Vivir 24/7 en función de unas bolsas que te cuelgan es complicado. Durante ese tiempo no pude trabajar”, relata Mayra.

La primera vez que recibió la llamada para un posible trasplante, había pasado una semana de haber ingresado a la lista de espera. Sin embargo en ese momento las cosas no salieron como esperaba.

“La emoción que sentí no sé describirla, fue algo muy grande porque llevaba muy poco tiempo esperando y yo estaba preparada para que la espera fuera más larga. Sin embargo esa vez no fue para mí”, recuerda.

Para la segunda llamada el coronavirus ya había llegado al país, por lo que sus esperanzas de conseguir un donante se desvanecían cada vez más, el panorama de salud no era el más alentador. Esta vez tampoco fue.

Con tristeza y resignación Mayra seguía luchando por mantenerse positiva. En medio de la emergencia sanitaria todo se hacía más difícil: las Unidades de Cuidados Intensivos debían reservarse para los pacientes positivos, el personal médico debía estar a disposición de la pandemia y los donantes desaparecieron.

Pero como dice el dicho, la tercera es la vencida y hace pocos días esta mujer de 30 años, oriunda de Floridablanca, recibió la noticia que tanto estaba esperando, su trasplante era todo un hecho.

“Sentí mucha felicidad pero igual estaba sin muchas expectativas porque ya dos veces me habían rechazado, pero esta vez sí lo logramos”, dice un poco cansada, pues aún se encuentra en recuperación.

“La vida cambia, ya no voy a depender de una diálisis para que mi organismo esté funcionando bien, voy a ser más independiente. Es muy diferente tomar medicamentos a estar en una unidad de diálisis o cargando las bolsas”, añade.

“Ha sido complicado acceder a un órgano”

En la Clínica Foscal, uno de los dos centros médicos trasplantadores en Santander, también se han hecho pequeñas intervenciones, córneas y hueso han sido trasplantados, pero a diferencia de la FCV aquí no se ha realizado trasplante de órganos sólidos durante la pandemia.

Hernando Yepes, cirujano y Jefe Médico del Centro de Trasplantes de la Clínica Foscal, explica por qué ha sido complicado conseguir un órgano.

“Ha sido complicado acceder a un órgano porque no hay disponibilidad de pruebas PCR para COVID-19, que serían estricta y obligatoriamente necesarias tanto para los donantes como para los receptores de los órganos sólidos. Además, mientras la curva de la enfermedad no esté en descenso implica un riesgo muy alto estar trasplantando pacientes de órganos sólidos”, menciona.

Antes de la cuarentena en la Clínica Foscal se habían trasplantado a 10 pacientes de componentes hematopoyéticos (Médula ósea, hígado, ganglios linfáticos)12 riñones y cerca de 30 tejidos oculares y 30 tejidos óseos.

La importancia de seguir donando

Laura Hernández lleva seis años coordinando la unidad de trasplantes de la FCV, para ella la donación de órganos es el acto más solemne que pueda existir.

“Es muy duro tener que ver a las familias despedirse de su ser querido, pero saber que van a permitir que esa persona viva en otra, es un acto lleno de bondad y altruismo”, comenta.

“Donar órganos es un acto de amor enorme, porque es darle la oportunidad a una persona de volver a vivir, con un corazón, hígado o riñón que de otra manera no lo va a poder hacer. Es un acto de solidaridad humana que nos hace totalmente diferentes a otras especies. Donar un órgano es asumir un acto de un gran valor afectivo”, menciona el doctor Yepes.

Durante la pandemia, el equipo médico de la FCV ha trasplantado un corazón a un niño de 10 años, un hígado a un hombre de 54 años y dos riñones a una mujer de 32 años y a un hombre de 45 años.

Desde el 2004, año en que empezó el programa de trasplante en este centro médico, se han realizado 1.042 trasplantes.

“La fe nos mantuvo en pie”

Por dos años, Víctor Montenegro, oriundo de Barranquilla, luchó contra una cirrosis hepática que entendía solo le daba a quienes consumían alcohol. Sin embargo, esta enfermedad tocó las puertas de su vida a causa de una hepatitis no tratada, de la cual nunca tuvo síntomas.

Karina Montenegro es la hermana de Víctor, quien también hace poco fue intervenido y hoy ya se adapta a su nuevo hígado. Estuvo en lista de espera cerca de un año.

“La espera fue tensionante como dicen, desespera, pero siempre confiamos en que las cosas se iban a dar. El día que se dio la cirugía, para nosotros fue algo grande, lo anhelamos por tanto tiempo, pero cuando llegó la pandemia empezamos a dudar. Sin embargo para Dios no hay nada imposible y hoy mi hermano tiene una segunda oportunidad”, relata Karina.

Hoy Víctor y Karina están en casa atendiendo todas las recomendaciones de los especialistas para aprovechar al máximo este renacer.

“Me siento feliz porque se dio el trasplante. En pocos días he sentido que mi vida ha cambiado bastante, soy otra persona”, dice Víctor.

El año pasado, en Colombia se realizaron 1302 trasplantes, 10 % más que en 2018 cuando se realizaron 1184 intervenciones. Sin embargo, con corte a 31 de diciembre en las listas de espera habían más de tres mil personas esperando por un órgano.

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Publicado por Claudia Isabel Delgado

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