Ajeno a las movilizaciones enmarcadas en el Paro Nacional, en Bucaramanga el vandalismo se ha abierto paso en cada jornada de protesta. Estas son las secuelas que han dejado los actos violentos en la ciudad.
La capital de Santander se ha convertido en estos tres meses en una de las ciudades epicentro de la lucha social. No obstante el vandalismo ha dejado ‘cicatrices’.
Los comerciantes, el mobiliario de la ciudad, el transporte público, los residentes de los barrios aledaños a la Universidad Industrial de Santander, UIS, y al Mesón de los Búcaros, así como miembros de la Policía Nacional, han sido blanco de los violentos.
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El parque San Pío se convirtió en el punto de partida de cada jornada de protesta. Allí, cientos de jóvenes se reúnen para ‘calentar motores’ antes de cada recorrido. Sin embargo, cada encuentro representa un vía crucis para los comerciantes del sector.
El barrio la Universidad ha sido otro de los puntos más afectados por el desorden y los enfrentamientos con la Fuerza Pública después de cada jornada de movilización social.
Habitantes del sector relataron cómo han vivido las intensas noches de disturbios y desmanes que se toman el barrio desde hace más de tres meses.
Los establecimientos comerciales se han visto casi que obligados a resguardar su infraestructura, intervenir sus jornadas laborales o en el peor de los casos, cerrar sus locales.
Al recorrer la calle 36 desde la carrera 27 y hasta llegar a la Plaza Luis Carlos Galán, lo primero que se perciben son las cenizas que han dejado las manifestaciones.