Al otro lado del teléfono, la bióloga marina Juliet Prieto pregunta cuál es mi interés en contar la historia de ‘Miguelito’, el manatí rescatado en El Banco, Magdalena, el sábado 11 de marzo, en estado de deshidratación y con heridas en su dorso y costados.
Le dije que, por lo que conocía de las leyendas e investigaciones de la comunidad de la ciénaga de Paredes, en Santander, uno de los espejos de agua más importantes de Colombia y que alberga a estos mamíferos, una mamá manatí nunca deja a solas a una de sus crías y menos a tan corta edad y que era un interés personal por conocer un poco más de esta historia, teniendo en cuenta que hace un año supe por noticias de la existencia de otra “vaquita de agua”, también encontrada por pescadores.
Según la información de un medio nacional, ‘Tasajerito’-como fue llamado tras su hallazgo en la población de Tasajera, zona limítrofe entre la Ciénaga Grande de Santa Marta y el mar Caribe- sólo tenía tres días de nacido y, al igual que ‘Miguelito’, no se supo del rastro de su mamá. Fue dejado en manos de biólogos marinos y veterinarios de la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag) y continúa al cuidado de este equipo en el Acuario de El Rodadero, en Santa Marta. ‘Tasajerito’ y ‘Miguelito’ (manatíes neonatos huérfanos) hoy día comparten casa y, como afirma Julieth Prieto, “ya se comunican, se reconocen, y serán amigos antes de poder liberarlos”.
‘Miguelito’ pidió ayuda
Prieto recuerda que fue bautizado con ese nombre como gesto de agradecimiento con los pescadores de San Miguel, que lo rescataron y lo trasladaron hasta el Centro de Fauna, donde hoy día permanece bajo estrictos cuidados. Llevaban dos días viéndolo solo, sin la mamá, lo cual es la primera alerta, pues las crías no nadan solas. En un esfuerzo por ayudarlo, lo sacaron y lo cambiaron de zona en el río, pero tenía poco movimiento, varias heridas superficiales, como si se hubiera golpeado con la hélice de una embarcación.
“Si un bebé manatí está solo es porque mataron a su mamá para comérsela. Esa es la realidad en Colombia y en muchos países donde existe esta especie que, además, comparte ecosistemas con los cocodrilos, y estos no se los comen”, comenta esta experta.
Sobre la pedagogía que ha impartido tanto Corpamag como los cuidadores de la zona, los habitantes saben que los manatíes son “animales clave para los ecosistemas y su conectividad”, ya que, por su gran tamaño, se comen las plantas acuáticas, “hasta 40 o 60 kilos cuando ya son adultos”; es decir, como explica esta bióloga marina, “hacen el trabajo de una draga destapando caños. Una familia de manatíes puede comerse hasta 500 kilos al día de plantas acuáticas”.
Cruzada por ‘Miguelito’
La cría de manatí de la especie Trichechus manatus permanece bajo observación. Juliet Prieto asegura que les preocupa que a medida que avanza la recuperación, el dinero para la compra de medicinas y alimentos, en especial, de la leche, pues debe ser importada desde Estados Unidos, escasea. “El presupuesto que tenemos para la atención de los animales este año ya está dado, pero no estaba dado con esta eventualidad y menos para otro bebé manatí”, aclara la experta.
Esta situación también lleva a Prieto a recordar lo que pasó con ‘Magdalena’, una manatí que fue rescatada por pescadores el 16 de septiembre de 2022, en la Ciénaga de Cicuco, de Santa Bárbara de Pinto, y que falleció en octubre pasado: “Le hacíamos curaciones hasta tres veces al día y en cada procedimiento nos gastamos 4 millones de pesos. En eso estuvimos 20 días hasta que murió”.
No olvida el compromiso que varias comunidades tienen con esta especie por sus conocimientos ancestrales y cómo ella y el equipo de Corpamag han firmado incluso acuerdos para que estas se sientan respaldadas. Les ocurrió en 2016, cuando acudieron al llamado de los pobladores de Jaraba, en Santa Ana (Magdalena), cerca a Mompox, bajo la confirmación de que un manatí macho y adulto necesitaba cuidados porque no comía y estaba bajo de peso, debido a una infección: “Doctora, usted nos tiene que asegurar que nos va a devolver el animal porque si no se nos seca la ciénaga”. Esa era la preocupación de 25 pescadores o cuidadores de la especie, a los que un año después se les entregó a ‘Jaraba’, como fue bautizado el paciente.
“Con ‘Miguelito’ hemos tenido muchos gastos. Debemos darle una leche especial para mamíferos que el año pasado estaba en 148 dólares el tarro más grande. Hoy está a 343 dólares. También debemos comprar el agua dulce, porque a él lo tenemos en el Acuario y necesitamos mantenerlo hidratado y hacer los recambios”, concluye esta profesional reconocida como pionera en la creación de un centro especializado para manatíes en Colombia.
Por ahora, trabajan de la mano con varias organizaciones y la idea es estrechar lazos y lograr colaboraciones de todos los interesados en la preservación de la especie. Vía redes sociales de Corpamag pueden hacerlo (@corpamag).