La situación de Metrolínea empeora, sus finanzas se hacen más exiguas, su personal se acorta, su flota se esfuma, sus paraderos y estaciones se oxidan, se desmantelan y se desploman, sus deudas crecen y los usuarios desaparecen.
Cada vez son más los santandereanos que le apuestan al comercio amigable con el medio ambiente. La reutilización de materiales y el uso de emergías limpias son protagonistas.