Desde sus inicios en el profesionalismo colombiano se caracterizó por traer jugadores paraguayos de gran talla y jerarquía para jugar al fútbol en el equipo del departamento de Risaralda. Los viejos hinchas y los comentaristas veteranos como el doctor Hernán Peláez deben recordar a Lorenzo ‘Pate mula’ Calonga, a Isáias Bobadilla, a Ramón ‘Moncho’ Rodríguez entre otros, como unos jugadores que no solo mostraban su furia guaraní, también jugaban muy bien y dejaron gratos recuerdos en los estadios del país.
En la década del 70 vi a varios de esos ‘paraguas’ recios y fuertes en el juego aéreo, los cuales no se guardaban nada a la hora de meter pierna e imponer respeto en las canchas colombianas, tales como Eliseo Gaona un gran capitán y ni qué decir de Aurelio Valbuena. Pero los jugadores paraguayos no solamente tenían de sobremesa la pierna fuerte, también hacían goles como los que nos dejaron anotados en las estadísticas Arístides Del Puerto y Apolinar Paniagua.
Sería imperdonable dejar de lado a grandes jugadores colombianos que vistieron esta camiseta como Jairo ‘Chiqui’ Aguirre, Benjamín ‘Mincho’ Cardona y el maestro Jairo Arboleda. Luego se les uniría un gran volante argentino quien era todo un crack sobre todo a la hora de pegarle a los tiros libres como el argentino Sergio ‘El flaco’ Cierra. A algunos de ellos los dirigió el gran técnico César López Fretes, también de nacionalidad paraguaya y quien en los amaneceres de la década del 70 armó un equipazo al cual se le conocía como el 'kínder de López Fretes'.
Siempre tuvieron buenos equipos hasta que se metieron en terrenos llenos de fango y arenas movedizas y se quedaron enterrados como el noble buey, aparte de eso, abandonados y sin nadie que los sacara de allí. Se fueron a liquidación y aun así salieron campeones después de 74 largos años de espera y sufrimiento. Se siente alegría por una región y una afición golpeada y sufrida, porque la noche del siete de diciembre de 2022 pudo rodear de velitas su primera estrella. Se acabó la agonía de muchos hinchas y periodistas que durante décadas buscaron afanosamente un título para adornar su repisa. Muchos se fueron y no pudieron celebrar de manera terrenal la que fue la noche más bonita de su historia. No me imagino la emoción de muy buenos amigos y ex compañeros de Caracol como el gran Luis Alfredo Céspedes y Gustavo ‘Tato’ Sanint. Hace algunos días partió en su bicicleta rumbo a la eternidad otro gran compañero de mil batallas como Francisco ‘Pacho’ Benítez quien fue a la guerra sin cavar trinchera, para que el Pereira algún día consiguiera el objetivo soñado.
Por los lados del Eje Cafetero tienen un dicho que reza: “A Santa Rosa o al charco”. El Deportivo Pereira ya está en Santa Rosa. Es más, ya está en la Copa Libertadores. Mientras que por estos lados, el Bucaramanga no va a ‘ningún Pereira’ y ni siquiera puede igualar al Pereira, porque ya se quedó solo en el parque, sin estrellas, sin títulos, como diría el cantautor Ricardo Arjona, el Bucaramanga está tan solo “como un niño en un asilo de ancianos, solo como Fidel caminando por la acera de Wall Street, solo como Octavio Paz en una disco de moda”. El equipo Atlético Bucaramanga que le pertenece a una ciudad que en pocos días cumple 400 años, tiene un onceno que se ha convertido en un auténtico hotel de paso, en una pensión de mala muerte y sin ganas de ponerle estrellas a la puerta de entrada a ver si alguien quiere alojarse ahí.
Es un equipo mal manejado, abandonado a su suerte por los mismos que lo manejan. Es un bus varado en una carretera solitaria con una estación de gasolina a pocos metros, la cual ni siquiera le vende o le regala combustible para que se mueva y por lo menos llegue a su destino. Los Reyes Magos salieron detrás de una estrella que los guiara hasta Belén y llegaron al pesebre para entregarle unos obsequios a Jesús de Nazaret. Ayer llegaron a Pereira y les dejaron su estrella para que adorne el árbol del ‘Grande Matecaña’.
Por aquí ni sombra de que arrimen tan siquiera a visitar el alumbrado de nuestra ciudad. Sin embargo la sufrida afición del Atlético sigue soportando a los ‘reyes malos’ quienes reciben muy buen dinero por cuenta del fútbol colombiano y terminan armando un pesebre a las carreras, traen dos burros viejos, unas vacas gordas, una docena de ovejas trasquiladas por un peluquero borracho y casi todos salen despavoridos como camello por el desierto, al igual que varios jugadores quienes junto al ‘Bolillo’ Gómez abandonaron un proyecto que no existía.
El Atlético Bucaramanga es el único socio antiguo de la Dimayor que no ha salido campeón. Se quedó solo en el baile de los que sobran. Cuándo será ese día se preguntan los hinchas. La respuesta la tienen los que manejan el equipo. Deben entender que no fueron capaces y que no van a poder mientras sigan siendo tozudos. Felicitaciones a los pereiranos, se les adelantó la navidad. Los de aquí a mirar a los demás comer natilla y buñuelos y antojados recogiendo las migas de los demás. Chao y hasta la próxima.