Esta semana se realiza la Reunión Técnica Nacional de Palma de Aceite, en Bucaramanga, en donde se reunirán los palmicultores del país para analizar la productividad, la sostenibilidad y la rentabilidad del negocio.
Según Fedepalma, Santander hace parte de los seis principales departamentos productores de palma de aceite, con 91.857 hectáreas sembradas y con 16,03 % de la producción nacional. Este cultivo representa el 23,5 % del PIB departamental agrícola. La palma de aceite participa con el 25,49 % del total de los cultivos del departamento. Hay 1.142 palmeros en 12 municipios, en donde se generan 30.348 puestos de trabajo.
Con ocasión de este evento, que irá del 26 al 29 de septiembre de 2023, Vanguardia conversó con el director general de Cenipalma, Alexandre Patrick Cooman.
¿Cuáles son los temas o ejes principales de la reunión técnica de este año?
Es una mezcla de conferencias magistrales sobre avances de investigación y de tecnologías por Cenipalma, combinado con otras conferencias de los mismos empresarios y de los técnicos de las plantaciones y plantas de beneficio, con sus experiencias de innovación, quienes han aterrizado tecnologías, nuevos procesos y procedimientos en sus empresas.
En cuanto a los ejes principales, tenemos el de productividad que incluye los temas relacionados con la sanidad de los cultivos, la eficiencia de procesos, por ejemplo, experiencias de aplicación de sistemas de información geográfica e inteligencia artificial al cultivo de palma de aceite. En segundo módulo tendremos la sostenibilidad con mucho énfasis en la parte ambiental y social, hablaremos de la estimación de la huella de carbono del cultivo en Colombia, cómo es el perfil socioeconómico de los pequeños palmicultores a nivel nacional, y equidad de género en el sector palmero, entre otros.
También habrá experiencias de plantaciones sobre cómo han manejado su biodiversidad, como están realmente haciendo realidad el manejo de sus tema es ambientales y sociales, cómo la cultura generativa es real en el cultivo de palma de aceite. Y en un tercer módulo hablaremos sobre el procesamiento en plantas de beneficio, que combina la ingeniería, la optimización de procesos, mejoramiento de la calidad de aceite y temas ambientales, como el uso de energías alternativas y ajustes en el procesamiento de cultivos de palma de aceite.
El tema de moda es la transición energética, así como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y lograr el efecto de carbono neutro. Ante esto, ¿cómo están los palmicultores?
Nuestro sector tiene un comportamiento favorable para reducir la huella de carbono. Hemos realizado investigaciones, analizamos diferentes cadenas de producción de palma de aceite y accedimos a información de terceros (empresas internacionales), entonces vemos un panorama muy positivo en el caso de la palma de aceite en Colombia. Esto significa que hay una huella negativa, es decir, hay más fijación de dióxido de carbono de lo que se libera.
Esto hace que este cultivo y su aceite sean una opción interesante para la transición energética, conectándolos con la generación de empleo, el desarrollo social y trabajar en esos municipios tradicionalmente excluidos. Queremos ser protagonistas en la transición energética.
También le apostamos a la cero deforestación, no solamente que este compromiso, sino que por mediciones externas la palma de aceite es 99 % libre de deforestación, esto pocas personas lo saben y creen que de pronto hay más asociación del sector con deforestación, pero no es el caso. Entonces, es un cultivo altamente eficiente en el uso de recursos, con cero deforestaciones y con una huella de carbono negativa.
El gremio palmicultor lleva sobre sus hombros unos pasivos ambientales a lo largo de su historia relacionados con contaminación, monocultivo y uso del agua. Hoy día, ¿cómo trabajan para ser más amigables con el medioambiente?
Hay diferentes componentes, por un lado hacer un buen trabajo, eso es lo primero, ser conscientes como sector que hay que ser sostenibles, que el mismo gremio lo requiere en todos sus aspectos. Es decir, tiene que ser rentable, con un mínimo impacto ambiental y generar beneficios sociales.
Como segundo punto, hay que demostrarlo. Eso significa que el sector palmicultor participa en esquemas de certificación, en los que uno realmente demuestra las buenas prácticas económicas ambientales y sociales. Eso se complementa con la demostración de la cero deforestación, que es comprobada por entidades externas. Y el tercer punto es comunicarlo, lo que más nos hace falta y dando más necesitamos.
Nuestra tarea es contrarrestar esas percepciones con números, datos y hechos que literalmente demuestran que es un sector con un impacto muy positivo en los diferentes ejes de la sostenibilidad.
Hablando de medioambiente, ¿cuáles son las innovaciones que adelanta el sector para ser más sostenibles?
Por ejemplo, hay un eje de calidad de suelo, en el que hemos hecho trabajos para demostrar cómo la biomasa reciclada de plantas de beneficio del mismo cultivo mejora el suelo y hace la fertilización más eficiente. Estamos retomando un programa de microbiología de suelo que apunta a una mayor eficiencia en nutrición, biodisponibilidad de fósforo y otros nutrientes en el suelo. En el eje agua hemos realizado analizando la bahía hídrica para determinar netamente las necesidades de agua, los sistemas de riego con métodos más eficientes. En lo fitosanitario, la innovación tiene énfasis en el control biológico, buscamos que haya ciertos fotobosque e insectos que ayudan a hacer ese control.
¿Cuáles son los retos y coyunturas que tiene el sector palmicultor?
Como problemas importantes seguimos con unos desafíos fitosanitarios mayores, pese a que hay avances importantes en tecnologías, y mucha gestión para que aprendamos cada vez más a convivir con la enfermedad sin que nos afecte en el desarrollo económico del cultivo y logremos producción a largo plazo.
También seguir luchando por una mayor productividad con mayores eficiencias. No podemos subir solamente utilizando recursos, sino lograrlo con más eficiencia en fertilidad y calidad del suelo, así como en el uso de agua. Otro reto es la productividad laboral porque si uno se compara con otros cultivos de ciclo corto, es una productividad realmente baja, es un sector que ha mecanizado automatizado poco en sus labores en cultivo. Son labores difíciles de mecanizar por el mismo ambiente y por la especificidad del cultivo, pero tenemos que enfrentarlo. La idea no es desplazar mano de obra, sino que sea de mayor valor y calidad, de mejor ergonomía, sobre todo en zonas donde ya hay dificultad para conseguir mano de obra calificada.
Esto hay que relacionarlo con la calidad de aceites, en especial con el mercado de Europa, en donde son cada vez más complejos, eso pone unos desafíos tecnológicos tanto en cultivos como en plantas de beneficio para poder garantizar la calidad requerida, eso suma también a los otros atributos de la palma como certificación de libre deforestación y huella de carbono baja.
Periodista económico en Vanguardia. Magíster en Estudios Políticos, de la Universidad de Caldas. Comunicador Social – Periodista, egresado de la Universidad Pontificia Bolivariana. De La Guajira.
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