Tras el anuncio del presidente, Gustavo Petro, de la posibilidad de retomar parcial o totalmente las funciones de la Comisión de Regulación de Energía y Gas, Creg, para solucionar el ‘cuello de botella’ de las alzas en los precios de los servicios públicos, en especial el de la energía, se suscitó un debate sobre control de precios en el mercado eléctrico.
Incluso, el mandatario nacional cuestionó el porqué las generadoras hidroeléctricas con embalses llenos ponen a $900 el kilovatio hora, cuando normalmente era de $200.
Sergio Cabrales, experto en el sector energético y sistemas financieros, precisó que esos $900 no los reciben las hidroeléctricas, ya que ese valor es el costo final de la electricidad, que incluye la generación, pero también la transmisión, la distribución, la comercialización, las restricciones y las pérdidas.
“El aumento del 40 % de las tarifas está explicado principalmente por el aumento del índice de Precios al Productor (IPP), que es el factor de ajuste de transmisión, distribución y comercialización. El precio en bolsa no ha superado de $550 kilovatios hora en enero de 2023”, dijo Cabrales.
Servicio energía
Por eso, la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen) salió al paso del debate y precisó que en la factura que se paga hay un cobro por cada servicio que se presta para que llegue la energía desde las centrales, donde esta se genera, hasta los hogares colombianos.
El gremio explicó que el valor total se divide de la siguiente manera: 35 % corresponde a la producción de energía; 5 % a la transmisión del servicio desde las centrales hasta las ciudades; 38 % a la distribución desde los centros poblados hasta los hogares o establecimientos; un 13 % a la lectura de los medidores, la entrega de la factura y el recaudo de esta; 7 % para las pérdidas técnicas; y 2 % para el mantenimiento y otras labores que garantizan la prestación del servicio.
Mercado y consumo
Asimismo, Acolgen recordó que la energía que se consume en Colombia se negocia de dos maneras:
a) En contratos de largo plazo, que representa el 80 % de la energía que se recibe. Son negociaciones bilaterales, dentro de un libre mercado, y cuyo cumplimiento se ejecuta en varios años. Es decir que el 80 % de la energía que hoy se está recibiendo se negoció varios años atrás.
b) En bolsa, que representa el 20 % de la energía que se recibe en el país. Estas son negociaciones diarias y sus variaciones repercuten en menos del 6 % de la tarifa final de la factura de energía.
A renglón seguido, el gremio puntualizó que la bolsa es un mercado de ajuste para los picos de demanda de energía que tienen los comercializadores y que deben acudir a esta opción cuando la energía negociada en los contratos de largo plazo no es suficiente.
“Es importante hacer énfasis en que los embalses tienen que atender y cumplir con los compromisos de entrega de energía establecidos en los contratos de largo plazo y en la bolsa, según las necesidades de cada día”, aclaró Acolgen.
Para el gremio, lo más importante en medio de esta discusión es revisar los balances de oferta y demanda de energía en Colombia para tomar decisiones de forma técnica.
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Natalia Gutiérrez, presidenta de Acolgen, explicó cómo es el funcionamiento de los embalses en Colombia.
“Pensemos en que cada embalse es una batería, unas grandes y otras no tanto. A la más grande del país, la ‘pila’ le dura hasta un año, pero la mayoría tiene una duración menor a tres meses. La pila en este caso es la cantidad de agua que pueden almacenar, 18.197 gigavatios para ser exactos”.
¿Qué representan esas 18 mil gigavatios? Gutiérrez indicó que son menos del 23 % de la demanda de un año en el país, esto significa que en menos de tres meses, si deja de llover, Colombia estaría sin ‘pila’.
“Los embalses en Colombia no solamente son usados para generar energía, muchos son multiusos, siendo el principal propósito de muchos el de abastecer de agua a grandes ciudades. Por lo anterior, las empresas deben moderar el uso del agua y esto lo hacen dentro del mercado mayorista, específicamente en la bolsa de energía. Aquí, al igual que en cualquier mercado, las empresas llevan su producto para venderlo (energía en kilovatios en este caso)”, sostuvo la dirigente gremial.
Añadió que si las empresas quieren vender su producto, pues deben ofertar precios bajos, pero si no quieren, deberán ofrecer precios altos para que alguien más los reemplace. “¿Por qué querrían ser reemplazados? Para poder ahorrar agua”. Quienes hacen ese reemplazo son las plantas térmicas, que usan carbón, gas natural o combustibles líquidos. Y operan cuando se requiere moderar el uso de agua, lo que genera incremento en el precio de bolsa.
Este sistema ha funcionado por 30 años: hay hidroeléctricas que generan entre 70 % y 80 % del tiempo, y plantas de respaldo térmicas que funcionan entre 20 % y 30 %. Este equilibrio asegura que haya energía 24 horas, así llueva o haga sol.
“En Colombia tenemos un ciclo hidrológico claro: todos los años entre diciembre y marzo, los precios en la bolsa tienden a subir, ya que llueve poco (verano eléctrico). Esto se agrava cuando hay alertas de posible Fenómeno de El Niño, pues los embalses no alcanzan a recuperarse. Por eso, recordemos: operar para tener confiabilidad (recibir energía eléctrica a pesar de las condiciones climáticas) no es gratis y el agua tampoco”, remató Gutiérrez.