Actualmente los mercados se encuentran inestables debido a los rezagos dejados por la pandemia, a esto se le suma la crisis relacionada con las materias primas producto de la guerra entre Rusia y Ucrania, por lo que pensar en alternativas de inversión no es tarea fácil.
No obstante, los bonos del tesoro y commodities como oro, petróleo, entre otros, son una buena opción para que los inversionistas aseguren sus recursos. “Recordemos que la mayoría de los bancos centrales del mundo están subiendo las tasas de interés con el fin de hacerle frente a la crisis económica que se avecina, por lo que resguardar nuestros fondos en portafolios de inversión estables sería la mejor decisión”, asegura Jamez Hernández, presidente y cofundador de Trust Corporate.
Las oportunidades dependen del perfil del inversionista, dado que la opción de bonos se inclina por la renta fija a un tiempo determinado que oscila entre el mediano y largo plazo; por su parte, las acciones son consideradas opciones de renta variable a mediano y largo plazo.
Diferencias
“Los bonos generan unos intereses fijos y los plazos también los son, mientras que las acciones generan unos dividendos variables. Adicionalmente, tienen valorización en la mayoría de los casos. Tanto los bonos como las acciones nos permiten tener liquidez en cualquier momento. En el caso de los bonos podemos tener un flujo de caja fijo, mientras que en el caso de las acciones debemos esperar al desempeño futuro de las empresas, es decir, depender de sus utilidades”, explica Reinando Medina, experto en finanzas de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz.
Pero, ¿por cuál de los dos inclinarse para invertir? De acuerdo con los expertos, dentro de los beneficios de los bonos se resalta el hecho de que sus ganancias son garantizadas, ya que obligan al emisor a pagar con lo prometido en el bono; por su parte, las acciones convierten al comprador en “socio” de la empresa y, en algunos casos, suelen tener acceso a la toma de decisiones de la misma, además, es posible contar con dividendos en caso de bonanza.
“Dentro de las desventajas, los primeros (bonos) suelen ser limitados y diseñados para expertos en el tema y no ofrecen beneficios extra más allá de lo prometido inicialmente por el emisor. En las acciones, las ganancias no están garantizadas y pueden tener un riesgo de pérdida mayor en caso de que el valor baje. Además, la repartición de los dividendos depende de decisiones internas de la compañía y no siempre se llevan a cabo”, expone el presidente de Trust.
Mayor rentabilidad
Para decidir si se debe invertir entre una u otra opción es fundamental analizar el perfil del inversor, ya que “la inversión en bonos se orienta a un perfil más conservador, mientras que las acciones van dirigidas a personas más arriesgadas. Si el inversionista no tiene prisa en obtener rentabilidad, por el contrario, la quiere a mediano o largo plazo, podría invertir en acciones y convertirse en accionista, pero si no quiere esperar tanto tiempo y requiere de liquidez inmediata y permanente, la recomendación es invertir en bonos”, aconseja Saúl Mendoza, docente de administración de empresas virtual de la Fundación Universitaria del Área Andina.
Los expertos concuerdan en que sin importar si la decisión final se inclina por los bonos, las acciones o se está asesorando para armar un portafolio que mezcle las dos, antes de invertir es indispensable conocer cómo funcionan los activos financieros en su totalidad, la empresa o entidad en la que invierte, las perspectivas a corto, mediano y largo plazo para que le saque el mejor provecho a la operación y evite quedarse sin inversión y, de paso, sin ahorros.