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Espiritualidad
Miércoles 04 de mayo de 2022 - 12:00 PM

Cuando las horas pasan sin ton ni son

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Tal vez por las preocupaciones y el agite cotidiano llegamos a un punto en el que nos sentimos fundidos. Hay momentos incluso en los que creemos que no daremos más y que se nos acabará la batería.

Ese diagnóstico se refleja en el aburrimiento o en el poco interés por realizar lo que antes nos apasionaba. ¿Le ha ocurrido?

Hablo de esas temporadas en las que no se sienten ganas de hacer nada, se adopta una pasividad extrema, aparecen los bostezos y, lo que me parece más preocupante, se empieza a tener una visión muy tacaña de nosotros mismos, al punto de que hasta perdemos el deseo de levantarnos para asumir nuestros quehaceres.

La radiografía en esos casos es muy clara: asumimos que nos toca adaptarnos al crujido inevitable del cansancio y, por ende, un inusitado desánimo irrumpe a nuestro alrededor como una sobrecarga atosigadora que, de no tratarse, puede convertirnos en frustrados, amargados o fracasados.

Sucede que nos dejamos oxidar por la rutina y, de manera literal, optamos por quedarnos con los brazos cruzados esperando que todo transcurra sin el menor grado de emoción.

El estrés diario nos embadurna e incluso nos dejamos atrapar por nimiedades o por preocupaciones injustificadas.

¡Mucho cuidado!

Porque si esta situación llega a ser crónica o prolongada tenderemos a la depresión. Y si llegamos a ese estado, nos conviene hacerle una ‘reingeniería’ especial a nuestras vidas.

Debemos reinventarnos, entre otras cosas, para que la energía de vivir se nos recargue.

Deberíamos entender que no somos de yeso; en cambio sí sentimos, sí deseamos y sí necesitamos motivarnos para continuar con nuestros frentes de trabajo.

Si queremos llenar de emociones nuestra vida, acerquémonos a ellas. Aprovechemos nuestro tiempo y saquémosle jugo a cada experiencia.

¡Es prioridad recuperar el entusiasmo! Y la clave está en atraer pensamientos positivos, de esos que se elevan tan alto que hacen que al cerebro lleguen marejadas de esperanza y de buena vibra.

Si estamos enclaustrados en la rutina, es impajaritable sacudirnos de esa modorra.

De ahora en adelante, cuando nos apabulle un problema, debemos pensar qué provecho le podemos sacar a esa situación.

En esto será fundamenta no sumergirnos en el abandono. En los momentos de ansiedad respiremos profundo, hagamos una pausa para pensar y para pedirle a Dios una gota de serenidad.

Planeemos nuestro día a día, pero tengamos un ‘Plan B’, por si acaso. Algunas veces las cosas no salen como lo pensamos.

Tengamos presente que en el fondo solo somos lo que hacemos por nosotros mismos.

BREVES REFLEXIONES

* Nuestros días están plagados de distracciones, llamadas, correos, tareas pendientes, etc... Ha de saber que el tiempo no puede ser detenido ni puede ser retenido; así que no hay retroceso posible. Es decir, debe aprovechar al máximo cada hora que esté en este mundo.

* A veces usted lleva a cabo sus quehaceres cotidianos con mucha zozobra. Si tuviera fortaleza en su vida interior no tendría de qué preocuparse. Puede seguir cambiando el exterior, pero nunca estará satisfecho a menos de que los cambios sean internos.

* Hay diversidad de caminos porque hay diversidad de historias humanas. Y cuando encontramos nuestro trayecto, es bueno y beneficioso que nos mantengamos en él. Esto no impide que miremos de vez en cuando cómo los jardineros de al lado cultivan su propio jardín y nos maravillemos.

* La vida está llena de opciones que pueden ser vistas como desvíos

esquinas o cruces. Usted puede elegir realizarse o incluso no hacer nada al respecto. Se nace como una semilla y depende de cada quien crecer y tomar el camino que más considere apropiado.

¡CUÉNTENOS SU CASO!

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo, sobre todo en esta época. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto. Cuéntele su caso a Euclides Kilô Ardila al correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “A mis 37 años aún vivo en la casa de mis padres. Tengo un trabajo por el que no recibo mayor remuneración. Las cosas no se me dan y no sé qué hacer. Estoy estancado y, lo que es peor, no vislumbro la posibilidad de salir de este oscuro callejón. ¿Qué consejo me podría brindar? Le agradezco un consejo”.

Respuesta: No creo que sea del todo ‘malo’ vivir en casa de los papás, si usted no es carga para ellos. Yo sé que salir del hogar y hacer rancho aparte sirve para madurar, para sacarse las castañas del fuego, para aprender a vivir como adultos y de paso para no terminar siendo cuarentones con un modo de vida adolescente. Pero no creo que ese sea su problema.

Yo pienso, por lo que leo entre sus líneas, que se siente estancado porque, de manera literal, no decide salir de su zona de confort. Tenga presente que todo lo que le pasa es para algo y tiene su razón de ser. Tal vez siente que no avanza por el simple hecho de que no ha crecido; es probable que su mente y su alma se cerraran y hagan que su mundo se nuble. Pero ojo, dentro de esa oscuridad siempre existirá una luz de esperanza que hará que renazca desde las cenizas.

Dele ‘tiempo al tiempo’ y recuerde que nunca es tarde para volver a comenzar. Usted puede escribir una mejor historia en donde usted será el protagonista.

Mi consejo es directo: arriésguese a vivir y tome las riendas de su vida. ¿Qué tal pensar en un emprendimiento? Toque puertas, sea creativo y esté con la mente abierta. Oportunidades siempre hay, solo se deben buscar y le garantizo que esa búsqueda le dará resultados.

¡Piense en que puede lograr lo que quiere y saldrá adelante!

Salga y devórese al mundo: recuerde que sí puede, solo debe lanzarse al ruedo y trabajar por sus sueños.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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