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Espiritualidad
Miércoles 17 de agosto de 2022 - 12:00 PM

Cuando nuestros planes se rompen

Cuando las cosas no salen como queremos, las podemos ver como desgracias o como oportunidades para salir de nuestra zona de confort y crecer a nivel emocional.

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Nada más frustrante que ver cómo nuestros planes se resquebrajan. Cuando eso pasa, solemos quedarnos en blanco y experimentamos una sensación de vacío impresionante. No obstante, no podemos caer en el desaliento.

Muchas veces la realidad no termina siendo lo que esperábamos por varias razones: tal vez no íbamos por el camino acertado, de pronto fallamos en algún paso y también hay que reconocer que existen circunstancias que no dependen directamente de nosotros.

Ser conscientes de que algo no nos salga como anhelamos es clave para ver los traspiés como ‘aprendizajes’ y no como ‘fracasos’.

Para mí la clave siempre ha sido enfocarme en los hechos que puedo controlar y saber en cuáles debo esperar el tiempo prudencial para actuar.

Siempre hago una lista de aquello que me preocupa. Después escribo las opciones a seguir y, cuando tomo las decisiones que creo convenientes, centro mi energía en los pasos que me corresponde dar, pero sin idealizar ningún resultado.

Además, yo sé que los planes que Dios tiene para mí son más grandes que cualquiera que me alcance a imaginar.

Es conveniente que veamos las cosas con resiliencia. Aunque no lo creamos, Jesús nos ha diseñado una misión y lo más preciso que podemos hacer es desenvolvernos lo mejor posible.

Si nos ponemos en sus manos sin temor y dejamos que Él haga su voluntad en nuestra vida, poco a poco nos iremos convenciendo de que debemos aceptar lo que nos ha pasado.

Es cierto: podemos pasar por momentos ‘malos’, pero a todos nos corresponde ir mirando hacia delante.

Es decir, no podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando que todo nos baje del cielo. ¡Todo lo contrario! Es fundamental actuar con serenidad.

Hay que tener fe. El Señor estará junto a nosotros ayudándonos y guiándonos hacia cada una de nuestras metas.

Procuremos afrontar el camino que decidamos tomar con sus reveses e infortunios. Eso sí, debemos elegir senderos que nos ayuden a crecer como personas y que nos hagan entender nuestra misión y comprender a quienes están a nuestro alrededor.

La clave es tener la entereza suficiente como para saber que lo que hagamos de una manera correcta y con perseverancia, sin lugar a dudas, siempre nos saldrá en el tiempo de Dios. De igual forma, de nada sirve hacer algo si no optamos por ser buenas personas; pues de nuestro proceder dependerá que la vida nos sonría o nos haga pasar feos ratos.

Cuando decidimos tratar mal a alguien solo para alcanzar nuestros propósitos, terminamos solos y refugiados en nuestra propia amargura.

Por último, hemos de saber que el Creador no nos promete un caminar fácil, pero sí un final dichoso. Y por eso, cuando Dios nos regala un sueño, sin duda despertaremos acompañados de aquellas bendiciones que van a ayudarnos a hacerlo realidad.

¡CUÉNTENOS SU CASO!

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página de Espiritualidad. Envíe su testimonio a Euclides Kilô Ardila al correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “No sé cómo explicarle, pero no vivo tranquilo. Todo me inquieta, me da temor continuar con mis proyectos y casi ni duermo pensando en el ‘trote’ del amanecer de cada día. Antes no era así; esa angustia me surgió durante este tiempo de pandemia. Es como si no quisiera continuar con mis agendas. El asunto es grave porque todo esto afecta mi vida cotidiana. ¿Qué debo hacer para no sentirme así? Le agradezco una respuesta”.

Respuesta: Tras las difíciles circunstancias por las que atravesamos, entre ellos los dos largos años de pandemia, usted, yo y todos hemos pasado por episodios de inseguridad. Esto se ha traducido en ese malestar que ha afectado su vida en varios ámbitos.

El asunto es claro: durante y después de un periodo de aislamiento como el que ha soportado, la salud mental debe ser su prioridad. Lo que puede estar sintiendo es que el regresar a una ‘nueva normalidad’ le está pasando la cuenta de cobro.

En su caso, conocer y aceptar sus miedos serán puntos claves para enfrentarlos y para superarlos. Usted debe dar ese paso, sobre todo si tiene claro que tiene que desprenderse de toda esa inseguridad que percibo entre las líneas de su carta.

Establezca un diálogo interior de tal forma que le permita determinar los factores que le han desencadenado esos temores: ¿Tal vez padece de estrés? ¿De pronto ha pasado por momentos traumáticos? ¿Es probable que la pandemia lo haya convertido en una persona susceptible?

Pídale a Dios claridad, fortaleza y serenidad para afrontar esa sensación que hoy experimenta. No se deje abrumar más de la cuenta y asuma el control de su vida.

REFLEXIONES CORTAS

* Al levantarse cada día, pídale a Dios bendiciones en formas de pequeñas gotas de agua para usted y para todas las personas queridas que le rodean y que, en cierta medida, han tocado su alma. Claro está que si lo agarra un ‘aguacero’, perdónese a usted mismo porque de pronto se le pasó la mano en buenos deseos.

* Lo que no decimos se acumula en el cuerpo y se convierte en insomnio, en nudos en la garganta, en jaquecas, en nostalgias, en fracasos, en recuerdos grises, en deudas, en insatisfacciones, en tristezas y en melancolías. Es curioso: lo que no decimos no se muere, pero sí nos mata.

* Siempre confíe en esa sensación sutil, silenciosa y certera llamada intuición, la cual le hace seguir por el camino correcto. Ella es esa singular ‘corazonada’ o ese pálpito que llega a usted de buenas a primeras. Con la intuición, puede percibir mensajes o señales que le darán claridad para actuar.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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