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Espiritualidad
Lunes 29 de noviembre de 2021 - 12:00 PM

El reflejo de la serenidad

La desesperación provoca más angustia y malestar; la serenidad, en cambio, le deja ver sus problemas con una mayor claridad.

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Usted no se puede resignar a su suerte ni mucho menos se le está permitido caer derrotado ante cualquier traspié; tampoco debe dejarse arruinar el día por los problemas.

Si se lo propone, será capaz de enfrentar las situaciones utilizando la fuerza de su corazón como un auténtico bálsamo.

Así afronte muchas angustias y esté inmerso en jornadas de estrés por culpa de tales preocupaciones, debe sobrellevar la incertidumbre que lo alberga y buscar el equilibrio con miras a controlar esas emociones negativas que lo tienen tan abatido.

En ese orden de ideas, debe entender que usted mismo puede calmar los ánimos. La idea es que active el dispositivo de la serenidad, de tal forma que genere en usted esa paz que le permita reconciliarse con su entorno y no salirse de casillas.

La serenidad es hoy, más que nunca, una estrategia clave ante la complejidad de la vida. Ella le permite ver las cosas desde el equilibrio y la resiliencia para poder actuar mejor, para decidir con mayor acierto y para frenar las ansiedades.

Así las cosas, debe tratar de tener un mantra que le permita sentirse más tranquilo o que al menos le deje tomar aire y relajarse un poco.

La serenidad que logre demostrar frente a las circunstancias adversas que se le presenten determinará la fe que le imprimirá a su cotidianidad.

Pese a las afugias que hoy lo atormenten, puede recomponerlo todo con una gota de esperanza.

La serenidad no es otra cosa que detenerse un rato, reflexionar y ver todo desde una perspectiva propositiva. Hacer eso le dará un norte y le concederá la oportunidad de asumir el control, más allá de las duras situaciones en las que se encuentre.

¿Pasa por algún momento de tribulación? Recuerde que una sana actitud lo puede rescatar de la impotencia y a la vez lo transporta a un mundo de sabiduría y fortaleza.

Le vendría bien considerar que cada día luce para su vida de una manera singular y que, por supuesto, hay que aprender a disfrutar todo en su momento asumiendo las responsabilidades que sean necesarias.

Cuando asuma sus compromisos y problemas con armonía y tranquilidad habrá asegurado tres cuartas partes del éxito y, mejor aún, estará satisfecho consigo mismo. Algo más: alcanzará la tranquilidad interior.

Sea escrupulosamente honesto, claro y sincero. Acepte que hay aspectos de su mundo interior que requieren de una revisión y de algunos ajustes. Ha llegado el momento de sincerarse con usted mismo para no seguir atosigado.

Aproveche al máximo sus capacidades, de tal forma que pueda sacar adelante los planes que se ha trazado.

Lo importante de estas palabras radica en que se acuerde de que debe experimentar la fe, pues lo demás vendrá por añadidura.

Y tenga en cuenta que la vida no se trata de conseguir cosas; sino de tener la fe suficiente para avanzar hacia la anhelada paz interior. ¡Dios lo bendiga!

EL CASO DE HOY

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo, sobre todo en estos tiempos. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar en esta página. Envíe su testimonio a Euclides Kilô Ardila al correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “Durante las últimas semanas me he sentido bajo de nota por complicadas situaciones que he afrontado. He tratado de esquivar la tristeza de diversas maneras: con medicamentos, distrayéndome con los amigos e incluso me he ocupado más en mi trabajo para hacer como si nada me pasara. Sin embargo, el semblante gris y el llanto no se van. ¿Qué debo hacer? Aconséjeme”.

Respuesta: La tristeza es parte de la vida, por eso no debe enmascararla ni negarla. No disimule su estado ni mucho menos intente taparlo con fármacos, con distractores externos, con excesos de trabajo o con una intensa vida social.

Debe desahogarse, expresar esa emoción y liberarse. Acepte la realidad tal y como ella es y enfrente las situaciones adversas por las que pasa.

Una vez logre descargar ese peso de emociones negativas sentirá un tremendo alivio emocional.

Le advierto, eso sí, que no se puede quedar anquilosado en su amargura. Es necesario empezar a gestionarle una verdadera salida a ese estado de congoja. De alguna forma y sin notarlo, la tristeza que hoy padece lo está instando a reorientar sus objetivos, a reflexionar sobre usted mismo y, de manera especial, a tomar decisiones claves.

Establezca un diálogo directo con Dios. Él, en estos momentos en los que usted está quebrantado, le despejará el camino, le dará sabiduría para actuar y hará que pueda ver las cosas más claras.

Jesús cambia sus lágrimas por sonrisas, sus tristezas por alegrías y sus problemas por bendiciones. No se desanime aunque el panorama sea gris. ¡Propóngase ser feliz y desátese de la amargura!

BREVES REFLEXIONES

* No insista en forzar nada. Cuando vea una puerta cerrada, tóquela con fe y Dios se la abrirá si le conviene. Un ejemplo más: si escribe a alguien que le importa y no recibe respuesta, es mejor aceptarlo y pasar página, abrirse a nuevas experiencias y conocer gente nueva.

* Cuanto más diga, más vulnerable será y tendrá menor control de la situación. ¡Sea prudente al hablar e intervenga cuando sea necesario! Eso sí, recuerde que hay momentos en los que no es inteligente guardar silencio, porque puede perder valiosas oportunidades.

* Es más eficaz lograr la coincidencia de otros con usted a través de sus acciones, más allá de los argumentos que intente esgrimir. El ejemplo es más útil que toda la teoría que usted pretenda exponer ante los demás. No explique, demuestre. ¡Manos a la obra!

* Un gesto de corazón compensa docenas de actitudes dictadas por la soberbia y el orgullo. Una mano de franca generosidad desarma hasta al más desconfiado. Y una vez que su sinceridad haya abierto una brecha en la armadura del otro, podrá relacionarse bien con él.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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