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Espiritualidad
Sábado 13 de agosto de 2022 - 12:00 PM

No se disguste con Dios, Él jamás lo abandona

Dios no tiene la culpa de las cosas malas que le pasan. Le corresponde asumir con decoro los momentos difíciles y, sobre todo, pedirle a Él misericordia.

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Muchos, cuando son víctimas de las adversidades o cuando sus sueños no se les cumplen de una, trastabillan en su fe y miran a Dios con cierto recelo. Se sienten ofendidos porque supuestamente Él no los escucha o no les da su bendición.

Al no ver resultados alentadores se apartan de sus dictámenes y se atreven a desafiar todo lo que Jesús representa; es más, controvierten cada circunstancia que les ocurre, al punto que lo responsabilizan a Él por los reveses que padecen.

¿Ha vivido usted uno de esos momentos duros en los que pierde el entusiasmo y no encuentra consuelo?

Debería serenarse y procurar manejar razonablemente sus problemas antes que reprocharle algo al Señor. Dios no quiere verlo sufrir o padecer angustias.

Sería bueno abrir el corazón y expresarle al Señor todas las inquietudes. También se le debe pedir al Espíritu Santo que le aclare el camino.

Más allá de que atraviese por situaciones complicadas, tales como una enfermedad, la pérdida de un ser querido, líos económicos o enredos sentimentales, jamás piense que Dios lo ha abandonado.

Se pueden experimentar sentimientos de tristeza y de frustración, pero no es aconsejable sumergirse en ellos, ni mucho menos vivir disgustado con Dios. Enemistarse con Él es contraproducente.

Debería entender que a veces se tiene que atravesar por la oscuridad para luego ver la luz. Así las cosas, solo necesita fortaleza y serenidad para enfrentar cada una de las vicisitudes.

¿Cómo lograrlo?

En primer lugar, es aconsejable no centrarse tanto en las afugias. No puede creer que sus aflicciones son enormes. Recuerde que siempre será del tamaño de sus pensamientos y es probable que termine exagerando lo que le ocurre. Y es que suele preocuparse demasiado por las cosas y, al final, muchas de las situaciones por las que se angustia nunca suceden. No en vano se cree que a uno no le pasa ni el 5 por ciento de lo que le afana.

Dicho de otra forma: no convierta su vida en una ‘maraña’ de problemas; es mejor verla como un mar de oportunidades.

Por supuesto que en los momentos de mayor tribulación y desesperación, Dios está a su lado. Incluso cuando sienta que su cruz es demasiado pesada o que ya no puede más, Él lo tomará en sus brazos y le dará la tibieza de su regazo.

Jesús le dará valor para enfrentar cada momento, por muy difícil que sea. Y si tiene fe en su bendición, se le multiplicará su confianza y podrá salir de la oscuridad.

Un consejo adicional: no deje de orar. La plegaria es un clamor interior, es un río que brota de lo más profundo de su alma que lo llevará a gozar del poder de Dios.

Lo anterior no significa que su diálogo con Él sea una cascada descontrolada de reclamos; es más bien una charla o una reflexión, en la que Él le dará luces para desenredar las tribulaciones que lo agobien.

Escuche: Vitamínicos Espirituales

LA PREGUNTA DEL DÍA

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página de Espiritualidad. Envíe su testimonio a Euclides Kilô Ardila al siguiente correo electrónico: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “Me siento bloqueado, pues me enfrento a la toma de varias decisiones que, con seguridad, cambiarán el rumbo de mi existencia. No sé si eso sea normal, pero me asaltan los dilemas, las corazonadas y en general los titubeos. Las incertidumbres me tienen pensando sobre lo que realmente debo hacer. Le cuento que siento mucho temor por lo que me pueda pasar al tomar un camino o el otro. ¿Qué consejo me podría dar? Muchas gracias”.

Respuesta: La vida es una constante sucesión de decisiones: unas son más trascendentales que otras, algunas se toman con mayor o menor meditación y, en más de una ocasión, solemos dejarnos llevar por nuestras intuiciones, prejuicios o emociones.

Sea como sea, cada elección determinará el rumbo de su vida y, por ende, eso le causa ansiedad. Hago tal antesala para decirle que es relativamente ‘normal’ lo que está experimentando actualmente.

Aunque usted no me da mayores detalles sobre las decisiones a las que se enfrenta hoy, detecto que la misma ansiedad de la que le hablo es la que lo tiene en ese ‘bloqueo’ en el que está inmerso.

Si quiere tomar las riendas de la situación debe, sí o sí, descubrir cuáles son las causas que están detrás de su alto grado de indecisión. Luego busque alternativas. Tómese un tiempo para detectar las posibles soluciones. Escriba todo lo que se le ocurra; aunque le suene descabellado, una cosa puede llevar a la otra y terminar en una decisión brillante.

En su carta me escribe que tiene ‘temor por lo que pueda pasar’. Ha de saber que tomar decisiones implica asumir la responsabilidad de las posibles consecuencias, y pues no siempre se estará preparado para ello. Pídale a Dios que le dé claridad y serenidad para actuar.

BREVES REFLEXIONES

* Más que contar con el permiso de los demás, busque principalmente la aprobación de Dios y su unción vendrá por añadidura. ¡Mire al cielo y eleve una plegaria! Luego siga adelante, sin desanimarse. Jamás olvide que las cosas buenas le llegan a quien insiste, persiste y resiste.

* Donde hay esperanza, hay fe y con ella se conquista al mundo. Si usted aprende a fortalecer su devoción y respeto a Dios, tarde o temprano le sucederán milagros. Aprenda a observar la vida a través de esa lente que divisa a Jesús; de esta forma avanzará, crecerá y prosperará.

* La serenidad tiene que ver con el equilibrio emocional. Ella nos permite afrontar situaciones adversas, gestionando muy bien nuestro foco de atención y dirigiéndolo hacia la paz interior. Adquiera autocontrol y fuerza para encaminar su pensamiento de forma correcta.

* Cuando dejamos de confiar, nos amilanamos y desconfiamos hasta de nosotros mismos. No podemos permitir que el desánimo se apodere de nuestra mente. Por ello, es importante adoptar una mentalidad libre e innovadora cada día; solo así podemos ir tras los sueños.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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