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Espiritualidad
Miércoles 14 de abril de 2021 - 12:00 PM

Nos influenciamos de lo bueno y de lo malo de los demás

Muchos podrían definirnos con solo conocer a las personas con las que compartimos nuestro tiempo. Si estamos al lado de personas tóxicas, podríamos caer en sus trampas de negatividad; y si nos rodeamos de gente buena vibra, es posible que irradiemos una mejor forma de ser.

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A veces no nos damos cuenta, pero la gente con la que andamos termina influenciando nuestras vidas.

¡En efecto! La forma de actuar de las personas que hacen parte de nuestros entornos sociales, laborales y familiares se va ‘tatuando’ en nosotros y sus efectos acaban siendo enormes.

No se trata solo de que cada persona que conocemos nos deja alguna huella, sino que nos puede hacer restar o sumar.

No en vano dicen que cada quien es el promedio de las cinco personas con las que más comparte su tiempo; o dicho de una forma más popular: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

Las áreas en las que nos desenvolvemos y las personas que siempre están a nuestro lado pueden ser unas grandes aliadas o unas terribles enemigas. ¡Los entornos y los seres humanos nos inspiran o nos deprimen!

Así las cosas, las malas influencias de algunos en cierta forma determinan muchos de los pasos que damos; pero también ocurre con la gente que tiene valores y que finalmente nos contagia con sus buenos ejemplos.

Inconscientemente heredamos y adoptamos la forma de pensar y los comportamientos de los demás, entre ellos los hábitos ‘buenos’ y ‘malos’.

Es por eso que, con relativa frecuencia, nuestros padres se muestran preocupados por saber con quién nos la pasamos. Ellos saben la importancia de rodearnos de gente decente y no de esas personas que hacen gala de feas actitudes o de acciones groseras y maleducadas.

Usted podría decir que no es su caso. Si es así lo felicito, pues son muy contados los hombres y las mujeres que tienen una personalidad y un carácter tan firmes como para no dejarse influenciar por los demás o para no adquirir el mismo estilo de vida.

Sin embargo, no estaría de más que analizara con qué tipo de gente es la que comparte más tiempo. Se lo menciono porque la forma de ver la vida negativa que rige sus pensamientos podría ser, en su gran parte, un feo aprendizaje de otros.

Échele cabeza y admita que las decisiones que ha ido tomando en la vida han sido influenciadas en cierta medida por la gente que le ha rodeado en cada momento.

Por eso es tan importante decidir bien con quién conversar, con quién trabajar, con quién compartir un momento y, por supuesto, con quién unir nuestras vidas.

Estar al lado de gente buena, positiva, correcta y decente es una receta que le puede traer buenos dividendos y que no siempre usted tiene en cuenta.

La invitación de hoy es a comprender que si se rodea de gente entusiasta, amable, educada, trabajadora y exitosa proyectará en usted esa buena vibra.

Y si está al lado de gente negativa, fracasada o tóxica, esa mala energía lo atrapará y dificultará que pueda atraer situaciones halagüeñas a su cotidianidad.

No se trata de marginar a nadie, ni de darles la espalda a ciertos amigos que tiene. Es obvio que la idea no es juzgar solo por las apariencias; pero sí debe tratar de ser objetivo a la hora de definir o clasificar a las personas con las cuales usted anda.

Tal vez sea más útil compartir más tiempo con gente que esté más adelantada en el camino del éxito y, por ende, aprender de las mejores experiencias de vida.

También enfóquese en realizar un cambio propositivo en su vida personal, para que puede influenciar a los demás por sus buenas acciones y dar sanos ejemplos de civilidad, honestidad, serenidad y prudencia. ¿No le parece?

BREVES REFLEXIONES

* Todos debemos tener a Dios en nuestro corazón y en nuestro presente, para que así Él sane nuestro pasado y bendiga nuestro futuro.

* Su mundo es como este juego de palabras, que dice así: “No espere el momento perfecto, es preferible tomar el momento y hacer que él sea bello”.

* La verdadera amistad no se trata de ser inseparables sino de que, a pesar de la distancia, nada cambie. ¿Ha cultivado ese tipo de amigos?

* La belleza no está en el físico donde todos la buscan; ella se encuentra en el corazón donde, de manera desafortunada, pocos saben llegar.

* No viva para otros, aproveche su vida haciendo lo que ama y siendo usted mismo. No malgaste su tiempo intentando encajar en donde no cuadra.

* El destino es muy sabio. Él sabe a quien ponerle en el camino, ya sea para que se quede en su vida o simplemente para dejarle una gran lección.

¡CUÉNTENOS SU CASO!

Las inquietudes asaltan a nuestro estado de ánimo, sobre todo en esta época. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíe su caso a Euclides Kilô Ardila al correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá y le aconsejará. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “No supero la frustración vivida con alguien que yo apreciaba mucho y que consideraba mi ‘amigo’; sin embargo, él se aprovechó de mi buena fe. Le ayudé fiándolo para un proyecto y terminó quedándome mal y empapelando mis finanzas. Eso ocurrió hace cuatro años. Legalmente no pude emprender ninguna acción, lo que implicó resignarme a pagar sus deudas. No entiendo cómo pude ser tan tonto”.

Respuesta: No comprendo por qué insiste en centrarse en eso que tanto le atormenta, sobre todo sabiendo que eso ya es un asunto de pasado. Al alborotar la herida lo único que logra es encerrarse en su decepción.

Es mejor aprender la lección para no volver a cometer el mismo error. Yo pensaría que, gracias a ese momento difícil por el que pasó, usted aprendió a no ser tan confiado.

Por ende, hoy sabe por experiencia propia, que respaldar un crédito ajeno es un asunto delicado y que es importante estar seguro antes de tomar la decisión de plasmar su rúbrica en contratos, ya que podría incurrir en problemas financieros.

¡Aprenda a perdonar! Eso quiere decir que debe dejar lo vivido en el ayer y pasar la página. Trate de disculpar a esa persona que le hizo daño y de no darle importancia a la falta que cometió, porque legalmente no tiene cómo reclamarle.

Perdonar no es olvidar, sino recordar sin dolor. Es decir, es dejar de guardar resentimiento y no insistir en pedir una compensación por el daño que le hizo o por la pérdida económica.

No se dé tan duro ni se califique de “tonto”, como usted lo menciona en su carta. Tenga en cuenta que las circunstancias de aquel momento estaban condicionadas por su buena fe.

Es mejor superar ese malestar y ponerle fin a esa pensadera, a través de una madurez emocional. Trátese a usted mismo como un buen amigo y no viva recriminándose por lo que hizo o dejó de hacer.

Hágame caso y verá que se sentirá mejor. ¡Dios lo bendiga!

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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