martes, 21 marzo 2023
domingo 29 de enero de 2023 - 12:00 AM

Nuestra paz interior está bastante ‘agrietada’

Sin ser irresponsables, dejemos a un lado las angustias, los afanes y ese ‘mar de preocupaciones’ en el que nos ahogamos. ¡La vida es para disfrutarla, no para padecerla!

En la actualidad las mujeres y los hombres no tienen tiempo para descansar, pues se la pasan trabajando a toda hora. Muchos viven en función de ‘cuartillar pesos’ porque el dinero no les alcanza o porque necesitan tener cada día más.

Lo anterior hace que la calidad de vida que cada quien se destine sea mínima, en detrimento de su salud mental e incluso de su espiritualidad, la cual siempre termina ‘relegada’.

Tal vez por esa urgencia de ‘sobrevivir’ con la plata, las rutinas de muchos los llevan a vivir estresados, aburridos y, en algunos casos, melancólicos. Algo más: muchos pierden la alegría de vivir.

¿Es su caso?

¡Mucho cuidado!

Si solo piensa en traer el dinero a casa, terminará atando sus manos, su forma de actuar y su propia vida con sogas que lo conducirán a la cárcel del tedio. Lo peor es que, entre más ocupado esté, estará más presionado por todo lo que le rodea.

La verdad, eso nos ocurre a muchos. Y es que con nuestros pensamientos, casi siempre invadidos por las afugias, empeoramos nuestro estado de ánimo y nuestra cotidianidad.

¿Sabe algo? La tranquilidad también alimenta y entre más sencilla sea su vida, mejor. Eso no lo digo yo, esa tesis la han referenciado grandes hombres que repiten que “el secreto de la felicidad no radica en conseguir más, sino en desear menos”.

Tal vez usted, yo y todos estemos a tiempo de simplificar las agendas y, en ese sentido, podríamos empezar por ser nosotros mismos. Tomémonos unos momentos para imaginarnos lo sencillo que sería vivir de una forma menos complicada.

En este punto será preciso soltar tantas predisposiciones, tanta quejadera por todo, tantos resquemores y rabias, en fin... Solo cuando erradiquemos esas emociones negativas, nos sentiremos mejor.

No nos dejemos llevar enteramente por las vicisitudes que nos surjan en el transcurso del día; si algo ‘malo’ nos ocurre, pues enfrentémoslo.

¡Claro que eso no se logra de la noche a la mañana! Debemos cultivar poco a poco la mente y ella irá germinando a su tiempo a través del amor, de la compasión, de la comprensión de nuestra realidad y de la fe.

También podríamos aprender a disfrutar del silencio porque, aunque no lo creamos, la soledad y la calma, bien empleadas, producen grandes resultados.

Podemos vivir bien si somos capaces de amar y trabajar en sus justas proporciones.

Este es un llamado a recobrar nuestra paz interior e incluso, por qué no, a confiar en que el Señor nos dará sabiduría, claridad y fortaleza para recomponer nuestro atosigado estilo de vida de estos tiempos. Jamás olvidemos las posibilidades que nacen de la fe y utilicemos esa gracia que recibimos cada día para trascender y para ser felices.

Permitamos que la presencia de Dios se aloje en nuestros huesos y que ella le dé la libertad a nuestra alma. Amén.

REFLEXIONES CORTAS

Nuestra paz interior está bastante ‘agrietada’

* Sin desconocer los puestos de jerarquía o los rangos en las empresas, los cuales se deben respetar, nadie es más que nadie. La vida nos enseña que hoy estamos arriba y mañana quién sabe. De ahí la importancia de mantener intactas la sencillez y la humildad.

* Yo sé que su fe se puede ver menoscabada por circunstancias tortuosas. También entiendo que no sea fácil llegar a la meta y que, en muchas ocasiones, cada grada de la escalera es más complicada. Pero, no porque el trayecto tenga obstáculos se puede dejar de subir.

* Los ojos del Señor están sobre los justos, sobre los hombres de buen corazón y sobre el hombre que hace el bien. Lo mejor es que sus oídos están atentos a sus oraciones. Jamás deje de alimentar su fe, so pena de ser vulnerable ante las cosas duras que la cotidianidad le traiga.

¡CUÉNTENOS SU CASO!

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíe su testimonio a Euclides Kilô Ardila al siguiente correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Nuestra paz interior está bastante ‘agrietada’

Testimonio: “Me ilusioné mucho con un proyecto personal, al que le eché ganas, tiempo y dedicación; sin embargo, todo terminó en una gran decepción. Tenía cifradas muchas expectativas en lo que podría alcanzar, sin imaginar la gran ‘desinflada’ que me pegaría después. Eso me tiene lleno de rabia y sin ganas de volver a emprender nada. Usted, ¿Cómo hace cuando algo le falla? Se lo pregunto para saber cómo manejar este fracaso por el que vivo. ¡Ayúdeme con un consejo! Gracias”.

Respuesta: Todos, sin excepción, pasamos por experiencias de desilusión de muy diferentes tipos. Yo, en lugar de ver esas circunstancias como ‘fallas’, las asimilo como oportunidades para descubrir más de mí y así madurar.

En su caso, será fundamental tener cuidado y no seguir aferrándose a esperanzas o a expectativas inalcanzables; de seguir haciendo eso, tendrá una gran colección de desengaños.

Ojo: no se trata de no emprender, de no esperar nada o de no tener esperanzas, sino de tener claro que no todo le saldrá como lo espera. ¡Aprenda la lección que le dio este traspié y ya!

Puede empezar de cero, evitando caer en el mismo error. Si no logra pasar la página de esa decepción, su frustración aumentará.

Destierre esa rabia que tiene o, al menos, aprenda a manejarla, so pena de esclavizarse por un largo tiempo a un sufrimiento impregnado de tristeza y resentimiento. Siempre hay oportunidades para mirar lo que le ocurrió desde un ángulo menos catastrófico. ¡No sé dé tan duro!

Pídale serenidad y sabiduría a Dios para tener claro cómo proceder de ahora en adelante.

Elija a Vanguardia como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí.
Image
Euclides Kilô Ardila

Periodista de Vanguardia desde 1989. Egresado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga y especialista en Gerencia de La Comunicación Organizacional de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del equipo de Área Metropolitana y encargado de la página Espiritualidad. Ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.

@kiloardila

eardila@vanguardia.com

Lea también