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Miércoles 11 de marzo de 2020 - 12:00 PM

Por qué ese trato tan agresivo

Por qué somos tan agresivos con los demás En lugar de hablar, peleamos y casi siempre vivimos a la defensiva. No podemos seguir tratándonos a las patadas.

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Si hay algo que vemos a diario en las redes sociales es la forma agresiva como algunos usuarios de esos canales virtuales suelen tratarse. Se percibe demasiado odio en los comentarios que redactan uno y otro de los demás.

Lo que más me sorprende es que a la hora de disentir, en lugar de argumentos, se utilizan expresiones cargadas de rabia.

Algunos, bajo el argumento que ‘de noche todos los gatos son pardos’, se esconden detrás de perfiles falsos para destilar todo el veneno posible.

Pelear, ya sea de forma anónima o directamente con los demás, no es la mejor estrategia para solucionar los conflictos de hoy en día.

Las discusiones necias, esas que solo le apuntan a destruir, no son para nada convenientes. Y si bien en una pelea podemos sentirnos ‘ganadores’, en últimas todos terminamos amargados. Y el asunto no es solo de redes sociales. Muchos acontecimientos cotidianos que vivimos nos llevan a enfrentarnos ‘cara a cara’ con un cúmulo de rencores.

No es a las ‘patadas’ como solucionaremos los problemas. Necesitamos controlar el estrés, la ansiedad y los afanes de protagonismos para que podamos darle un buen espacio a la sana convivencia.

Cuidémonos de la agresividad porque, dada nuestra forma de hablar, herimos innecesariamente hasta nuestros seres queridos; lo anterior sin contar que obligamos al otro a asumir una actitud defensiva.

Lo peor es que todos caemos inevitablemente en una espiral de reacciones y contrarreacciones que, tarde o temprano, nos hace perder los estribos.

Hay que admitirlo, nuestra forma de hacer críticas no es para nada constructiva. A veces lanzamos dardos como una forma de intimidar y de dar rienda suelta a nuestra agresividad exacerbada.

¿Qué hacer cuando nos encontremos con gente agresiva? En lugar de responderle con improperios convirtamos cada encuentro con alguien así en una valiosa oportunidad para practicar dos virtudes importantes en la vida: la paciencia, que a veces como en estos casos se hace obligatoria; y la prudencia, que la mayoría de veces debe venir acompañada de un cuidadoso silencio.

Son tiempos propicios para oír, más que para pelear. Actuemos con mucho amor porque los demás lo harán de la misma manera con nosotros.

Este texto le apunta a recordarle que muchas veces nuestro orgullo no nos deja ver nuestra directa responsabilidad en los conflictos en los que estamos involucrados.

Ese preciso cambiar la forma errónea como hemos venido manejando las relaciones interpersonales.

Esos atoros, que perecen nudos ciegos y que interrumpen los flujos de comunicación con los demás, deben desenredarse.

Necesitamos saludables intercambios de opiniones y de ideas, en lugar de batallas campales. ¡Elijamos conversar sanamente antes que pelear!

RESOLVEMOS SUS DUDAS DEL ALMA Y DE LA VIDA MISMA

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo asfixian en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíe su testimonio a Euclides Kilô Ardila al siguiente correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de este jueves:

Testimonio:

“Atiendo muchas cosas a la vez y eso ha hecho que esté con un aterrador cansancio mental. A veces quiero mandar todo al traste y dejar ese cúmulo de cosas pendientes que no sé cómo resolver. La vida me exige tanto trabajo, tanta planificación y tanta eficacia que no tengo tiempo ni de respirar. Siempre debo atender aquí y allá, darle la cara a todo, en fin... No he sido capaz de oxigenar mi mundo. La verdad es que me gusta tener todo bajo control, so pena de sentirme fracasado. Mis pensamientos van a toda velocidad y creo que estoy a punto de vararme por falta de gasolina. Todo eso me tiene aburrido, atosigado e indeciso. Según usted, ¿Qué debería hacer? Espero que pueda responder mi inquietud”.

Testimonio:

La sociedad y la vida misma suelen pedirnos demasiado y, de manera literal, nos empujan realizar “las mil y una cosas”. Es una carrera desenfrenada, cargada de angustia, la cual hace que estemos constantemente preocupados.

Si bien debe ponerse manos a la obra, no puede seguir sobrepasando los límites de sus propios esfuerzos, ni vivir atormentado. ¡Ojo, podría enfermarse!

Trate de no darles tantas vueltas a las cosas y empiece a soltar algunas de esas cargas. ¡Alivie su día a día y verá que se sentirá mejor!

Deje tanta preocupación, permita que las cosas fluyan en el tiempo de Dios y disminuya los grados de ansiedad y de estrés por los que atraviesa.

Lo invito a tener un pensamiento relajado, ese que acepta lo que viene y que fluye con la serenidad del caso.

Entienda que hay cosas que se le escaparán de la mano y eso no significará que su vida se vaya a derrumbar.

Deje tanto control que, en últimas, es su tranquilidad la que está de por medio. ¿Por qué ese afán de tener todo bajo su dominio? En la vida a usted, a mí y en general a todos nos pasan cosas que, de alguna u otra forma, son superiores a nuestras posibilidades. No se sienta derrotado si algo no le sale como esperaba.

Esa idea de que puede ser más eficaz cuando atiende varios temas a la vez es errada. Es todo lo contrario, eso lo lleva a tener la mente embadurnada con tantos asuntos. ¡Revise ese tema!

En cambio, si se relaja y entiende que no todo está sus manos, sin que por ello se vuelva un irresponsable, se dará cuenta de que la vida no es tan complicada ni mucho menos tiene que ser un cúmulo de estrés, de presión o de angustias.

Dese tiempo para usted, disfrute de su tiempo de ocio, delegue más en la oficina y, sobre todo, conéctese con su alma para lograr sincronizar la mente, el cuerpo y los sentidos. La vida es demasiado bella como para cargarse de más preocupaciones.

Salga a caminar o haga otra actividad distinta a la de trabajar. Hacerse un tiempo para las cosas que disfruta también ayuda a despejar la mente.

La oración también podrá relajarlo, incluso más de lo que usted se imagina.

Lo invito a pronunciar esta sencilla plegaria:

Dios Todopoderoso: Le agradezco por su gran Misericordia y la Gracia que recibo a diario. Señor Jesús, le pido que me dé toda la paz posible a mi mente, cuerpo, alma y espíritu. Quiero que cure y quite todo lo que está causando estrés en mi vida. Permítale a mi ángel de paz ir delante mío. Amén.

REFLEXIONES DEL DÍA

¿Sus palabras edifican? Con ellas usted puede tender puentes o levantar muros. ¡Ojo con lo que dice y piensa!

* Use su voz para ser amable; sus manos, para ayudar; su mente, para planear; y su corazón, para amar.

* Cada pensamiento positivo es una luz que abre caminos. La vida siempre nos regala sonrisas.

* No se preocupe por aquellos que lo critican a su espalda, ellos deben estar ahí por alguna razón.

* Juego de palabras: Aunque no sepa qué es lo que busca, lo que busca al final lo encontrará a usted.

* La persona que nunca ha caído no tiene ni una idea del esfuerzo que hay que hacer para ponerse de pie,

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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