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Espiritualidad
Sábado 26 de noviembre de 2022 - 12:00 PM

Ser espiritual, ser religioso

Existe un debate en torno a la relación entre la espiritualidad y la religiosidad. Antes que diferencias entre los dos conceptos, lo que hay es una diversificada forma de creer y de experimentar la vida misma. Usted qué opina

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Hay muchas personas que se definen como ‘espirituales’, pero no ‘religiosas’ y viceversa. Respeto cada posición, entre otras cosas, porque en esencia todo depende de la forma de pensar de cada quien y de cómo describe su relación con el mundo.

Los ‘espirituales’ aseguran que ellos tienden a verse más ‘por dentro’ y critican a los ‘religiosos’ porque “incorporan los ritos y siguen verdades dogmáticas o teológicas”. Es más, dicen que “la religión se nos inculca desde niños, como la sopa que no queremos tomar” y que, en cambio, “la espiritualidad es la comida que cada quien busca, que satisface y que es gustosa a los sentidos”.

Los ‘religiosos’, a su vez, dicen que ellos sí ahondan en las motivaciones que le mueven a actuar en pro del bien y que incluso ellos le dan contenido a lo que hacen pues, según argumentan, “la espiritualidad es el motor de su propia fe”.

Cada quien defiende su tesis. Para algunos, la vida es más que tener un buen trabajo, alcanzar la prosperidad, conformar un hogar, en fin... Para otros, la clave es encontrarse con la misión de ser feliz.

Los que defienden la religión dicen que ella ‘se vive’ y ‘se profesa’, tanto en los valores como en el respeto por las enseñanzas de Jesús; mientras que los que se conectan con lo que denominan como ‘espiritualidad’ afirman que todo se debe asumir desde la interioridad de la persona, desde el fondo de su ser, más que en un Ser Supremo.

Yo diría que, si bien es fundamental mantener una relación sana con Dios, también es clave entablar una relación estable con nuestras emociones y nuestra energía respecto de lo que nos rodea.

De nada sirve ir a misa, rezar e incluir en sus perfiles de redes sociales mensajes bíblicos, si al mismo tiempo la gente despliega una desacertada forma de ser, vive con mala vibra, es deshonesta y les juega sucio a los demás.

De igual forma, de poco sirve una vida espiritual si no sentimos que Dios habita en cada uno de nosotros.

La espiritualidad busca que usted se encuentre con su ‘yo’ para amarse, despertar su fuerza, su luz, su energía y repartir eso por el mundo y teniendo una mente y corazón limpios.

Independiente de lo que crea usted, ya sea religioso o no, todos los seres humanos somos espirituales por el solo hecho de tener la capacidad de generar emociones y de ser canales de energía; ya si se cree en un Ser Superior o no, es un tema para seguir debatiendo.

Si usted cree en Dios, pero vive de malhumor, quejándose de todo, criticando a los demás, asumiendo el rol de víctima, pensando solo en sus intereses, pues la culpa no es de Dios, es suya puesto que no tiene una relación sana consigo mismo.

Si no empieza por conocerse y amarse a sí mismo, difícilmente conocerá lo que encierra verdaderamente el concepto de Dios.

Por eso, más que creer o no lo que necesita es un gran trabajo en materia de crecimiento espiritual.

¿Ha visto personas religiosas que viven amargadas y destilando odio por donde van? Esos hombres y mujeres tienen muy clara su religión, pero también ostentan una empañada vida espiritual.

¿Qué opinión tiene usted al respecto?

Más allá de lo que pensemos, tal vez todos deberíamos empezar por sincerarnos con nosotros mismos y entender que tanto la espiritualidad como la misma religiosidad se alimentan de nuestra fe.

REFLEXIONES CORTAS

* Olvidar las ofensas, dejar a un lado lo ocurrido y seguir mirando hacia adelante requieren de un gran amor hacia uno mismo y de un trabajo personal. Será clave perdonar desde lo más profundo de nuestro ser. Si desterramos los rencores nos podremos liberar y, en cierta medida, eso nos producirá una gran paz.

* Las situaciones difíciles nos ‘bajan de nota’ y en muchas ocasiones nos hacen sentir defraudados. Sin embargo, si las vemos como un libro lleno de lecciones, nos daremos cuenta de que ellas se convierten en nuestros mejores entrenadores. ¡Debemos sobreponernos y entender mejor el libro de la vida!

* Vivimos en una competencia absurda, en la que siempre queremos ser los mejores en todo. Lo grave es que, en ese afán por ganar, nos obligamos a dar más de la cuenta. Tal vez la vida no requiere que seamos los ‘mejores’, ella de pronto solo nos plantea que seamos nosotros mismos.

EL CASO DE HOY

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíe su testimonio a Euclides Kilô Ardila al siguiente correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “No me critique por esto que le escribo, pero siempre trato de mantener ante los demás una imagen distinta de la que soy; lo hago por la voracidad de un mundo cada día más material y superficial. Me siento inseguro, vulnerable y algo defraudado con la realidad que experimento. Reconozco que tengo una baja autoestima. Me gustaría saber su punto de vista en esto de la apariencia y de la esencia. Agradezco una respuesta, pues a veces siento que en los tiempos de hoy toca aparentar más de lo que se es”.

Respuesta: Detrás de la apariencia existe una necesidad de aceptación, de ser querido y aprobado. No creo que sea su caso, ¿O sí?

Si actúa por apariencias, en el fondo usted mismo se engaña. No puede insistir en convencerse de una realidad que es falsa, bajo el pretexto de que el mundo actual le exige proyectar tal imagen. Eso de diseñar una cara distinta, pretendiendo demostrar lo que no es realmente, no lo conducirá a nada.

No lo tome como una crítica, pero... ¿Acaso está recurriendo al autoengaño para postergar la toma de alguna decisión importante en su vida?

Ojo: el problema de mentirse es que al final usted mismo pone en duda sus verdades. De manera adicional se hace un daño emocional, sin contar que vive atrayendo sentimientos negativos que lo hacen sentir defraudado.

¡Reflexione! Resuélvase estas preguntas: ¿De dónde deriva esa baja autoestima? ¿Por qué se siente tan inseguro y vulnerable?

Es mejor ser auténtico y enfrentar la realidad. Si basa su vida en la sinceridad, no tendrá necesidad de jugar un doble papel con los demás. ¡Hágame caso y verá que le va mejor mostrándose como es!

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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