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Espiritualidad
Miércoles 24 de noviembre de 2021 - 12:00 PM

Sí podemos adaptarnos a los cambios

Reconozcamos que el cambio es algo normal y natural porque obedece a una ley universal e inalterable, que nos recuerda que todo es movimiento.

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A todos nos corresponde cambiar en algunos aspectos y varios de ellos se deben finiquitar para que nazcan otros que les den pleno sentido a nuestras vidas.

Por ejemplo, deberíamos abandonar esa tendencia a aferrarnos a los planes o a los programas del ayer, para convertirnos en personas más actuales, flexibles y pragmáticas.

En los acontecimientos de la vida cotidiana; es decir, en la casa, en el trabajo, en la calle y en todo lo que el entorno nos traiga es preciso estar abiertos a los vaivenes del ‘día a día’.

Adaptarse significa aceptar al 100% la nueva situación, y al mismo tiempo implica dejar algo de lo que sabemos hacer para aprender algo distinto; caminar por un territorio nuevo, aunque desconocido; y estar dispuesto a considerar el cambio como una oportunidad de progreso y no como una amenaza.

La vida siempre nos da pista de cuándo y cómo cambiar, lo que sucede es que nos hacemos ‘los de la vista gorda’.

Cada situación que nos pasa, sin siquiera sospecharlo, es una reacción o algo que nos indica que debemos estar alertas para modificar ciertas conductas necias que asumimos y que, sin siquiera notarlo, dificultan el normal crecimiento y la evolución de nuestro propio desarrollo personal.

Aunque nuestras ideas sean correctas y los planteamientos se ajusten a la realidad exterior, vale la pena hacer algunos ajustes de procedimiento para no dificultar las cosas y para que todo fluya en armonía.

Algo más: si insistimos en no ceder ante los rencores, las rabias y los remordimientos; y si nos negamos a perdonar y a tratar de comprender, dificultaremos más la existencia y los únicos perjudicados seremos nosotros mismos.

Independientemente de cuánto nos hayan herido, si no extraemos de nuestra interioridad esa carga dolorosa que tenemos adentro, nuestra mente y nuestro cuerpo serán los más afectados.

Recordemos que en este mundo estamos de paso, que todo es transitorio y que no hay nada que pueda permanecer eternamente tal y como está. La tierra gira y es dinámica.

Por esta razón debemos estar siempre dispuestos a disfrutar de cada instante de nuestra fugaz existencia, con los ojos puestos es un mañana mejor y con nuestras armas físicas, mentales y espirituales prontas a dar las batallas que sean necesarias para lograr todos los ideales.

Crecer y madurar son procesos necesarios para que nos desarrollemos y no nos sintamos anquilosados o aburridos.

La vida siempre actúa con base en ciclos. Hoy es verano, mañana invierno; después de un anochecer llega otro amanecer; tras la lluvia aparece la sequedad; así también, después de esta etapa gris y dura en materia económica, vendrá una bonanza de la que nos vamos a beneficiar.

BREVES REFLEXIONES

* El Creador toca a su a puerta y usted debería abrírsela. Recuerde que Él siempre lo cubre, incluso en tiempos de oscuridad. Jesús es el que le da la respuesta y la victoria a todas sus batallas. No hay circunstancia que esté viviendo que Él no sea capaz de ayudarlo. ¡No dependa de nadie, solo de Dios!

* La Sagrada Escritura tiene información, instrucciones, ejemplos de vida y promesas para los creyentes. ¡Lea la Biblia todos los días! Y cuando haya un conflicto entre lo que lee y lo que dice cualquier otra persona, déjese llevar por lo que siempre le dicte el Señor.

*Así hablan los grandes líderes: ¿Cómo puedo ayudarlo? ¿Qué opina de lo que estamos haciendo? ¡Su trabajo es muy importante para la empresa! ¡Admiro su trabajo y el esfuerzo que hace! ¡Realizó un excelente trabajo! ¡Gracias por su valor! ¡Confío en usted y en su equipo!

* Le sugiero hacer de su vida cotidiana un sabio conjunto de operaciones aritméticas. ¿Cómo así? En cada cosa que haga sume la alegría, reste los dolores y las angustias, divida las penas y multiplique el amor. Si logra combinar esas fórmulas, logrará ser feliz y jamás sufrirá.

¡CUÉNTENOS SU CASO!

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíe su testimonio o su inquietud a Euclides Kilô Ardila al correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “Me acostumbré a no desplegar ilusiones. Todo obedece a la gran cantidad de preocupaciones que tengo y a los desencantos vividos, los cuales viven condicionando mi mundo. Usted siempre recomienda ser positivo, pero no sé cómo lograrlo, sobre todo sabiendo que no tengo muchas oportunidades en mi entorno. Agradezco que me responda”.

Respuesta: “Si se lo propone, tras todo ese tiempo de pesimismo y de preocupación, podrá recuperar su entusiasmo. Y cuando lo logre querrá recomenzar, revivir ilusiones, hacer más cosas esperanzadoras y sobre todo apostándole a ser más propositivo.

Yo sé que no es fácil pasar la página ante los desencantos vividos, pero más allá de lo complicado que esto sea, debe tomar la decisión de cambiar su perspectiva actual.

Le aclaro, eso sí, que ser optimista o ser pesimista es una cuestión de decisión personal y es algo que puede manejarlo racionalmente si logra vencer los condicionamientos anteriores y crea unos más válidos. Si mira a su alrededor, verá que las oportunidades están a su alcance.

Tal vez lo que ha sucedido es que no ha aprendido a detectarlas o, en cierta medida, no quiere aceptar la realidad de las cosas tal y como ellas son.

Total: no se quede dando vueltas en círculo, ni viva desilusionado por sus problemas; tampoco represente el papel de la víctima. La vida es para disfrutarla.

Abra sus brazos a lo que la vida le depare; disfrute cada situación al máximo y goce su mundo de la mejor manera.

¡Pídale a Dios sabiduría y serenidad para actuar! Cambie de actitud, pues tiene derecho a ser feliz.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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