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entretenimiento/espiritualidad
Jueves 30 de marzo de 2023 - 12:00 PM

Tema de espiritualidad: Lo que reflejamos por fuera y por dentro

Debemos ser más auténticos y transparentes. Todo lo que somos por dentro, se refleja afuera.

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Podemos fingir durante unos días, mostrar una cara amable y pretender que ‘todo es felicidad’; pero si la cosa no es real, esa imagen no nos durará mucho. A veces nos esforzamos demasiado para que otros crean que estamos ‘bien’, sin saber que la esencia termina desnudándonos.

Las apariencias que solemos desplegar hacen que nuestra realidad se vaya diluyendo tanto, que peligrosamente nos acostumbramos a ser postizos, y en más de una ocasión escapamos de la verdad.

En la forma de vestir, por citar solo un ejemplo cotidiano, estamos demasiado pendientes de las ‘pintas’ que vamos a lucir: combinamos los colores de los pantalones con los de las correas y los de las medias, pero nunca nos detenemos a pensar que lo más importante es que el vestido esté limpio y, sobre todo, que no tenga arrugas.

Ojo con las apariencias, lo importante es la esencia. Tenemos cierto derecho a ser un poco vanidosos, pero recordemos que siempre valdremos más que un traje, sin contar que ‘el hábito no hace al monje’.

Si tuviéramos en cuenta que la esencia es fundamental para lo que reflejamos en el exterior, no nos preocuparíamos tanto por disimular.

La verdad es que casi todo el tiempo vivimos haciendo hasta lo imposible para evitar que los demás piensen mal de nosotros. O, en su defecto, no queremos que piensen algo contrario a lo que queremos proyectar.

No es que esté mal preocuparnos por la imagen que reflejamos; sin embargo, no podemos vivir condicionados por lo que piensen, opinen o crean los demás de nosotros.

No podemos andar por la vida llenos de pensamientos sobre lo que los otros tienen en la cabeza.

El miedo al ‘qué dirán’ nos manipula y, peor aún, nos hace sentir observados en todo momento.

Acudamos al desarrollo de nuestra espiritualidad; es decir, debemos avivar las posibilidades de estar permeados por el mundo de Dios, independiente de la creencia o del culto que practiquemos.

La espiritualidad nos invita siempre a estar dispuestos a recibir del Ser Superior su esencia, la luz, fuerza y bondad con la que podemos invadir nuestra humanidad.

No podemos seguir alimentando la fea costumbre de distorsionar la realidad. Lo menciono porque casi siempre suponemos que nuestras percepciones son representaciones exactas, cuando está comprobado que el 90 % de las cosas ‘malas’ que creemos que nos van a pasar nunca ocurren y terminan en simples conjeturas.

No sigamos almacenando pensamientos que son anomalías de la mente y que siempre nos llevan a ver lo que no es. Si somos inseguros, vemos fantasmas a toda hora.

Los ojos son las antorchas de lo que llevamos por dentro, así que tenemos que cuidar nuestro mundo interior.

BREVES REFLEXIONES

* Hemos crecido viéndonos al espejo (unos más que otros), y hemos aceptado que dicha imagen frente a nosotros es nuestro más fiel ‘reflejo’. Sin embargo, más allá de esa imagen que nos deja ver el vidrio reflector, deberíamos escudriñar cómo se ve nuestra alma.

* Cuando algo ‘malo’ le suceda, tiene tres opciones: 1. Dejar que lo marque, 2. Dejar que lo destruya y 3. Dejar que lo fortalezca. Convierta las cosas ‘en contra’ en puntos ‘a favor’; tenga presente que en cada acontecimiento tormentoso, siempre hay un aprendizaje que la vida le quiere dar.

* Los años que tiene son aquellos que irónicamente ya no son suyos. ¡Solo dispone de los años que le quedan por vivir! El presente es la única realidad que está en sus manos; el pasado ya quedó atrás y el futuro aún está por llegar y, por ende, sigue siendo incierto.

* Si no cambia, no crece y si no crece, de manera literal, se podría decir que no está vivo. Supere las razones o las excusas que usted mismo se inventa para no querer modificar algo de su realidad. En ese orden de ideas, tenga claro que usted tiene que ponerse ‘manos a la obra’.

CASO DEL DÍA

Testimonio: “Me angustio por todo y me da rabia sentirme así. Tengo tantas cosas en mi cabeza y temo por lo que vendrá que me asaltan los afanes y mi ánimo se entristece. Lo peor es que me freno y no termino haciendo nada. Soy un hombre de Dios y por eso acudo a esta sección de Espiritualidad de Vanguardia. ¿Qué me aconseja? No sé qué hacer. Gracias por atender mi caso”.

Respuesta: Por los difíciles momentos y los tiempos oscuros que estamos viviendo, una de las aflicciones que está afectando a muchas personas, de manera especial a usted, es la que traen las angustias.

Le cuento que comprendo lo que siente, pues las angustias tienen efectos de inmovilización y conducen al sobrecogimiento.

Pero si se preocupa más de la cuenta, obviamente eso le traerá más afanes. Ojo: si deja que el tema se le salga de control, eso le traerá serias repercusiones en su salud mental y física.

Las angustias arruinan los estados de ánimo, son obstructivas y hacen que usted se siente amenazado por todo. Por eso es preciso que aprenda a reconocer sus emociones y sentimientos, y aceptarlos tal y como ellos son. De esta forma evitará que la tristeza, la ansiedad y la incertidumbre por el futuro lo frenen.

Hay varias terapias que le ayudan a relajarse y que son útiles para aliviar tales angustias. Éstas pueden incluir ejercicios de relajación, hacer deporte, practicar el yoga, hacer parte de actividades de meditación, hacerse masajes, en fin...

Y siendo usted un hombre de Dios, tal y como me escribe en su correspondencia, una de las buenas estrategias es la de recurrir a la oración. No alcanza a imaginar los efectos revitalizadores que tiene la plegaria: ella reconforta, sana y desestresa.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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