“Sexting”: una práctica entre jóvenes que han crecido con las redes sociales y para quienes es normal interactuar a través de una pantalla.
La pandemia, por supuesto, incrementó y motivó la creación de conexiones virtuales.
Pero, aunque es normal que los jóvenes exploren su sexualidad, hay que advertirles de los riesgos: la otra persona, en quien confían o quien, en realidad, les está presionando para tener un encuentro sexual virtual, puede estar actuando como un depredador sexual, incluso si es otro jóven.
Es a esto a lo que se le llama “Capping”: convencer a los menores de llevar a cabo actividades sexuales en plataformas de videochat mientras son grabados en secreto, para luego compartir dichas grabaciones sin su conocimiento.
Y es el nuevo riesgo en Internet. Y uno de los más peligrosos ya que, aparentemente, los jóvenes están dando su consentimiento, pero nada es tan simple como parece.
La psicóloga Alicia López explica que “los adolescentes confían ciegamente en las nuevas tecnologías por lo que realmente no valoran los riesgos de enviar contenido comprometido. Venganza, despecho, fanfarroneo, rupturas de parejas o algo tan simple como el robo del dispositivo pueden viralizar el contenido sexual”.
Es decir, las y los jóvenes no son tan conscientes de que estas prácticas son peligrosas y, además, se sienten más presionadas si su pareja les pide este tipo de encuentros.
Un estudio del College of Medicine de Nueva York y publicado en 2019 encontró que las niñas se sienten tres veces más presionadas que los varones para enviar un “sext”, y que se les había pedido al doble de niñas que de niños que enviaran uno.
Pero, ¿cómo comprender lo que significa este riesgo y cómo proteger a las niñas y niños? Expertos le explican.
No solo es el “Capping”
Además del “capping”, los agresores estarían utilizando otros métodos centrados en prácticas como el grooming y la sextorsión para conseguir estos materiales autogenerados. Uno de los métodos involucraría la participación en entornos digitales vulnerables como redes sociales, videochats, videojuegos en línea y servicios de transmisión en vivo, donde no existen medidas suficientemente efectivas para prevenir el contacto con las víctimas.
En cuanto al perfil de los afectados más comunes, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) ha declarado a las mujeres y niñas como las principales víctimas de explotación sexual mediante contenido autogenerado, con el 50% y el 20% de los casos, respectivamente.
Algunas de las características en común encontradas en las personas más vulnerables a desarrollar este tipo de contenidos involucrarían la presencia de síntomas de depresión, el uso de internet para fines no escolares durante prolongados periodos de tiempo y el acceso a dispositivos electrónicos sin un adecuado monitoreo, por mencionar algunos detalles representativos.
Peligro en aumento
En Colombia, la situación de material de explotación sexual de niñas, niños y adolescentes viene creciendo.
Según la línea de reporte Te Protejo, en lo corrido del 2021 (con corte al mes de agosto), se han recibido 14.938 reportes de este tipo de material, de los cuales el 51,4% (6.818) corresponde a contenidos sexuales autogenerados.
Desde su fundación en el 2012, Te Protejo ha tramitado 107.457 reportes de situaciones que vulneran derechos de niñas, niños y adolescentes en entornos físicos y digitales.
De este total, el 90% está relacionado con Material Esnna (la representación, por cualquier medio, de una niña, niño o adolescente dedicado a actividades sexuales) y el 1,4% corresponde a hechos relacionados con explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes.
Por otro lado, la Internet Watch Foundation evidencia que las niñas entre los 11 y los 13 años conforman cerca del 80% de reportes de este tipo de contenido.
Esto concuerda con los reportes procesados por Te Protejo, los cuales muestran que las niñas entre los 4 y los 13 años constituyen el 84% del total de casos de contenidos sexuales autogenerados.
Para Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red PaPaz, los hallazgos de esta investigación “nos dan importantes pistas para avanzar en la prevención y la mitigación de la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes en los entornos digitales. Creemos que debemos hacernos nuevas preguntas y recomendaciones a familias y colegios como: instar a que quien reciba una imagen de una niña, niño o adolescente en una situación erótica, por ejemplo, nunca la almacene; el que seamos conscientes que seguramente quien nos pide que hagamos algo en cámara lo está grabando y alguien lo puede usar luego”.
Lamentablemente, serían los mismos jóvenes los que estarían produciendo el contenido sexual que circula por Internet: son las niñas las que más presionadas se sienten a hacerlo. A este nuevo riesgo se le llama “Capping”.