La hipertensión arterial es una afección comúnmente conocida como “presión arterial alta”. En términos sencillos, se refiere a la fuerza con la que la sangre presiona las paredes de las arterias mientras circula por el cuerpo.
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Si esta presión es demasiado alta de manera constante, puede dar lugar a diversos problemas de salud, como enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y enfermedad renal.
La dieta juega un papel crucial en el control y prevención de la hipertensión arterial. Es esencial ser conscientes de lo que comemos, optando por alimentos frescos y evitando aquellos ricos en sodio, azúcares y grasas no saludables. Siempre es recomendable consultar con un especialista antes de realizar cambios drásticos en la dieta.
¿Qué es la hipertensión arterial?
La presión arterial está compuesta por dos medidas: la sistólica (el número más alto, que refleja la presión cuando el corazón late) y la diastólica (el número más bajo, que refleja la presión cuando el corazón descansa entre latidos). Según la Organización Mundial de la Salud, una presión arterial normal es aquella que se encuentra por debajo de 120/80 mmHg. Se considera hipertensión cuando los valores superan consistentemente los 140/90 mmHg.
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La doctora Martina Rojas, cardióloga y especialista en hipertensión, señala: “Es esencial controlar la presión arterial, ya que si se mantiene elevada durante mucho tiempo, puede causar daños irreversibles en el corazón, los riñones y el cerebro”. Además, la doctora enfatiza la importancia de la alimentación: “Muchos pacientes no son conscientes de que, con una dieta adecuada, pueden reducir significativamente su presión arterial y mejorar su calidad de vida”.
Bananas: Ricas en potasio, ayudan a mantener el equilibrio de sodio en el cuerpo.
Avena: Un alimento integral que puede ayudar a reducir la presión arterial.
Espinacas: Otro alimento alto en potasio, también aporta fibra y antioxidantes.
Remolacha: Ayuda a relajar los vasos sanguíneos y mejorar la circulación.
Frutos secos: Como las almendras y nueces, que contienen grasas saludables.
Semillas de lino: Fuente de ácidos grasos omega-3.
Ajo: Con propiedades que pueden ayudar a reducir la hipertensión.
Pescados azules: Como el salmón y la caballa, ricos en omega-3.
Legumbres: Como lentejas y garbanzos, aportan fibra y proteínas.
Frutos rojos: Fuentes de antioxidantes que protegen el sistema cardiovascular.
Sal: Evita el consumo excesivo y verifica las etiquetas de los alimentos procesados.
Carnes procesadas: Como salchichas, jamones y bacon.
Alcohol: En exceso, puede elevar la presión arterial.
Cafeína: Consumida en grandes cantidades puede ser perjudicial.
Comidas rápidas: Por su alto contenido de sodio y grasas.
Dulces y postres procesados: Pueden aumentar el riesgo de obesidad, un factor de riesgo para la hipertensión.
Grasas trans: Presentes en alimentos procesados y fritos.
Conservas y enlatados: Por su contenido de sodio.
Bebidas azucaradas: Contribuyen a la obesidad y al desequilibrio metabólico.
Salsas comerciales: Como la soya y teriyaki, que contienen altas cantidades de sodio.