Luego de luchar mucho y estudiar fuerte, la bumaguesa Judith Alexandra Vasquez García logró su nacionalidad francesa en 2021.
“Fue un momento de mucha felicidad y una recompensa a tantos años de esfuerzo y de compromiso con este país porque la obtención de la nacionalidad pues me permite sentirme parte de la vida política y de la vida social”, comenta Judith.
Toulouse es una ciudad, en general, soleada y acogedora, ubicada muy cerca de Barcelona: apenas a 392,3 kilómetros. Además, cuenta con una interesante oferta cultural relacionada con Latinoamérica: desde 1989 se realiza el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse, muy reconocido a nivel internacional.
También están el Festival Río Loco, la fiesta latina de Toulouse, y Festival Théâtre avec Ñ, una cita con las artes escénicas españolas en la ciudad, lo que muestra un importante interés de los franceses de la región por conocer sobre el idioma español y los países que lo hablan.
Pero con todo, los franceses son estrictos en sus horarios y códigos culturales, además de serlo en sus cuestiones administrativas, por lo que adaptarse a sus formas es fundamental.
Y, por supuesto, al inclemente frío.
“A todo aquel que quiere venir a Francia o a Europa les digo que la paciencia es la clave de todo porque la cultura es completamente diferente en muchos aspectos, la comida, el transporte, todo es muy diferente y por supuesto el clima: en Francia y toda Europa tenemos estaciones”, comenta Judith, quien tiene 33 años.
Judith se graduó como Licenciada en español y literatura de la Universidad Industrial de Santander y ya que su programa ofrecía simultáneamente la formación en francés como lengua extranjera, además de contar con el apoyo de la directora de la escuela de idiomas, pensó en construir un proyecto académico en ese país.
Y, por supuesto, también su proyecto de vida.
Llegar a Francia
Para lograr estudiar en Francia una maestría, Judith ganó una beca llamada CEF, que es un convenio de la UIS con la embajada de Francia que se ofrecía en ese momento, 2012.
“Postulé y afortunadamente la obtuve. Al mismo tiempo postulé al crédito beca de Colfuturo, que también obtuve y gracias a estos dos programas pude financiar el inicio de mis estudios en Francia”, cuenta Judith.
Judith se vinculó entonces con Campus France, la entidad que se encarga de organizar y de hacer el enlace entre los estudiantes y las universidades del país.
“Postulé a varias maestrías y finalmente opté por el máster en Arte y Comunicación que ofrecía la Universidad de Toulouse”, explica.
Además, la vinculación con el arte le viene de familia: si bien tienen orígenes humildes, su mamá es una docente apasionada por la danza y cabeza de hogar y su hermana también se dedica a la docencia.
La universidad pública fue, teniendo en cuenta lo anterior, fundamental para la formación de Judith tanto en Colombia como en Francia. En ese entonces, las universidades de ese país eran subsidiadas para los estudiantes extranjeros. Ahora, la situación ha cambiado y los costos han aumentado.
Para 2012, Judith sabía francés, pero si bien comprender sus clases fue relativamente fácil, la vida cotidiana implicaba otro nivel: “recuerdo que comprendía muy bien lo que me explicaban en clase, entendía perfectamente las conferencias de los cursos que impartían los profesores, pero en la vida social, de todos los días, era muy complicado porque fuera de la vida académica los jóvenes son códigos culturales a los que hay que acostumbrarse y eso toma su tiempo”, explica.
En el 2015 logra graduarse de su máster y es entonces cuando regresa a trabajar en Bucaramanga durante dos años. Sin embargo, regresó pronto a Francia por motivos personales y profesionales y en 2017 comienza un segundo máster en educación para emprender el proyecto de inserción profesional como docente en este país y así trabajar para el Estado.
Es docente también en la Universidad de Capitole, también como profesora de español, lengua extranjera.
“Un inmigrante, pese a tiempo, siempre va a tener esa necesidad de aprender del otro, sobre todo en Europa, donde hay una variedad cultural y lingüística enorme. Siempre habrá un motivo para aprender y eso es lo que más me apasiona de vivir en el extranjero”, indica.
Y no importa el invierno, que siempre, para quienes vienen del trópico, intimida y duele.
“Para mí es durísimo el invierno. Yo creo que es una de las estaciones que me cuesta aún sobrellevar porque el frío es muy duro, quizás no tan duro como el de Canadá, pero para aquellos que venimos de tierra caliente, es muy difícil”, cuenta Judith.
Pero ella ha sabido tener la solidez mental necesaria para soportar el frío inclemente, no solo climático, sino emocional, pues el migrante vive constantemente en busca de ese refugio, de ese lugar seguro donde estar. Al menos por un tiempo, ya sea mucho o poco.
Así que Judith está orgullosa del camino que eligió.
Dice que se siente “privilegiada de poder ser de una u otra manera embajadora de de mi lengua y de mi cultura en el exterior”, concluye.
Comunicadora social - periodista egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Desde 2005 hace parte del equipo de Vanguardia, trabajando en crónicas y reportajes premium, los cuales se enfocan en temáticas culturales, población Lgbt, y mujer y género.
Ganadora de un premio Luis Enrique Figueroa en 2007 con ‘Aquí estamos pintados’ y un premio CPB con ‘Diario de una bulimica’ en 2008.
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