lunes, 27 noviembre 2023
jueves 21 de septiembre de 2023 - 6:13 AM

Judicial

Detalles del secuestro de una pareja de adultos mayores

Esta historia se inició el 21 de julio, cuando dos secuestradores llegaron hasta la casa que los ancianos estaban vendiendo, ubicada en el barrio Santa Clara, de Ocaña, fingiendo estar interesados en comprar el inmueble.

El secuestro de Héctor Julio Sánchez Sánchez y de Anayibe Pallares Viloria, con 47 años de casados, fue una experiencia difícil y traumatizante tanto para ellos como para sus familiares, que no pasaron un solo día sin llorar y rezar por su liberación, que finalmente se dio la noche del domingo.

Esta historia se inició el 21 de julio, cuando dos secuestradores llegaron hasta la casa que los ancianos estaban vendiendo, ubicada en el barrio Santa Clara, de Ocaña, fingiendo estar interesados en comprar el inmueble.

Con la excusa de revisar la vivienda y luego decidir si la comprarían, los delincuentes lograron una cita con la pareja, que se cumplió ese viernes, hacia las 10:30 de la mañana.

Los hombres llegaron en un carro rojo y se presentaron, luego la pareja los invitó a ingresar a la casa. Cuando todo parecía normal, uno de los delincuentes sacó un arma e intimidó a los esposos.

Dos horas después, los secuestradores sacaron a la pareja de la habitación y le dieron la orden de que saliera junto con ellos y se montara en el carro rojo. Según se conoció, los secuestradores tomaron la vía hacia el corregimiento Aguas Claras para dirigirse hacia el Cesar.

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‘Se portaron bien’

Héctor, de 77 años, y Anayibe, de 71, permanecieron en una zona montañosa, donde había árboles frondosos y una espesa vegetación. Estuvieron siempre custodiados por personas encapuchadas, que pocas veces les dirigían la palabra.

“Nosotros no sabemos si por la edad que ellos tienen no los encadenaron. Los secuestradores habrán pensado que ellos ya no tienen energías ni el cuerpo como para salir corriendo por esa zona, por lo que los dejaron sueltos”, confesó una familiar.

Sobre la alimentación, aseguró que a la pareja la alimentaron con chocheco, arroz, pollo y pescado. Además, le dieron los medicamentos que necesitaba durante las primeras semanas de cautiverio.

“A veces mi papá se ponía a discutir con los secuestradores, pero los mismos delincuentes lo calmaban. Los trataban bien, porque los veían como una pareja de abuelos que son inofensivos”, recordó la familiar.

Añadió que Héctor Julio bajó varios kilos en esas semanas de cautiverio, pero nunca perdió la fe de que en cualquier momento los iban a liberar.

“A mi papá hasta le sirvió esa experiencia, porque enflacó –dijo la mujer en medio de risa-, mi mamá si llegó enterita. Ellos nunca cambiaron, durante el rapto no los separaron, por lo que fueron un apoyo en esas semanas difíciles”, dijo.

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La liberación

Extraoficialmente se conoció que, presuntamente, los secuestradores le exigían a la familia 20.000 dólares.

Héctor Julio Sánchez Sánchez y Anayibe Pallares Viloria fueron dejados en un tramo de la carretera que de Ocaña comunica con Aguachica (Cesar), hacia las 10:30 de la noche, del domingo.

Primero los transportaron en motos, luego a caballo y, finalmente, los montaron en un carro que los dejó en ese corredor vial solitario y oscuro. Les entregaron $100 mil para que pagaran el transporte hasta su casa.

Hacia las 11:20 de la noche, en la casa de la familia Sánchez Pallares, en el barrio Santa Clara, todos dormían. Media hora antes habían rezado por la liberación de la pareja.

Los abuelos llegaron en medio de la oscuridad y tocaron el timbre, pero ninguno de los habitantes de la residencia escuchó. Sin embargo, los perros comenzaron a ladrar hasta despertarlos, por lo que uno de ellos salió a mirar qué estaba sucediendo.

Cuando uno de los hijos de Héctor y Anayibe abrió la puerta y observó a sus papás, por los que una media hora antes había rezado para que los soltaran, casi se desmaya. Él quedó pálido, se tapó la boca con las manos y comenzó a llorar, no tenía palabras en ese momento.

Padre, madre e hijo se abrazaron e ingresaron a la casa rápidamente. Luego la noticia se difundió rápidamente entre sus seres queridos.

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