Santiago Suárez Luna es un estupendo dibujante que aprendió su arte practicando y practicando. Para él este ha sido el método que ha funcionado desde que tiene uso de razón, pues no recuerda un momento exacto en el que empezó a llenar su casa con su arte.
“Yo dibujo desde que tengo memoria, desde siempre”. Pero los dibujos que hoy tiene en sus libretas y hojas sueltas, son de hace cinco años. Antes solían conservarlos todos, pero el tiempo ha pasado factura en algunos de ellos. Y él también ha ido madurando en sus trazos. Hoy se inclina más por el cómic americano, el manga y el semirrealismo.
Una técnica a puro lápiz
“Yo hago mis dibujos con puro lápiz y lapicero. Antes solía dibujar a color, gastaba mucho color en dibujos de, por ejemplo, hace tres o dos años”. Luego fue cambiando su estilo, pero sin perder la calidad y pasión que deja en cada una de las hojas, que a veces guarda para él, otras veces regala a sus amigos, y en ocasiones, las vende a quienes le piden dibujos personalizados.
“Antes seguía un estilo un poco más genérico, parecía de alguna forma anime, pero luego fui aprendiendo de otro tipo de técnicas como el entintado, y las rayas que se utilizan en los cómics”, aclara. Hoy define su estilo como una mezcla entre el cómic americano y el manga.
No hay secretos
Para Santiago no hay secretos. Considera que a dibujar se aprende, dibujando.
“No he asistido a ningún curso o academia, todo lo he hecho de forma autodidacta. He aprendido algunos conceptos por internet y, por supuesto, dibujando. Siempre me hacen la típica pregunta de cómo aprendí a dibujar, y siempre respondo lo mismo: dibujando. Haciéndolo una, y otra, y otra vez. Con la práctica se va mejorando, se va notando en qué ámbito puede uno mejorar y en que está fallando, para luego avanzar y mejorar”.
Aunque la práctica es fundamental, Santiago siempre está deseando superar sus propias expectativas y con el deseo de aprender más. “He visto vídeos, he leído una serie de libros porque considero que sí es bueno adquirir conocimiento externo para luego aplicarlo a los dibujos”.
Reconocimiento
Escuchar a Santiago es como estar hablando con un ilustrador profesional. Aunque no tiene título, ni un portafolio elaborado; cuenta con los conocimientos, experiencia y talento. Es un joven que reconoce sus fortalezas, pero que también es consciente de los aprendizajes que le ha dejado su arte. “A veces suelo tener bloqueos creativos, esto significa que a la hora de analizar ciertas ideas o intentar plasmarlas, no soy capaz. No se me ocurre una forma correcta para que las personas entiendan lo que quiero dar a conocer”.
Desde hace un tiempo ya tiene claro que quiere que la gente lo conozca a través de sus dibujos, dar a conocer su arte y que este cause un impacto significativo en ellos. “Quiero que sea trascendental para ellos, que sea algo que les guste y que puedan tener ahí y digan: yo quiero eso, me gusta esto”, dice.
Su talento ya lo ha llevado a que en el Colegio Campo Hermoso, donde cursa once grado, lo conozcan y exalten. De hecho, será el encargado de hacer un mural y embellecer una de las paredes de la institución.
En este punto de su vida ya tiene claro que quiere estudiar artes plásticas en la universidad y complementar los estudios con diferentes cursos de dibujo. Hoy tarda alrededor de cuatro o cinco horas, dependiendo de si tiene los materiales a la mano, pero pronto espera hacerlo como todo un profesional.
“Pienso irme a Estados Unidos, o a Canadá, o a España, porque son países en donde el arte es más apoyado que acá en Colombia. En Canadá existen estudios de animación, existen empresas dedicadas a la creación de cómics, de caricaturas, y a muchas ramas del arte”. Espera abrirse su camino en otro país, pero si no se da, se dedicará a crear contenido de forma independiente.
Periodista egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Miembro de Vanguardia desde 2020. Actualmente soy reportera de las secciones de Tecnología, Entretenimiento y Cultura, y apoyo en la elaboración de contenido digitales e impresos. Lidero el proyecto Vanguardia Kids, una plataforma multicanal en la que los niños de 8 a 14 años son los encargados de contar historias.
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