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Sábado 31 de julio de 2021 - 12:00 PM

Europa debate si debe restringir a no vacunados

Francia es el país que ha presentado las mayores movilizaciones contra la vacuna.

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“Mi cuerpo, mi decisión”. “Libertad”. Las consignas se repiten en pancartas y gritos desde mediados de julio en las calles europeas. Desde Francia hasta Alemania, pasando por Grecia, España o Italia, cientos e incluso miles de personas reivindican que su palabra sea la última cuando se trate de vacunar o no contra el Covid-19.

La obligatoriedad de la vacunación universal contra el coronavirus está vigente, técnicamente, solo en tres países del mundo: Tayikistán, Turkmenistán y el Vaticano. Ninguno supera los diez millones de habitantes y tampoco una extensión territorial mayor a 500.000 kilómetros cuadrados (menos de la mitad de Colombia, por ejemplo).

Turkmenistán lo decidió el 13 de julio, justo un día después de que el presidente francés Enmanuel Macron compareciera ante su país para anunciar que, si bien los civiles no estaban obligados a vacunarse, quienes no lo hicieran no podrían ingresar a teatros, cines y espacios culturales que reúnan a más de 50 personas. Desde septiembre tampoco podrán estar en bares, restaurantes o centros comerciales o usar transporte público. 792.339 dosis se aplicaron ese día, un récord.

Dos días después, 2,2 millones de franceses habían concertado cita para vacunarse. El “pase de salud”, como lo llamó el gobierno francés, desatascó una vacunación que alcanza aún a un relativo poco porcentaje de población, en comparación con vecinos europeos e incluso con países como Chile. Esto pese a que el país fue uno de los primeros del mundo en iniciar vacunación, a mediados de diciembre de 2020.

Mientras en la nación gala el 45 % de la población tenía el esquema completo de vacunación con corte al 29 de julio, ese porcentaje era del 54 % y del 57 % en Portugal y España, respectivamente. El promedio de la Unión Europea también es superior, con el 48 %. En Chile, el país latinoamericano más avanzado en el tema, el 64 % de la población ya estaba inmunizada contra el Covid.

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Macron justificó su enfoque. “Reconocer el civismo y hacer recaer la carga de las restricciones en los no vacunados, y no en todos”, señaló en su discurso. No es el único que ha optado por endurecer el tono con los escépticos de la vacunación. Tanto en Grecia como en Italia o Irlanda se han adoptado decisiones similares, no solo respecto a los habitantes en general, también con los profesionales sanitarios que, si desean seguir trabajando, deben vacunarse.

Si bien las decisiones han servido de estímulo para la vacunación, como lo visto en Francia, también han sido la motivación de las protestas que exigen que, pese a la pandemia y a las más de cuatro millones de muertes que ha producido a nivel global, se respete en integridad el derecho a no vacunarse. El debate de si la individualidad prima sobre el bien común atraviesa a las democracias europeas.

Libertad individual

La discusión es tan antigua como la existencia misma de la vacuna. “Desde la introducción de la primera vacuna, ha habido oposición a la vacunación. En el siglo XIX, a pesar de las claras pruebas de su beneficio, la inoculación rutinaria con viruela de vaca para proteger a la gente contra la viruela se vio obstaculizada por un floreciente movimiento antivacunación”, señala la prestigiosa revista médica, The New England Journal of Medicine.

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El inglés Edward Jenner comprobó alrededor de 1796 que una leve dosis de infección de viruela de vaca podía crear inmunidad contra ese virus. Cuando una epidemia de la enfermedad se expandió en Reino Unido, el gobierno expidió una serie de normas que ordenaba la vacunación de niños hasta los 14 años de edad. Los padres que no lo hicieran se sometían a penalizaciones. En reacción, nació la Liga Antivacunación.

Si en ese entonces la ausencia de información era un factor a tener en cuenta, hoy parece ser lo contrario. “La gente está recibiendo tantos datos, que al final no sabe qué hacer o a quién creerle”, explica Santiago Henao, miembro del Consejo Nacional de Bioética y docente de la Universidad CES, “¿qué marca me van a poner? Y por qué esta sí y esta no, preguntas que no se hacían antes. La OMS llama a este exceso de información Infodemia. Grandes referentes políticos también emitieron conceptos que le hicieron mucho daño a los programas de vacunación”.

Los casos de Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil, presidentes que al inicio de la pandemia desestimaron su impacto, pudieron afectar la necesidad de urgencia por una vacuna y disminuir la conciencia del riesgo que conlleva la covid. “Unos elementos que hoy ya no podemos permitir seguir obviando”, señala Yéssica Giraldo Castrillón, epidemióloga y profesora de la Universidad CES, “frente al interés individual, prima el bien común”.

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La aparición de la variante Delta, catalogada por la OMS como “preocupante” y que, según los primeros estudios internacionales, puede contagiar entre cinco a ocho personas en promedio (la original contagia entre dos a tres), elevó las alarmas de Europa. En Francia, por ejemplo, está representando, según cifras de Sanidad de ese país, más del 4 % de los nuevos casos positivos. Ante la mayor transmisibilidad, se teme que el 70 % de vacunados, la meta para lograr una inmunidad de rebaño, no sea suficiente.

“Las restricciones en Europa no aparecieron entonces de la nada”, dice Giraldo, “el Estado primero prodigó los medios para la decisión individual; segundo, invitó a construir un entendimiento; tercero, ante la negación de entender que esto es un problema colectivo, reglamentó; y cuarto, ante el no cumplimiento, sancionó”. No es solo un llamado a la solidaridad colectiva.

“Es un tema de coherencia”, amplía Castrillón, “quien, en nombre de su libertad individual no se quiera vacunar, no se le obliga, pero en coherencia a esa libertad, no puede participar de cosas que no son esenciales: un concierto, ir a un bar. Que siga en su lógica individual, en espacios individuales. Si no ha adquirido la conciencia de que para convivir en sociedad todos debemos tener un mínimo de cuidado, y para eso es la vacuna, entonces que no esté en sociedad”. “Se sigue respetando la autonomía de las personas”, agrega Henao, “procurando proteger al colectivo”.

Ninguna de las medidas aprobadas en Europa pone en peligro la atención en salud del que, tras la oportunidad de vacunarse, decide no hacerlo y se contagia de forma severa. “Solo restringe el disfrute del ocio en espacio público, espacio que debe ser seguro para todos”, finaliza Castrillón.

Casi dos siglos después de la creación de la vacuna contra la viruela y del posterior nacimiento de la Liga Antivacunas, en 1979 la OMS declaró erradicada esta enfermedad.

Contexto de la noticia

En Alemania y Reino Unido los gobiernos no están muy seguros de la estrategia francesa. “No descarto considerar el tema dentro de unos meses”, señaló la canciller alemana, Angela Merkel, el pasado 12 de julio, al ser preguntada sobre si su país seguiría el mismo camino, “pero por el momento nuestra posición es que no queremos obligar a la gente a vacunarse, queremos animarla”. En Reino Unido la decisión más restrictiva afecta a los clubes nocturnos, a donde solo podrán entrar los vacunados. Al otro lado del Atlántico, Joe Biden señaló recientemente que los empleados federales deberán dar fe de su estado de vacunación.

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Publicado por El Colombiano

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