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Viernes 23 de julio de 2021 - 12:00 PM

Históricas protestas en Cuba: Ahora qué viene

Las protestas al clamor de Patria y Vida en la isla son el resultado de un malestar social acumulado y deben llamar la atención del Gobierno cubano, que no puede reaccionar con represión como ha ocurrido en el pasado. La profunda crisis en el país caribeño requiere transitar por las vías del diálogo.

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 Fotomontaje / VANGUARDIA
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El pasado 11 de julio, la calle fue la expresión inequívoca de los cubanos frente a una crisis que no veían desde el colapso de la Unión Soviética, en la década de los 90.

Aguantar en silencio ya no es una salida para un pueblo cuya cotidianidad se ha convertido en disfuncional, y con unas carencias aplastantes: apagones, escasez de medicamentos, carestía de productos básicos, pandemia, angustia... incertidumbre.

“Patria y Vida”, un giro al lema del gobernante Partido Comunista “Patria o Muerte”, se convirtió en el himno de los manifestantes que corearon en unas protestas inéditas en la isla con gran impacto mediático en el ámbito internacional.

Si bien se trata de movilizaciones sin precedentes, pues las últimas se remontan al año 94 tras la desintegración de la Unión Soviética con el llamado “Maleconazo”, Daniel Cubilledo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, considera que se ha malinterpretado el sentido y las demandas de las mismas.

En su opinión, es equivocado pensar en estas protestas como un reclamo masivo contra el sistema político cubano. Más bien, lo atribuye a una expresión de cansancio y hartazgo por la compleja situación económica que vive la isla de 13 millones de habitantes. Solo la inflación aumentó el 500% en el último año.

“Corte de electricidad, desabastecimiento, largas colas para comprar alimentos básicos y carestía de los mismos; falta de medicamentos y artículos de aseo en un contexto de crisis con los efectos económicos de la pandemia, que han golpeado el turismo, una fuente de divisas del país”, describe.

A esto se suma, que en algunas provincias, como Matanzas, con una situación difícil hospitalaria, hay un dramático incremento de contagios de la COVID-19, anota el experto. Cuba, que atraviesa el peor momento de la pandemia, registra 316.383 contagios y 2.203 fallecidos.

De acuerdo con Cubilledo sería un error reducir estas expresiones sociales de descontento a una injerencia externa, instigadas por Estados Unidos.

Aunque dice que tampoco se puede desconocer que, pese a las condiciones difíciles en las que se encuentra, aún el Gobierno cubano cuenta con un amplio apoyo popular, “más allá de que dentro de ese apoyo, se puedan criticar muchas cosas”.

En general, estima que la mayoría de las protestas responden a la coyuntura económica que se profundizó por la COVID-19, e ineludiblemente por el embargo económico de EE.UU.

De hecho, el docente de la Javeriana recuerda que durante la Administración de Donald Trump se impusieron 243 nuevas medidas que han golpeado la economía cubana, limitando de manera significativa las remesas que se reciben desde EE.UU., suspendiendo además los viajes de cruceros y los vuelos aéreos.

Eso se traduce en más de US$200.000 millones en pérdidas por estas sanciones.

En ese mismo sentido se refiere Mauricio Jaramillo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, quien afirma que en medio de la pandemia, Cuba fue objeto de varias rondas de sanciones que han asfixiado aún más la ya frágil economía de la isla.

Ahora bien, la postura del presidente Joe Biden, a su juicio, es normal pues EE.UU. ha insistido en más de medio siglo de que el comunismo es un fracaso. Sin embargo, implica igualmente, un abandono de la retórica de los insultos de Trump, a una retórica argumentativa.

Para Cubilledo, lo que viene en la isla es habilitar espacios de diálogos entre las distintas voces de la sociedad que contrastan con los sectores más ortodoxos del Partido Comunista.

Entonces, un reto fundamental del Gobierno actual de Miguel Díaz-Canel, en el mediano y largo plazo, es incorporar estos sectores en un diálogo para llegar a acuerdos, y de esta manera, “distender las contradicciones que se han ido incubando en los últimos años”.

Lo mismo cree Jaramillo, quien ve factible abrir un diálogo como pasó en 2019, y que derivó en una reforma constitucional, en la que se reconoció la propiedad privada, la economía social de mercado, la inversión extranjera, etc. El otro camino, agrega, es la salida tradicional, una fuerte campaña de represión para disuadir al pueblo inconforme. Sin embargo, apuesta por el diálogo.

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Publicado por Ángela Castro Ariza

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