Con la decisión de poner fin al derecho constitucional del aborto, considerado intocable durante casi 50 años, el Tribunal Supremo de Justicia de Estados Unidos se ha situado en el centro de la pugna ideológica y política en torno a temas trascendentales como los derechos reproductivos, el porte de armas o el matrimonio gay.
En las últimas semanas, las sentencias de la máxima instancia judicial del país norteamericano son noticia, y también los alegatos que las preceden, en un contexto en donde grupos conservadores luchan en los tribunales por llevar su batalla legal a la Corte Suprema, conscientes de que allí tienen ahora un aliado.
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Si bien la alta corte llevaba medio siglo dominada por la derecha, la llegada de los tres magistrados del expresidente republicano Donald Trump, cambió el escenario, creando una especie de “supermayoría” conservadora que no se veía desde la década de 1930.
Una situación que, sin lugar a dudas, abre todo un campo de posibilidades para los conservadores.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos cuenta con nueve miembros y seis de ellos son conservadores, quienes están dejando su impronta poniendo en riesgo logros y avances históricos en materia sexual y reproductiva que ahora están en tela de juicio.
Hay que recordar que el matrimonio homosexual y el derecho a usar anticonceptivos, igual que el aborto hasta ahora, no están protegidos por ninguna ley a nivel federal que los reconozca explícitamente, sino que emanan de las interpretaciones que en su momento hicieron los magistrados del Tribunal Supremo con respecto a la Constitución.
Un giro radical
A todas luces, según Dorian Kantor, profesor de Relaciones Internacionales y Ciencia Política de la Universidad Javeriana, la Corte Suprema de EE.UU. ha girado bruscamente hacia la derecha y su mayoría ultraconservadora.
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“Envalentonada (la Corte) ha abandonado en gran medida su compromiso con lo que se denomina stare decisis, la doctrina según la cual las cortes se apegan a los precedentes al tomar sus decisiones”, explica el experto.
Esa idea es compartida por Lawrence Gumbiner, profesor universitario y consultor internacional, quien señala que la Corte tiene una mayoría muy conservadora en este momento, lo más conservadora desde hace muchas décadas.
Incluso el presidente Joe Biden reaccionó tras el fallo sobre el aborto el pasado 24 de junio, afirmando que “han sido tres jueces nombrado por Trump los que están en el núcleo de esta decisión. No se equivoquen, esto es una decisión que viene de un esfuerzo deliberado. Es una realización de una ideología extrema”.
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La idea de que la Corte Suprema está por encima de la política siempre ha sido una especie de mito en ese país. Pero dada las recientes y controvertidas decisiones del máximo tribunal, esta noción ha cambiado drásticamente en el imaginario estadounidense.
Gumbiner opina que la Corte Suprema siempre ha tenido un aspecto político, aunque ha variado tras los años. “Hoy día tenemos un cuerpo político bastante polarizado, entonces cualquier decisión jurídica va a ser acusada de ser basada en consideraciones políticas en vez de judiciales, apunta el consultor estadounidense.
Estrategia calculada conservadora
Kantor, por su parte, asegura que se pensaba que el tribunal se movería cautelosamente hacia la derecha para preservar la integridad institucional y la credibilidad del más alto tribunal de la nación, sin embargo eso no es lo que está ocurriendo.
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“Lo que está pasando ahora, es la acumulación de años de una estrategia consciente y calculada por parte de los conservadores estadounidenses para deshacer el legado del Tribunal Supremo posterior a la era del movimiento de los derechos civiles, que ha sido muy solícito con los derechos fundamentales que están presentes textualmente en la Constitución”, subraya.
A su juicio, el movimiento conservador en EE.UU. ha mirado durante mucho tiempo a la Corte Suprema como su mejor opción para implementar su visión constitucional y legal en el país.
Lo que está pasando en Estados Unidos es la confirmación de una tendencia que se nota en la región, apunta en ese sentido Suelen Castiblanco, docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de La Salle.
Con ello se refiere a grandes cambios en términos sociales que cada vez están más en manos del aparato judicial que en el poder legislativo, cuando debería ser el Congreso electo por parte de los ciudadanos el que decida sobre temas controversiales.
Además, insiste en que por tratarse de decisiones en temas que no resultan del consenso ciudadano, sino más bien de una imposición jurídica, “pueden ir en detrimento de los derechos de poblaciones tradicionalmente vulneradas”.
Mientras el Tribunal Supremo de Justicia derogó el derecho al aborto, blindó el derecho a portar armas en Estados Unidos.
Sobre el particular, Lawrence Gumbiner, consultor internacional, menciona que temas como el armamento y el aborto son muy importantes para los conservadores porque son considerados parte de las “guerras culturales” dentro del país.
No obstante, dice que es importante distinguir entre los fallos sobre aborto y el del porte de armas.
Explica que el derecho al aborto no se encuentra directamente en la Constitución y fue aprobado como derecho constitucional por la Corte Suprema de Justicia en el histórico caso “Roe versus Wade” de 1973, a diferencia del porte de armas que está consagrado en la Segunda Enmienda.
Lo que viene ahora es que se puedan tumbar derechos adquiridos. Ese es el peligro real, considera el docente universitario Dorian Kantor, a razón de que esta nueva mayoría ultraconservadora pueda deshacer décadas de precedentes legales.
La docente Suelen Castiblanco advierte decisiones de esa misma línea en el futuro, donde grupos ultraconservadores puedan sentirse respaldados por los últimos fallos del máximo tribunal, situación que puede conducir al desmonte de derechos ganados por parte de la ciudadanía.
Un escenario de estos es peligroso porque va en contravía de las libertades individuales, justamente los principios fundaciones de la democracia de EE.UU., sentencia Castiblanco.
Los nombramientos por parte de Donald Trump de los juces Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett son los más altos dentro cualquier presidente desde Ronald Reagan.