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Lunes 27 de marzo de 2023 - 12:00 PM

Rosario: así vive el enclave narco de Argentina, la ciudad con más homicidios de ese país

El punto más álgido está en Los Pumas,un barrio en el que los tiroteos son diarios. Hasta la Fiscalía creó una Unidad de Balaceras.

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El Colombiano / VANGUARDIA
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La ciudad de Rosario, conocida en Argentina por ser cuna de grandes futbolistas, se está convirtiendo en un enclave de bandas de narcos que la tienen como la región con mayor índice de homicidios en ese país. Incluso, una víctima reciente fue un niño a quien una bala perdida lo alcanzó mientras jugaba a la pelota.

Y no es un dato menor, porque la polvorienta cancha de Los Pumas, donde murió el menor, ahora está repleta de policías armados que patrullan día y noche en un intento por dar seguridad al barrio. Esta zona rosarina es la sede de las bandas.

“Ya antes había tiroteos, pero es la primera vez que queda un niño en el medio. Nunca se habían metido con un niño”, dice uno de los vecinos de este humilde barrio, en el que las casas de ladrillo sin frisar ocultan otras más precarias hechas solamente de chapa. Marcas de bala se ven en paredes y ventanas.

El niño se llamaba Maximiliano Gerez y tenía 11 años. “El barrio está muy indignado. Por eso, todos los vecinos arremetimos sobre las casas” donde se almacena y vende droga, agrega esta persona, y en las que se ocultaban los presuntos responsables del tiroteo en el que otros tres menores resultaron heridos de bala.

De hecho, pidió reservar su nombre porque, al igual que la mayoría de los habitantes de Los Pumas, teme por las amenazas que recibió después de que en un lance de furia saquearon e incendiaron las casas de las bandas que se refugian y actúan en la zona.

A partir de ese momento, la vida en el barrio se detuvo. Los comedores populares cerraron y pocos salen de sus casas. Todos se preguntan cuánto tiempo durará la presencia de las fuerzas de seguridad y qué pasará luego.

Rosario, con una población de 1,3 millones, tiene una tasa de 22 homicidios por cada 100.000 habitantes, cinco veces mayor al promedio nacional, según cifras del Gobierno.

Es el principal puerto de Argentina y, de acuerdo con los expertos, se ha convertido –a través de la hidrovía sobre el río Paraná– en punto privilegiado para salida de drogas desde Bolivia, Brasil y Paraguay hacia Europa y Asia.

“Es un enclave estratégico para las organizaciones narcocriminales”, asegura Claudio Brione, ministro de Seguridad de la provincia de Santa Fe, al citar tanto al puerto como una importante red de autopistas y carreteras.

“En ese transporte de drogas hacia otras partes del mundo, siempre algo queda y encuentra en los barrios de alta vulnerabilidad social lugar para la venta”, explica Brione, al referirse también a “una violencia inusitada entre distintas bandas por recuperar el territorio”.

Marcelo Antonelli preside el club deportivo Reflejos, en Empalme Graneros, el sector de Rosario donde se levanta el barrio Los Pumitas. Frente a su sede, en una casa a la que los vecinos se refieren como “búnker”, fueron confiscados hace poco 1.600 kilos de cocaína pura.

Asegura que el club estaba tomado por los traficantes y se enorgullece de haberlo recuperado. “Todos los días se sufrían amenazas. ‘Vamos a sembrar de muertos todo alrededor del club’, decían. Pero tomamos la decisión de seguir adelante, porque creemos en nuestro trabajo y pensamos que también esa gente que nos amenaza cree en nuestro trabajo”, precisa.

“En Rosario no hay una milicia narco. Son unos pocos pibes en moto, débiles, con muchas necesidades ¿Cómo no se va a poder frenar?”, pregunta.

Luciana Ginga, politóloga y criminóloga de la Universidad de Rosario, describe a esas bandas como “barriales, con un componente alto de connivencia policial”.

Y advierte sobre un entramado mayor. “El mercado ilegal que maneja el narcotráfico ha permitido en Rosario un desarrollo exponencial del mercado inmobiliario y de los bienes suntuarios, como los autos de alta gama, al igual que la movida nocturna”, afirma esta investigadora.

Y es que en Argentina la palabra “balacera” se vincula con Rosario. Se usa tanto para referirse a un intercambio de disparos como a un ataque a balazos, muchas veces en contra de un inmueble con la intención de extorsionar a sus dueños.

Desde 2020 le da nombre a una oficina de la Fiscalía: la “Unidad de Balaceras”. La fiscal Valeria Haurigot explica que fue creada con el fin de “dar una visión global a un fenómeno criminal, cada vez más preocupante, que iba creciendo”.

Pero aunque las describe como “bandas muy precarias” y sostiene que se ha identificado a los autores de los hechos delictivos, Haurigot admite que el crimen no se detiene porque estos siguen actuando desde las cárceles.

“Para el sistema penal argentino, la privación de libertad es la pena más grave. Pero se emite una orden de detención contra una persona que ya está presa”, deplora la fiscal que clama por un acuerdo urgente de “todos los estamentos políticos”.

Siga leyendo: Joe Biden declaró a Misisipi “zona de gran catástrofe” tras paso de devastador tornado

A partir de ese momento, la vida en el barrio se detuvo. Los comedores populares cerraron y pocos salen de sus casas. Todos se preguntan cuánto tiempo durará la presencia de las fuerzas de seguridad y qué pasará luego.

Rosario, con una población de 1,3 millones, tiene una tasa de 22 homicidios por cada 100.000 habitantes, cinco veces mayor al promedio nacional, según cifras del Gobierno.

Es el principal puerto de Argentina y, de acuerdo con los expertos, se ha convertido –a través de la hidrovía sobre el río Paraná– en punto privilegiado para salida de drogas desde Bolivia, Brasil y Paraguay hacia Europa y Asia.

“Es un enclave estratégico para las organizaciones narcocriminales”, asegura Claudio Brione, ministro de Seguridad de la provincia de Santa Fe, al citar tanto al puerto como una importante red de autopistas y carreteras.

“En ese transporte de drogas hacia otras partes del mundo, siempre algo queda y encuentra en los barrios de alta vulnerabilidad social lugar para la venta”, explica Brione, al referirse también a “una violencia inusitada entre distintas bandas por recuperar el territorio”.

Marcelo Antonelli preside el club deportivo Reflejos, en Empalme Graneros, el sector de Rosario donde se levanta el barrio Los Pumitas. Frente a su sede, en una casa a la que los vecinos se refieren como “búnker”, fueron confiscados hace poco 1.600 kilos de cocaína pura.

Asegura que el club estaba tomado por los traficantes y se enorgullece de haberlo recuperado. “Todos los días se sufrían amenazas. ‘Vamos a sembrar de muertos todo alrededor del club’, decían. Pero tomamos la decisión de seguir adelante, porque creemos en nuestro trabajo y pensamos que también esa gente que nos amenaza cree en nuestro trabajo”, precisa.

“En Rosario no hay una milicia narco. Son unos pocos pibes en moto, débiles, con muchas necesidades ¿Cómo no se va a poder frenar?”, pregunta.

Luciana Ginga, politóloga y criminóloga de la Universidad de Rosario, describe a esas bandas como “barriales, con un componente alto de connivencia policial”.

Y advierte sobre un entramado mayor. “El mercado ilegal que maneja el narcotráfico ha permitido en Rosario un desarrollo exponencial del mercado inmobiliario y de los bienes suntuarios, como los autos de alta gama, al igual que la movida nocturna”, afirma esta investigadora.

Y es que en Argentina la palabra “balacera” se vincula con Rosario. Se usa tanto para referirse a un intercambio de disparos como a un ataque a balazos, muchas veces en contra de un inmueble con la intención de extorsionar a sus dueños.

Desde 2020 le da nombre a una oficina de la Fiscalía: la “Unidad de Balaceras”. La fiscal Valeria Haurigot explica que fue creada con el fin de “dar una visión global a un fenómeno criminal, cada vez más preocupante, que iba creciendo”.

Pero aunque las describe como “bandas muy precarias” y sostiene que se ha identificado a los autores de los hechos delictivos, Haurigot admite que el crimen no se detiene porque estos siguen actuando desde las cárceles.

“Para el sistema penal argentino, la privación de libertad es la pena más grave. Pero se emite una orden de detención contra una persona que ya está presa”, deplora la fiscal que clama por un acuerdo urgente de “todos los estamentos políticos”.

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Publicado por El Colombiano

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