El Kilauea, que entró en erupción entre 1983 y 2018 tuvo en ese último año su fase más destructiva al arrasar en un periodo de 4 meses con unas 700 viviendas y forzar el desplazamiento de miles de personas.
El Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS) ha reducido de rojo a naranja el nivel de alerta en torno al volcán Kilauea, en Hawái, que entro en erupción el pasado 29 de septiembre.
Los expertos han confirmado un descenso de la actividad eruptiva, si bien esta no ha supuesto peligro para la población en ningún momento. Se concentra en el cráter Halemaumau, en la zona del Parque Nacional de los Volcanes, y en principio no hay indicios que anticipen su expansión a otros puntos.
El cráter ha acumulado una capa de lava de 27 metros y el vertido exterior ha sido “leve”, según el USGS, que constata también una reducción en los niveles de emisión de dióxido de azufre, que han pasado de 85.000 por día a 12.000.
Datos del Gobierno indican que el volcán es uno de los más activos del mundo. A lo largo del último sigo se han constatado al menos 50 episodios eruptivos. En 2018, el Kilauea protagonizó una fuerte erupción que arrasó más de 700 casas y forzó el desplazamiento de miles de personas.
Desde que el volcán Kilauea, uno de los más activos del mundo, entró de nuevo en erupción, miles de personas se han acercado en las últimas horas a la zona para observar el lago de lava y las fuentes, según informaron medios locales.
La erupción está por el momento concentrada en el cráter Halemaumau, dentro del Parque Nacional Volcanes de Hawái y lejos de zonas habitadas.
El parque nacional ha pedido a todos sus visitantes que se comporten “responsablemente” ante el riesgo de la erupción.
“Si el clima lo permite, se puede ver el hermoso resplandor del lago de lava de 127 acres (unos 0,5 kilómetros cuadrados)”, aseguró el parque en su cuenta de Twitter.