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Alexander Arciniegas
Miércoles 30 de septiembre de 2020 - 12:00 PM

Duque ambientalista

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Ojalá el discurso del Presidente, en el que se autoproclamó defensor de los páramos y la Amazonía, fuera verdad. Lastimosamente, lo que Duque hizo ante la ONU-además de denunciar la narco dictadura, pero en Venezuela-, fue lo que han hecho allí los presidentes colombianos: hablar de un país irreal.

Su sobreactuado llamado global para defender la biodiversidad no trascenderá. Duque es un hombre joven, pero con ideas viejas y sus canas entre prematuras y artificiales, parecen una simbólica concesión a los arcaicos sectores que representa y que por codicia o por ignorancia o por ambas cosas, promueven el fracking; quieren revivir a toda costa las fumigaciones con glifosato ahora, con el argumento de acabar las masacres e impulsan la megaminería en los páramos empezando por Santurbán sin atender los argumentos científicos sobre los daños a perpetuidad y acabando con el agua que bebemos en ciudades como Bucaramanga; solo para que un magnate de oriente tenga más lingotes de oro con qué especular y financiar guerras como las de Libia.

Si analizamos su Plan de Desarrollo y su base política, Duque está más cerca de los intereses que están destruyendo Chiriviquete para sembrar palma y ganadería extensiva o de Trump quien impulsa la exploración petrolera en Alaska, que de ambientalistas de verdad como Francia Márquez o Gustavo Wilches quienes hace rato nos vienen diciendo que no podemos salir de esta crisis climática, con pandemia incluida, con más de lo que la está causando. Que los proyectos megamineros o de infraestrcutura, como la planta regasificadora que quieren hacer en la bahía de Buenaventura, son de una irresponsabilidad suicida.

Por eso, es la sociedad colombiana la llamada a impulsar una nueva agenda nacional que priorice: protección de los páramos como garantía del acceso al agua como derecho humano; acciones de resiliencia climática: bosques urbanos y reforestación de cuencas hídricas; seguridad alimentaria y pertenencia al territorio. Solo una ciudadanía organizada y consciente alrededor de estas prioridades para la Colombia pospandemia limitará el autoritarismo de Duque y en 2022 elegirá un gobierno que respete la delicada dependencia que hay entre la protección de los ecosistemas y nuestro futuro como especie.

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