En lo que llevamos de este siglo el mundo ha vivido 3 grandes crisis. Me refiero a la crisis económica de 2008; a la pandemia del COVID y a la guerra en Ucrania. Este conflicto que completó sus primeros 100 días, ha dejado unos 4000 mil muertos y millones de refugiados.
No obstante, la guerra del Donbass, parece ganar un nuevo aire con el anuncio de Estados Unidos de suministrar a Ucrania sistemas de cohetes de artillería de mayor alcance M142, o HIMARS lo que de inmediato generó la advertencia del canciller ruso sobre el riesgo de una confrontación con occidente.
Presenciamos en Ucrania una guerra de desgaste en la que Estados Unidos, busca una “afganistanización” al estilo de lo que fue la guerra-afgano soviética; mientras Rusia le apuesta a desgastar el gobierno de Volodimir Zelenski. Entre tanto, ningún país y menos Colombia está a salvo del impacto negativo de una confrontación entre dos países que son grandes productores de energía, fertilizantes y trigo.
Lejos de la posibilidad de una negociación este conflicto parece tomar el camino de la guerra en Siria. De un lado, porque el apoyo económico y militar estadounidense le permite a Zelenski resistir manteniendo la cohesión y legitimidad interna. Mientras Putin lentamente, ha venido logrando su objetivo de controlar la salida desde Ucrania al mar de Azov lo que le significa un corredor estratégico que pasando por la península de Crimea conduce al mar Negro.
En este escenario incierto y turbulento en el que se plantea la probabilidad de una crisis alimentaria mundial que impactaría también a América Latina, es inquietante que el candidato Hernández en una muestra de su inefable parroquialismo, carezca de una estrategia internacional clara para proponerle al país; a no ser, pasar la guadaña por la estructura de embajadas y consulados que componen nuestra insuficiente presencia internacional.
¡Pilas! ingeniero, su idea de que Colombia, como el avestruz, esconda la cabeza ante los desafíos internacionales, no resuelve el hueco fiscal, ni acaba con la corrupción, pero si muestra un desconcertante desconocimiento en materia de política exterior y de relaciones internacionales.
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