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Alexander Arciniegas
Miércoles 21 de octubre de 2020 - 12:00 PM

El milagro boliviano

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A mediados del año pasado, el modelo económico de Bolivia, implementado por Evo Morales desde 2006, era el más exitoso de la región. Dejando de lado la cartilla neoliberal que había sumido al país en la inestabilidad, el Movimiento al Socialismo (MAS) implementó una estrategia pragmática que fortaleció el papel del Estado, aplicó políticas redistributivas y nacionalizó sus abundantes recursos naturales, aprovechando los altos precios internacionales de los commodities. Mientras el PIB se cuadruplicó y la pobreza extrema cayó del 38% al 15%, los salarios aumentaron en un contexto de inflación controlada.

Meses después el escenario cambió radicalmente. Las violentas protestas promovidas por la oposición alegando un supuesto fraude en las elecciones presidenciales ganadas por Morales, la presión de las FFAA y la complicidad de la OEA obligaron al presidente a renunciar y exiliarse, instalando en el poder a Jeanine Áñez, cuyo régimen represivo y corrupto no solo manejó pésimamente la pandemia, sino que le devolvió el país a la viejas oligarquías que históricamente habían ninguneado a los indígenas que son más de un tercio de los casi 12 millones de bolivianos.

Por eso, la elección de Luis Arce como nuevo presidente de Bolivia y del dirigente indígena David Choquehuanca como vicepresidente es una buena noticia para la democracia en la región que vive tiempos magros. Arce es un economista de clase media nacido en la Paz con maestría en la universidad británica de Warwick y con amplia experiencia como funcionario del Banco Central, derrotó en primera vuelta al expresidente Carlos Mesa prometiendo traer de vuelta el “milagro económico” que él mismo condujo como ministro de Economía de Evo Morales.

Las mayorías alcanzadas en las dos cámaras del Parlamento parecen garantizar una gobernabilidad estable en esta nueva etapa del MAS, que con un liderazgo más tecnocrático deberá lidiar con el extremismo de figuras como el cruceño Luis Fernando Camacho, que quedó tercero con 15,49% de los votos, y con el desafío nada fácil de cumplir su promesa de recuperar una economía que tras el paréntesis golpista, vive su mayor crisis en cuatro décadas, esto en el contexto de una economía mundial sumida también en su peor recesión desde la Gran Depresión.

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