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opinion/columnistas/alexander arciniegas
Miércoles 05 de mayo de 2021 - 12:00 PM

Y ahora qué

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En septiembre de 1977 el clima de inconformidad ciudadana llevó al estallido social con que Colombia respondió al incumplimiento de las reformas prometidas por el Presidente López Michelsen y la implantación de la primera fase del neoliberalismo.

Las actuales protestas que comenzaron en 2019 y fueron interrumpidas por la pandemia, solo encuentran antecedentes en el Paro del 77. De manera mayoritariamente pacífica, sindicatos, trabajadores informales, estudiantes y sectores de clase media, han salido a las calles, capitaneados por una generación de jóvenes que no sueña con irse de Colombia sino con transformarla.

Como en el pasado, la tentación del gobierno y de influyentes medios de comunicación ha sido desconocer las causas de la indignación ciudadana, agudizada por el pésimo manejo del Presidente a la pandemia, asociando de manera peligrosa protesta con vandalismo. Sobre la base del militarismo y de una represión policial descontrolada, el gobierno Duque solo parece dispuesto a escuchar a sus amigos en el Congreso y a los “cacaos” mientras profundiza su desconexión con las urgencias de la gente.

Pero si el gobierno parece renunciar a la política, el movimiento social que se ha venido expresando estos días, debe tener claro que la reforma política y electoral; la garantía de la salud y educación como derechos fundamentales; la protección de la vida y los ecosistemas y un modelo económico que apoye al campesino, estimulando también, iniciativas comunitarias y a la pequeña y mediana empresa, nos exigen transformar la rabia en un voto responsable.

Para avanzar en estas reformas sociales, económicas y políticas, tenemos que elegir el año entrante congresistas que se parezcan al país que ha emergido de estas movilizaciones. Este nuevo Congreso será la base de un nuevo gobierno y si es el caso, de un nuevo pacto social que redistribuya el poder consolidando la paz con justicia.

Luego de la agitación ciudadana que el país vivió entre mayo y septiembre del 77, vino la oscura represión turbayista, apoyada por un establecimiento que interpretó esta justificada insatisfacción como un ensayo para derribar el sistema. No podemos repetir la historia. Si de verdad queremos un país distinto hay que transitar por las vías constitucionales de las plazas a los palacios en el 2022.

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