Pretendiendo establecer en cuál etapa de la vida (infancia, adolescencia, juventud o adultez) nace el monstruo de la corrupción, la Sociedad Santandereana de Ingenieros (SSI) organizó un interesante panel
Este contó con la participación de la estudiante universitaria Alejandra Hernández; el director del Consejo Profesional Nacional de Ingeniería y profesiones afines (Copnia), Rubén Darío Ochoa; el reconocido educador Gonzalo Ordóñez; y la moderación del suscrito.
En esta actividad se plantearon diversos enfoques sobre este flagelo que afecta a nuestra sociedad.
El director del Copnia manifestó que los delitos de malversación de fondos públicos y malas prácticas en los que incurren los profesionales de la ingeniería no son ejecutados por ignorancia de las normas, sino propiciados por el afán de enriquecimiento y la alta probabilidad de escapar a de la justicia.
Alejandra Hernández, por su parte, hizo hincapié en la apatía de los jóvenes por todo lo que tiene que ver con la estructura ética y de valores; despreocupación que también se advierte en los profesores y se revela en la ausencia de contenidos específicos y transversales en los programas escolares.
Por otro lado, el psicólogo Gonzalo Ordóñez reveló un estudio del Instituto de Educación Cívica y Ciudadana, según el cual el 51 % de los estudiantes acepta prácticas corruptas, el 49 % admite la violencia en algunas de sus manifestaciones y el 41 % está de acuerdo en desobedecer las leyes.
A pesar de que la corrupción, como piel de zapa, se adapta a las más disimiles situaciones, sí es posible encontrar formas de contención.
Es un fenómeno de pérdida de la conciencia moral y sentido de la equidad en todos los ámbitos de la existencia.
Tiene relación con la indignidad del alma; por ello, conforme al pensamiento de los filósofos de la antigua Grecia, el hombre siempre está en condiciones de humanizarse y dignificarse.
Por esta razón, es preciso un cambio de actitud, en la base del comportamiento personal y en la sensibilidad del individuo.
Que la educación vuelva sobre la idea de formar a los individuos, potenciar la sabiduría atinente al ser, más allá de los afanes del tener y de las destrezas que presiden el hacer.
