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Alvaro Beltran Pinzón
Domingo 27 de noviembre de 2022 - 12:00 PM

El reto: la calidad

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La Comisión VI del Senado de la República promovió, en días pasados, un debate para hacer seguimiento a los resultados obtenidos desde la promulgación de la Ley 1620 de 2013, por medio de la cual se creó el Sistema Nacional de Convivencia Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar.

Según los citantes, el Laboratorio para la Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana encontró que, entre los diez países de Latinoamérica que son socios de la OCDE, Colombia es el segundo con mayores casos de bullying y, al menos, el 32 % de nuestros estudiantes manifiesta que ha sufrido algún tipo de acoso. También señalan, significativamente, que su establecimiento educativo no es amable.

Ante esta problemática, como en muchas otras situaciones que arrastra nuestra complejidad nacional, es evidente que se acude al ligero camino de la expedición de leyes que se convierten en ‘letra muerta’ sin que se logren soluciones de fondo. A esta conclusión se llega luego de las intervenciones de los funcionarios citados. En un asunto tan delicado, solo se reporta la adopción de protocolos para atender hechos de violencia de género, consumo de sustancias psicoactivas, conductas de suicidio o ciberacoso, y que están pendientes los relacionados con discriminación racial y xenofobia.

De nada servirán la redacción de normas, la ampliación de cobertura, la modernización de infraestructura, la dotación de equipos de cómputo o la matrícula “cero” universitaria, si no se apunta al mejoramiento real de la calidad educativa. Las estadísticas siguen corroborando que los adolescentes presentan bajísimas competencias en razonamiento matemático y comprensión de lectura, y, para completar, es lógico que en ambientes hostiles se multipliquen la baja autoestima, el escaso interés y la indisciplina personal que impiden cursar con éxito estudios profesionales y cumplir con las obligaciones ciudadanas.

Como acertadamente establece el ministro Gaviria, se trata de tener estudiantes felices y maestros motivados. Este parece ser el gran reto que tiene por delante quien ha sido eficiente en los cargos que ha desempeñado.

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