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Andrés Espinosa Fenwarth
Martes 07 de julio de 2020 - 12:00 PM

La buena política también importa

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El advenimiento de la pandemia sanitaria y la depresión económica resultante de las medidas de confinamiento global sazonan un caldo de cultivo para la degeneración de la democracia y la peligrosa intromisión de la demagogia, nociva práctica política para ganarse con hirsuta rebeldía, halagos y regalos el favor popular. En los últimos 20 años, el chavismo perfeccionó este mecanismo para luego hacer tránsito hacia el modelo tiránico de represión política y económica conocido en la región como el socialismo del siglo XXI.

En Colombia, los socialistas criollos, que alaban y promueven agazapados el régimen dictatorial venezolano construido con el apoyo de la inteligencia militar del castrismo cubano, le apuntan con todo a la demagogia para abrirse paso en las corrientes de opinión. Los mecanismos usados abarcan salidas facilistas y peligrosamente populistas como la desobediencia civil y el confinamiento indefinido, diseñados para domeñar al empresariado y tamizados con el reparto gratuito de mercados, subsidios monetarios y de servicios públicos para la población vulnerable.

Nuestros demagogos cabalgan a lomo del desprestigio del Congreso Nacional -76% según la última encuesta de Gallup- descrédito vinculado con la desaprobación del 79% de los partidos políticos. Hace 25 siglos, Aristóteles nos decía que la demagogia es la democracia en su forma más ilegitima de la cual no es fácil librarse una vez prueba las mieles del poder. La prioridad es controlar esta contingencia, incluida la tendencia a lisonjear al ‘pueblo soberano’, que suele dar réditos en el corto plazo, pero que trae grandes males futuros y frustraciones existenciales, como ocurre actualmente en Venezuela.

Pese a los innegables progresos en términos de derechos civiles y sociales de los últimos años, en Colombia aún persiste un cierto déficit democrático, ligado a rancias estructuras políticas y sus redes clientelistas sustentadas en los tentáculos de la corrupción, fenómeno que según el 85% de los encuestados por Gallup, sigue empeorando y que es menester corregir.

La política es para la democracia como el oxígeno es para la vida. Nada es posible sin ella. El desafío es hacerla bien, sin arbitrariedades ni corruptelas.

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