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Armando Martínez
Miércoles 31 de agosto de 2022 - 12:00 PM

El viacrucis de Málaga

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El presbítero Vicente Basilio de Oviedo, conocedor de lo que rentaban a sus curas todas las parroquias del Nuevo Reino de Granada, consideró en 1763 que el peor error que había cometido durante su
vida eclesiástica fue el de no haber querido aceptar el curato de San Jerónimo de Málaga. Se trataba de un país muy regalado, de climas templados y amenos, que producía en abundancia harinas de trigo y azúcares de caña, dulces y dátiles, ganados de todas las clases y buenas mulas. Su gran mercado dominical hizo que a mediados del siglo XVIII ya tuviese 1.500 vecinos cabezas de familia, obedientes a su párroco, al que le entregaban más de 3.000 pesos anuales de estipendio y obvenciones.

Las parroquias de La Concepción, San Andrés y Guaca eran emporios de esas mismas riquezas, así como manantial de los jornaleros que iban a trabajar a las haciendas de Piedecuesta y de Girón. En 1824, el Congreso reconoció esta riqueza social al concederle a Málaga y a La Concepción títulos de villas. En 1832 fue creado el cantón de Málaga, al que se le adscribieron los distritos de Molagavita, Tequia, Guaca y San Andrés.
El crecimiento demográfico de
este cantón lo elevó a provincia
de García Rovira en 1853, separándola de la provincia de Pamplona.
Manuel Ancizar se admiró entonces de los seis caminos que unían a Málaga con las provincias del Socorro y Tundama, de la instrucción de sus
habitantes, de su hospitalidad y su bondad.

Ahora díganme, señores políticos: ¿Por qué fatalidad inexorable hay
que invertir cinco horas para recorrer los 153 kilómetros de carretera
nacional que separan a Bucaramanga de Málaga? ¿Por qué la opinión
desprecia el puente Hisgaura, pese a que es el mayor de los atirantados
de Sudamérica? ¿Por qué no hay
vuelos comerciales diarios al aeropuerto de Málaga? ¿Por qué los taludes de la carretera se derrumban
con tanta frecuencia? ¿Por qué hoy tengo que ir a Silos para poder llegar a Málaga? Tantos políticos que
medraron de los votos de sus gentes: ¿qué han hecho para poner fin
al viacrucis de estas gentes tan
queridas?

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