“El sesgo de confirmación o sesgo confirmatorio” nos dice Wikipedia “ es la tendencia a favorecer,
buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando
desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas. Se trata de un tipo de sesgo
cognitivo y un error sistemático del razonamiento inductivo. Las personas muestran esta tendencia
cuando reúnen o recuerdan información de manera selectiva, o cuando la interpretan sesgadamente. El
efecto es más fuerte en publicaciones con contenido emocional y en creencias firmemente enraizadas.
También tienden a interpretar que las pruebas ambiguas apoyan su postura existente”.
Me confieso doliente de este sesgo, mal que se me agudizo en esta época electoral, particularmente
cuando mi candidato en primera vuelta no fue favorecido. La verdad que trataba de ser “objetivo” y me
puse en la tarea de leer los programas de gobierno y preguntar a los amigos en las dos orillas sus
opiniones. Quisiera pensar que mi dificultad estaba arraigada en mis principios, valores y mis
concepciones acerca de la democracia, pero esto del sesgo de la confirmación ganaba muchas veces la
partida nublando mi entendimiento e inclinando la balanza mas a la emoción que a la razón.
“Una nueva Colombia le habla al mundo” titula un reciente análisis del periódico El País de España. “En
sus discursos, la paz ha aparecido como la única vía para transformar el dolor generado por la violencia
militar y paramilitar en esperanza colectiva y en movilización democrática en defensa del bien común.
Petro no la ha presentado como ausencia de conflicto, pero sí como fundamento de una posible
“política del amor”, una idea que no ha dudado en hacer suya, desafiando los cánones del supuesto
realismo schmittiano que reduce la política al antagonismo entre amigo y enemigo.”
Me puse a pensar si soy capaz de creerle a esta “política del amor” que propone el presidente electo. Además, le escuche a Francia Márquez que buscaban rescatar para los colombianos el vivir la dignidad cotidiana. Para creer
hay que estar dispuesto a responsabilizarse con nuestras acciones para vivirlo con el ejemplo. Por ahora
me le voy a medir a estar atento a mis sesgos de confirmación; los propósitos del amor y la dignidad
valen el esfuerzo.
cchaverra@unab.edu.co