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Donaldo Ortiz Latorre
Domingo 05 de diciembre de 2021 - 12:00 PM

Amor u odio

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El odio, que nunca se ha ido, va creciendo en Colombia, a diferencia del amor, que decrece. Despreciamos la tierra, el agua, los árboles y a los otros seres que habitan el planeta. Y despreciamos también a nuestros iguales, aunque tengamos el mismo cielo y la misma cultura.

Aquí prima el odio que hace rodar cabezas y hasta jugar con ellas (mientras dicen: “Que Dios lo bendiga”). Se incendia y se mata lo que no se nos parezca. Otra vez el odio como energía política (una vez le pregunté a Jaime Álvarez Gutiérrez, que alcanzó larga vida, cuál era su secreto y me respondió: “El odio, mijo”). Como ven, es energía y alarga la vida, pero también puede costarnos, en política, muchísimo, porque nos impide aceptar al otro con el que estamos llamados a hacer sociedad. Ya lo dijo Carlos Fernando Galán, estamos dedicados a atacar y a buscar el propio beneficio y no a construir y proponer cambios, como si quisiéramos que todo siga igual, o sea, mal.

En Colombia el amor quedó desplazado, como si el odio estuviera en el ADN, dejando a su paso 300 mil muertos sin sentido y una sociedad envilecida entre liberales y conservadores (la Zona Negra, aquí en Bucaramanga, así se llamaba, eran personas desplazadas de los campos que vinieron a conformar los cinturones de miseria). Todavía siguen los desplazamientos y ahora también son internacionales. Nos llegan y nos vamos.

“El amor político”, dice Sandra Russo, ¿qué es? ¿Por qué la política genera tanto odio y tanto muerto? El odio a los judíos del régimen hitleriano tuvo como consecuencia seis millones de asesinados en los campos de concentración y el odio del régimen estalinista tuvo por su parte veinte millones de muertos, casi todos siervos de la antigua Rusia. La pregunta: ¿qué hace que ese odio florezca hasta en la gente llamada culta? Alemania lo era. ¿Por qué pasa esto? ¿Quién tiene una explicación que nos ayude? ¿Ese desprecio, esa falta de amor por la vida, de dónde puede venir? “Los que odian siempre serán más rudimentarios, más mediocres que los que aman y lo saben y no lo soportan”, concluye Russo.

Pensemos en Colombia, en el bienestar de todos para que no sigamos matándonos ni destruyendo el pais y con 21 millones de colombianos con hambre, según el documental “Los paisajes del hambre en Colombia”.

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