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Donaldo Ortiz Latorre
Domingo 02 de octubre de 2022 - 12:00 PM

Los caminos de herradura nuestros

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En Cien años de Soledad la lluvia sobrepasó el tiempo del diluvio bíblico, cuatro años, once meses y dos días llovió como una peste que solo dejaba “esqueletos de animales cubiertos de lirios colorados y muebles destrozados”. No es que llueva aquí igual, pero casi lo mismo está pasando en Santander, donde estos diluvios muestran la fragilidad de nuestras carreteras. Mejor nos iba con los arrieros. Eso deberían comprar las administraciones, recuas de mula que soportan más los caminos y los estragos del invierno o construir vías férreas en carreteras fracasadas como la de Málaga, que desde 1923 se intenta terminar. Pero eso es Santander donde no hay ni carretera, ni vías férreas, ni globos, ni recua de mulas para salvar a los habitantes de la Provincia de García Rovira. Y lo mismo sucede con la carretera de Soto Norte que padece desde mayo los estragos del diluvio que siempre la afecta y arrastra puentes. Cinco meses sin que la famosa dirigencia gremial y política que siempre “saca pecho acomodándose a las circunstancias y a los gobiernos de turno hablando de conectividad” haga algo. Son solo 59 kilómetros a California. ¿Cómo hablar de conectividad con estos caminos de herradura? El río arrasa los merengues que construyen. ¿Por qué no construyen un puente militar? ¿Qué falta para hacerlo?

La conectividad de nuestro departamento es una mentira y está como en el siglo pasado. El fracaso de la ingeniería nuestra es notorio y eso que tenemos universidades que forman ingenieros. Pidamos ayuda al gobierno nacional y no esperemos que una multinacional lo haga para su propio beneficio. La carretera a Málaga ha sido inaugurada diez veces, diez veces le han girado recursos y no se construyen sino pocos kilómetros que luego se caen. O es mucha la corrupción o la ingeniería no sirve.

Y qué decir de la carretera a Pamplona que como un dragón se ha tragado miles de millones de pesos de los colombianos. No han sido capaces, desde que el famoso ministro Uriel Gállego la adjudicó sin estudios previos, de terminarla. Fracaso tras fracaso seguimos sin carreteras y todos siguen hablando al aire de “conectividad”. Todo el dinero perdido o robado sin lograr que una de las economías más importantes del país tenga carreteras a la altura. Dejemos las mentiras y tengamos el carácter de reconocer que no nos interesa el bien común.

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